Al día siguiente. Domingo 12:00
Cristina
Llevaba un rato despierta con mi cabeza apoyada en el pecho de Alberto que dormía respirando tranquilamente. “Me quedaría así todo el día” pensé. Estábamos los dos en mi cama, desnudos. Sara había ido a su pueblo a ver a su familia y me había dejado a Al solo para mí. Habíamos salido la noche anterior y nos lo pasamos genial. Y me había follado dos veces antes de quedarnos dormidos.
Entonces noté que no aguantaba más, tenía una urgente necesidad. Me levanté con cuidado y corrí al baño para orinar. Luego, me eché agua en la cara, me peiné, me limpié los dientes, me di con una toalla por el cuerpo, me puse desodorante y volví a la cama donde me acurruqué a su lado. Al poco noté un cambio sutil en su respiración y pensé que estaba a punto de despertarse. Miré su polla, la tenía medio erecta.
Me incorporé y me la metí en la boca. No tardó nada en ponerse totalmente dura. Lo miré para ver cuando se despertaba mientras le hacía una mamada lenta. Tardó más de lo que esperaba pero no me importaba, me gustaba chupársela. Alberto abrió los ojos y miró desconcertado a su alrededor. Luego me vio y sonrió:
- Buenos días, Cris
Paré la mamada y subí por su cuerpo hasta besarlo y decirle:
- Buenos días
Con la mano seguí masturbándolo lentamente mientras lo miraba a los ojos. “Que guapo es, incluso con cara de sueño está guapísimo”. Dijo:
- Que buen despertar
- ¿Sí?
- Mucho
Lo besé buscando su lengua. Luego, lo miré sonriente y pregunté:
- ¿Sigo?
- Claro, nena
Bajé de nuevo y pasé mi lengua por su glande. Luego lamí su tronco hasta los huevos. Él abrió las piernas y le chupé primero uno y luego el otro. Gimió y me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, me encantaba escucharlo gemir. Me la volví a meter en la boca y, sin dejar de mirarlo, se la chupé.
Él me apartó un poco el pelo para verme menor, acariciándome la cara. De repente me había puesto cachondísima, quería follármelo pero también quería su leche, que se corriera por mi mamada. Dudé. Mi mano derecha sujetaba su polla pero la solté para agarrársela con la izquierda mientras mi mano libre bajaba a mi coño. Me lo toqué, totalmente mojado. Tomé una decisión. Aumenté el ritmo de la mamada ayudándome con la mano izquierda, mientras me masturbaba con mi otra mano. Cuando estalló en mi boca, me corrí de inmediato gimiendo mientras recibía toda su leche en mi boca. Intenté retenerla pero no paraba de gemir y la dejé escapar a lo largo de su tronco.
Cuando me calmé, la saqué de mi boca y respiré hondo. Lamí su tronco recogiendo su leche. Él dijo:
- Guau
Me incorporé relamiéndome y lamí mi mano izquierda donde había ido a parar gran parte de su semen. Él dijo:
- Eres fantástica
Le sonreí tontamente y entonces se levantó diciendo:
- Me muero de hambre ¿Me preparas algo mientras me ducho?
Y asentí feliz mirando su culo al salir de mi habitación. Me levanté y me limpié con una toallita. Luego abrí el cajón de mi ropa interior pero me detuve. Quería echar un polvo y lo mejor sería después de desayunar, para darle tiempo a reponerse de la mamada. Pensé durante unos segundos ¿Me quedaba desnuda y le preparaba así el desayuno? Podría ponerme un delantal si tuviera uno, que era algo que siempre pensábamos Sara y yo en comprar y nunca nos acordábamos.
Dudé, no me importaba estar desnuda en la cocina pero recordaba algo que me había dicho una vez Sara “Si quieres calentar a un tío, no le enseñes las tetas hasta el final, insinúa tus tetas, que usen la imaginación y se calentarán”. Alberto ya sabía como eran mis tetas y no me parecía que se fuera a excitar comiendo y viéndomelas. Me puse un tanga y rebusqué en mis camisetas. Las de estar por casa eran anchas y largas, nada insinuantes. Me puse una y me miré “No, esto no es sexy”. Cogí unas tijeras y recorté la camiseta dejando mi ombligo al aire. Me miré “Mejor pero…”. Cogí de nuevo las tijeras y recorté más. Me miré y asentí satisfecha porque se veía un poquito de la parte de abajo de mis tetas, insinuantes “Mucho mejor”. Levanté los brazos y vi como se subía la camiseta hasta dejar a la vista mis areolas e incluso un poquito de pezón. “Perfecto” pensando en que podía hacer como que me desentumecía para que él me mirara.
Contenta fui al baño y pregunté:
- ¿Café y tostadas?
- Sí, por favor
Fui a la cocina y preparé la mesa mientras ponía el café. Saqué el pan de molde, lo calenté y esperé a Alberto. Cuando escuché que venía, me giré para darle la espalda, quería que primero viera mi culo. Le escuché decir:
- Que bien huele
Entró y dijo:
- Uff, que culito tienes
Vino a mí y me lo cogió. Sonreí mientras me daba un beso en el cuello sin dejar de apretarme el culo. Me giré y le pregunté:
- ¿Con qué quieres las tostadas?
Sus ojos se fueron a mis tetas. Sonreí más. Él dijo:
- Me da igual, me muero de hambre
- Tenemos mantequilla y mermelada
- Vale
- Es de fresa
- ¿De fresa? (poniendo cara de contrariado)
- ¿No te gusta?
- No mucho
- ¿Cuál te gusta?
- No sé, melocotón
- Vale, compraré esta semana, pero ahora solo tenemos esa
- Bueno, que remedio
- Toma, siéntate y termino (dándole una taza con el café)
Él se sentó y me aseguré que me mirara bien mientras terminaba de untar las tostadas, hablándole todo el tiempo. Cuando terminé se las llevé a la mesa. Como estaba sentado, sus ojos estaban a la altura de mis tetas y no dejó de mirármelas, y yo le di tiempo de sobra para ello. Luego me senté frente a él y cogí una tostada a la vez que él. Empezamos a comer y le pregunté:
- ¿Te gustan?
- Sí, pero me gusta más esa camiseta
- ¿Esto? La pensaba tirar, tiene muchos años, pero es fresquita
- Y tanto, no la tires, te queda genial
Sonreí. Alberto devoró cinco de las seis tostadas en un santiamén, mientras yo aún seguía con la mía. Me levanté para echarle más café mientras le preguntaba:
- ¿Quieres más tostadas?
- No, no, estoy lleno
Le llevé el café y me volvía a sentar. Le di otro pequeño bocado a mi tostada. Entonces él dijo:
- Además, me tengo que ir ya
Me sobresalté ¿Irse? ¿Por qué? Le pregunté temerosa:
- ¿No te quedas?
- No puedo
- Pensé que podríamos ir a dar un paseo y…
- Es que hoy he quedado con los amigos para un partido, tengo que ir a casa a cambiarme y luego hemos quedado para jugar a las 2, y ya voy tarde
- Pero…
Se me habían fastidiado todos los planes. Decidí ir a por todas y levanté los brazos haciendo como que me desentumecía. Sus ojos fueron directos a mis tetas. Le dije:
- Te puedo esperar para comer
- No, comeré con los chicos
Me levanté y fui hacia él. Le dije:
- Pero si te quedas, podríamos…
Y le besé. Él me devolvió el beso y metió su mano en mi camiseta, acariciándome una teta, pero luego me separó diciendo:
- Ufff, nena, me pones malo, pero me tengo que ir
Lo miré sorprendida. Se levantó, me dio un beso rápido y salió de la cocina. Lo seguí:
- ¿Luego por la tarde vienes?
- No sé a qué hora terminaré con los chicos
- ¿Por la noche?
- Sí, ya he quedado con Sara
- ¿Sara?
- Sí, esta noche me quedo con ella, ayer contigo y hoy con ella ¿Vale?
Me dio otro beso rápido y lo miré irse “Joder, mierda, mierda, mierda”. Fui a mi habitación y me vestí con unas mallas y una camiseta normal. Recogí la cocina y limpié la casa. Intenté ver algo en la tele pero no me concentraba “Me estoy colgando de Alberto” porque no dejaba de pensar en él.
Al final, abrí el portátil y me puse a revisar las notas de lo que me había enseñado Carlos durante la semana, para intentar desconectar de Alberto.
Carlos
Estaba tumbado en una de mis sillas, mirando como la familia jugaba en la piscina. Gema se acaba de despertar de su siesta tras el almuerzo y corriendo había querido meterse en el agua. Los miré con cariño, eran una bonita familia y nada parecía que estuviera mal.
Al poco, Silvia salió fuera y la niña se puso a protestar. Silvia, enseñándole las manos, le dijo:
- Pero, tesoro, si se me están poniendo las manos de vieja de tanto estar en el agua (riéndose)
La miré. Silvia no era delgada pero tampoco rellenita, tenía un tipo normal para su edad. Un poquito de barriga y las piernas un poco más gruesas que hacía un año antes de su embarazo. Lo que menos me gustaba de ella era su pecho, debían ser dos manzanitas, no mucho más. El culo era lo que más le había cambiado pero no le quedaba mal, “Nada, nada mal” pensé sin poder dejar de mirárselo. Entonces cerré los ojos y me sentí culpable “Pero ¿Qué haces pensando así de ella? Con lo mal que lo está pasando” me recriminé, pero es que la chica estaba de buen ver con el bikini, no lo podía remediar. Suspiré intentando pensar en otras cosas.
De repente, escuché a Silvia a mi lado:
- ¿No te metes?
Abrí los ojos. Estaba a mi lado, de pie, mojada y guapa con el pelo húmedo. La miré más del tiempo del debido y ella lo notó:
- ¿Qué pasa?
- Nada, perdona
- ¿En qué pensabas?
Suspiré mientras me incorporaba:
- Que necesito un café
- Vale, yo también
Se volvió y preguntó a Antonio:
- Cariño ¿Quieres un café?
- No, gracias
Fuimos a la cocina y me puse a preparar el café. Entonces ella dijo:
- Y ahora ¿Me dices en lo que estabas pensando?
La miré sonriente, tan perspicaz como siempre. Dije:
- Pensaba que ya has recuperado totalmente el tipo
Ella puso cara de sorpresa y luego se rio:
- ¿En serio?
- Sí
- Bueno, me sobran bastantes quilos pero, la verdad, algo bueno tenía que tener el estrés, estoy adelgazando
- No tiene nada de bueno
- Hay que ver algo positivo en todo ¿No lo dices siempre?
- Touché
Ella se rio, y vi, por primera vez desde hacía una semana, ese brillo suyo tan especial en sus bonitos ojos. Entonces me dijo:
- ¿Sabes que cuando nos invitaste a venir aquí en verano yo no quería venir?
- ¿Por qué?
- Me daba vergüenza que me vieras tan fofa y gorda, sin recuperar el tipo tras el parto
- Que exagerada, no estabas nada gorda
- Lo estaba, aún lo estoy pero menos
- Yo te vi y te veo estupendamente
- Porque me verás con buenos ojos
- No te hacía por alguien tan preocupada por su aspecto
- Soy mujer, nos tenemos que preocupar, los tíos siempre estáis mirando (riendo)
La miré sorprendido, estaba de buen humor. Ella se dio cuenta y dijo:
- Esta mañana me he levantado de mejor humor
- Ya veo
- Me sienta muy bien tenerte aquí
- ¿Y eso? ¿Por ver mi escultural cuerpo en bañador?
Soltó una carcajada y dijo:
- Serás tonto
- Es la ventaja de ser un viejo, se puede bromear por lo que no tiene ya arreglo
- Pues, para tu información, no estás nada mal, te he dicho mil veces que si te presento a algunas amigas, te las ligarías sin problema
- No, gracias, soy un insociable
Miró hacia fuera y luego se me acercó para preguntarme bajito:
- Yo te cuento cosas privadas pero tú a mi nada ¿Desde cuándo no tienes sexo?
La miré sorprendido. Y meneé la cabeza. Ella insistió:
- ¿Cuándo fue tu último polvo? Venga, habla
- En la prehistoria
- Tonto
Me miró detenidamente y dijo:
- No me irás a decir que desde el divorcio…
No dije nada. Ella se llevó una mano a la boca sorprendida y dijo:
- No me lo puedo creer
- Silvia, que soy un viejo
- Y una mierda, mañana mismo llamo a una amiga y verás que buenas migas hacéis
- Ni hablar, para mí todo eso se acabó hace mucho
- Pero… pero…
Se me acercó aún más y me dijo aún más bajito:
- Que sepas que es un desperdicio
- ¿El qué?
- Que ninguna mujer tenga sexo contigo
Me empecé a reír con ganas. Ella, ofendida, dijo:
- Eres muy tonto, de verdad
- Ya
Se quedó callada y luego dijo bajito:
- Si no quieres compromisos, siempre hay mmmm servicios que…
- Por favor, Silvia
- ¿Qué? No digo que esté bien pero quizás deberías probarlo
- Mira, dejemos el tema
- Pero…
- Fin, Silvia
Ella me miró meditativa y luego suspiró meneando la cabeza y dijo por lo bajini:
- Para un buen tío de verdad que hay y quiere vivir en clausura…
La miré sonriendo. Eché los cafés y le di una taza. Ella sorbió un poco y dijo:
- Ayer noche, Antonio quiso tener sexo
La miré sorprendido. Ella continuó:
- Con las cervezas que os bebisteis, no sé, le entrarían ganas
“Mal momento escogió” pensé pero no dije nada. Ella dijo:
- No quise y se enfadó
Bebí del café, esperando a ver si decía algo más. Al cabo de unos segundos, continuó:
- Por eso estaba en el jardín, me fui de la cama, también me enfadé, o más bien, me puse aún más triste porque me parece que Antonio no me entiende nada
- No estuvo acertado, creo
- ¿A que no? No sé como esperaba que yo tuviera ganas. Fue cuando le conté que tenía la regla, ni se enteró lo que significaba eso, se lo tuve que decir… Tú te diste cuenta al instante
- Creo que es lo que dices, bebió demasiado
- No sé… y yo estaba super triste ahí en el jardín, y de pronto apareciste
- Mal momento también
- No, para nada, en el momento justo
No dije nada. Ella continuó:
- Ya te he dicho que tenerte a mi lado me tranquiliza, sabes escuchar y, a veces, incluso dices algo sensato (y me sonrió dando a entender que era una broma)
- Será la experiencia de un viejo dinosaurio
- La charla de anoche me vino genial, te has informado de todo y fue…
- Claro, sois como mi familia
- No, Carlos, no somos “como” tu familia, somos tu familia, eso tenlo claro
- Oh, gracias
- Gema te quiere con locura, y yo también, y Antonio te aprecia un montón
Me sentí conmovido. Ella continuó:
- Fuiste a una clase del embarazo conmigo porque Antonio no podía ir y te lo pedí a ti porque con nadie más hubiera ido
- Ya, bueno...
- Y cuando me puse de parto, llamé a Antonio y luego a ti, y estuviste en el hospital todo el tiempo, me lo dijo Antonio
- Bueno, estaba nervioso y no hacía nada en casa
- Y un sin fin de cosas, siempre, siempre estás ahí… Claro que eres de mi familia
Sonreí con afecto. Salimos fuera con los cafés y nos sentamos mirando a los dos jugando en el agua. Entonces le dije:
- He pensado una cosa, Silvia
- ¿El qué?
- Podrías teletrabajar
Me miró sin decir nada. Continué:
- Podrías quedarte aquí, tengo buena conexión, y Gema se lo pasa muy bien, podrías aprovechar los últimos días de calor y…
- No puedo, Carlos
- Antonio tendrá que ir y volver, lo sé, él no puedo teletrabajar pero bueno, tampoco es tanto
- No es solo eso, tengo que ir de médicos y…
- Claro, lo sé, pero eso tampoco es problema, vas cuando necesites
- Pero ¿Y los chicos? Son muy novatos aún y necesitan...
- Para eso está Zoom, te llamaremos cuando tengamos algún tema
Miró al agua, pensando. Dijo:
- No sé si Antonio querrá
- Propónselo
- De todas formas, hoy nos volvemos a casa, mañana tenemos cita temprano
- Bien
- Lo pensaré, gracias, muchas gracias
- Si Antonio no quiere los paseos, teletrabaja desde tu casa
- Mmmmm
- Tienes el portátil ¿No?
- Claro
- Pues hacemos eso
Me miró sonriendo y dijo:
- ¿Ves? Siempre estás pensando en nosotros
Carmen
Me estaba dando un baño relajante antes de que mi ex trajera a mi hijo. Tenía el cuerpo molido después de la experiencia nocturna. Me escocían el culo y las tetas, aunque increíblemente, no se notaba demasiado, me esperaba una masacre.
Había llenado la bañera de espuma y echado una bomba de baño que olía genial. Incluso me había puesto unas velas, apagado las luces y tenía puesta música relajante. También me había puesto crema en la cara y los ojos los tenía cerrados con unas vendas con crema.
Entonces escuché una notificación, y pensando que sería mi ex, saqué la mano y cogí el móvil para leer un mensaje de Jamal:
- ¿Sigues viva, preciosa?
Me reí, no me había acordado de Jamal. Lo llamé:
- Hola, preciosa, veo que sí, que sigues viva
- Más o menos
- ¿Me vas a contar?
- Vaya dos tarados, están fatal de la puta cabeza
- ¿Sí? ¿Qué te hicieron?
- Pues eso, una sesión de sado muy completita
- No sabía que al franchute le iba eso
- Ni yo, pero quien mandaba era la loca de su madre
- ¿En serio?
- Ya te digo, una puta vieja con una mala hostia, que hija de puta
- Joder ¿Y por qué lo hiciste?
No le iba a decir nada del dinero, eso lo tenía claro. Le dije:
- Pues no sé, chico, estaba colocada y no esperaba algo así de duro
- ¿Duro?
- Lo había probado antes, me refiero a eso de que me ataran y azotaran, pero siembre fue algo muy suave
- Ya
- Pero estos dos se pasaron, sobre todo la puta vieja, joder, como disfrutaba la hija de la gran puta, y como apuntaba, me dejó los pezones destrozados
- Jajajaja
- No te rías cabrón
- ¿Te han dejado marcas?
- Algunas, pero mucho menos de lo que esperaba, aunque estoy muerta, ahora mismo estoy metida en la bañera
- Por eso no dejo a mis chicas participar en esas cosas, luego se pasan días sin querer trabajar
- Normal
- Entonces noche de dolor y nada de placer ¿No?
- Que va, luego me los follé
- ¿Sí? Jajajaja ¿Un trío con la madre y el hijo?
- No, idiota, primero a la vieja y luego al hijo
- Ahhh
- Y joder, no sabes lo caliente que estaba, la puta vieja no sé que me hizo pero, uffff, estaba cachondísima
- Es que eres muy zorra, cariño
- Lo sé, lo sé, pero anoche, no sé, fue algo… No sé explicármelo
- Jajaja, a ver si te vas a volver adicta a los azotes
- No seas gilipollas, me estaba refiriendo a la vieja, que era eso, vieja y arrugada, pero la tía tenía algo
Seguimos hablando un poco más y luego colgué. Sonó de nuevo la música relajante y cerré los ojos. Con el dinero pensaba pagar la obra y los muebles, y lo que me sobrara, iría de compras, necesitaba ropa nueva para el invierno.
Entonces pensé en la experiencia, la humillación constante de la vieja, “joder, que me ha hecho puta de verdad, la muy cabrona” pensé enfadada. Y como disfrutaba con cada azote, le brillaban los ojos aunque no sonreía nada, un rictus serio pero sus ojos mostraban como disfrutaba. Siempre me había gustado que me sujetaran o ataran, y que me sometieran un poco, eso siempre me encendía. Pero lo de anoche fue… fue…
Me empecé a pellizcar en los pezones y a tirar fuerte de ellos, que me doliera como ella había hecho anoche mientras follábamos. Recordé sus dientes apretando mis pezones, mordiéndolos mientras me metía una mano en el coño, la mano entera que entraba sin problema por lo mojada que yo estaba. Me metí varios dedos dentro de la misma forma como le había hecho a ella, cuando me ordenaba que se los metiera más adentro.
Recordé como me ordenaba cosas y yo las hacía sin pensar, solo por el ansia de obedecer. Y de pronto comencé a correrme, me convulsioné dentro de la bañera y el agua se derramó por el suelo mientras el orgasmo se alargaba más de lo normal. Cuando terminó me quedé tumbada tragando saliva, había gritado fuerte y tenía la boca seca. Me levanté de la bañera y me miré al espejo. Tenía los pezones hinchados y muy sensibles tras el maltrato que me había hecho yo misma. “Estoy loca, esa puta vieja…” pensé mientras me secaba.
Cristina
Estaba tumbada en mi cama intentando dormir, pero no podía porque me llegaban claramente los gemidos de Sara mientras follaba con Alberto.
Sentía envidia y tristeza. Alberto había venido a cenar y, mientras preparábamos la cena, Sara me había avisado:
- Oye, nena, esta noche Alberto se queda conmigo
- ¿No… no puedo participar?
- Esta noche no, cariño, que ayer lo tuviste para ti solita y hoy me toca a mí
Quise decirle que ella lo había tenido más noches para ella sola, pero me mordí la lengua, sentía miedo por si Sara se enfadaba y cortaba esta relación extraña que teníamos los tres. Mi única esperanza fue Alberto pero no dijo nada cuando los dos se fueron a la habitación de Sara.
Al final, me empecé a masturbar mientras los escuchaba. Me acaricié despacio mi estómago y mi coño por encima de las bragas, pero no tardé en estar tocarme el clítoris mientras me metía dos dedos. Me corrí un poco antes de que ellos terminaran tras un último gran gemido de Sara. Al fin se hacía el silencio.