Al día siguiente. Martes por la mañana.
Carlos
Al escuchar la llamada, miré al móvil y me alarmé al ver que era Silvia. Eran las 8:30 y no era nada normal que me llamara a esa hora ya que normalmente estaría camino de la oficina. Lo cogí rápidamente:
- Silvia ¿Qué ocurre?
La escuché respirar varias veces hasta que dijo:
- Hoy.. hoy no voy a trabajar
- Pero ¿Qué pasa?
- Es Gema
- ¿Está mala?
- Vamos… tenemos cita con el médico y…
- Pero ¿Está bien?
- Sí, está bien, está aquí en el coche. Tesoro, dile hola a Carlos
Escuché la voz infantil de Gema:
- Hola, Cajlos
- Hola, pequeña ¿Estás bien?
- Tengo sueño
Entonces escuché a Silvia decir:
- Cariño, mejor nos bajamos en la puerta mientras tú buscas aparcamiento ¿Vale?
- Sí, claro (escuché a Antonio)
Silvia se volvió a poner:
- Carlos, te dejo pero ¿Nos podemos pasar esta tarde por tu casa?
- Sí, claro pero me dejas…
- Sobre las 7 nos pasamos ¿Vale?
- Sí
Y colgó. Me dejó preocupadísimo. Iban los tres al médico y la voz de Silvia había estado super apagada ¿Qué habría pasado? Quise escribirle pero me lo pensé mejor, estaba claro que no estaba para charlas.
Me vino a la mente mi hijo. Era hablar de niños y médicos y me descomponía. “Dios, espero que no sea nada, por favor, por favor, a esa pequeña no”.
Carmen
Miraba a la gorda de Patri, que no paraba de hablar nunca, en otra de sus interminables historias, esta vez de sus últimas vacaciones. Le sonreí aunque me tenía harta y casi no le prestaba atención. Entonces, me llegó una notificación al móvil y lo miré.
Era Jamal, mi camello. Me decía:
- Hola, preciosa ¿Te viene bien que te llame?
Inmediatamente me imaginé que querría, liarme para otra de sus fiestas-orgías. Jamal y yo teníamos nuestra historia desde hacía muchos años. Posiblemente, Jamal era el tío que más había incrementado la cornamenta de mi ex, y no era de extrañar, un negro alto, fuerte, con una polla enorme y que follaba como nadie, la fantasía de cualquier mujer.
Tenía claro que le iba a decir que pasaba de sus orgías. Me había metido en eso por curiosidad y ganas de hacer cosas locas tras el divorcio, pero ya está, no más. Él era un chulo que organizaba esas fiestas para clientes y un día me lo propuso y acepté ir pero sin cobrar, que yo era muy zorra pero no puta. Y la segunda vez que fui a una de sus orgías, fue porque me coloqué un montón.
Pensé en escribirle que pasaba pero entonces recordé que me estaba quedando sin porros, fumaba demasiado últimamente, sobre todo con Santi tras follar. Tenía que ir a hacerle una visita. Le escribí “Te llamo yo en unos minutos”. Seguí haciendo como que escuchaba a la gorda, y cuando se cansó comentó de volvernos a la oficina y le dije:
- Ahora voy, Patri, que tengo que hacer una llamada
Y me desvié para llamar en un sitio menos concurrido. Jamal descolgó de inmediato:
- Carmen, preciosa, que alegría
- Déjate de historias, Jamal
- ¿Historias?
- Te dije que no más fiestas de ese tipo
- Pero cariño, si no es eso
- ¿No?
- No, no ¿Por qué no te vienes esta tarde?
- ¿Para qué?
- Tengo una mercancía que me acaba de llegar buenísima
- Ah ¿Sí?
- Sí, primera calidad, te lo digo yo
- Pues mira, estaba pensando que me hacía falta reponer mi abastecimiento
- Perfecto, perfecto, te espero
- Está bien, pero no me vas a liar para otra fiesta de esas
- Que no, mujer, que no es eso
- Ya
Me despedí y colgué. Volví a la oficina y entré en el despacho de Patri:
- Patri, guapa, me ha surgido algo esta tarde
- ¿El qué?
- Cosas del cole de mi hijo ¿Te molesta si salgo un poco antes?
- No, claro que no
- Gracias, eres un cielo
Un poco antes fue salir 3 horas antes. Quería aprovechar para hacer algunas compras. Fui a una tienda de lencería y me gasté demasiado dinero en varios conjuntitos que me iban a quedar de muerte. Luego, fui a una perfumería y también gasté más de la cuenta. Finalmente, llegué al local de Jamal.
Me recibió con piropos y besos. Me llevó a una sala llena de cojines y nos sentamos. Llamó para que nos trajeran un té. Vino una chica alta y rubia y la reconocí de la última orgía, una de sus putas. Muy guapa y tetona pero muy lánguida. Había follado con ella pero nada memorable ni de lejos.
Nos sirvió el té y se fue. Entonces Jamal empezó a liar un porro y lo fumamos. Le dije:
- No me vas a convencer con un porro
- ¿Convencer?
- Para la fiesta que tienes en mente
- Ayyy, cariño, pero si te he dicho que no…
- No me engañes, guapo, que te conozco
El porro estaba de muerte. Cerré los ojos notando sus rápidos efectos. Me descalcé y le puse los pies en su regazo. Rápidamente empezó a masajeármelos. Entonces dijo:
- ¿Sabes? Muchos de mis clientes han preguntado por ti
- Ajá (dije con los ojos cerrados y disfrutando del masaje)
- Sabes que podrías ganar muchísimo dinero si…
- Y tú sabes que no soy una puta
- Pero, cariño, cobrar por lo que te gusta es un plus
- No
- Algunos pagarían una pequeña fortuna por una noche contigo
- ¿Cuánto?
- 1000
- Pufff, valgo más que eso y lo sabes
Él se rio. Intentó convencerme para una fiesta, como ya imaginaba, pero me negué. Entonces dijo:
- ¿Te acuerdas de Jean?
Negué con la cabeza, sin abrir los ojos. Él continuó:
- Sí, el francés con el que te fuiste en la primera fiesta que viniste
- Ah, sí
Me vino a la memoria. No estuvo mal, un buen polvo. Jamal continuó:
- Ha preguntado por ti
- Ajá
- ¿No te interesa?
- No
- Tiene mucha pasta
- Que no soy puta
- Ahí está la cosa, él no se va con putas, nunca
Abrí los ojos extrañada. Él sonrió al ver que había captado al fin mi interés. Dijo:
- Como no eres puta, le interesas
- Ya me ha follado
- Por eso, le gustaste
- Normal
- jajajaja
Tenía las bragas mojadas por las manos de Jamal, me lo iba a tirar, lo tenía claro. Entonces dijo:
- Ese tío tiene mucha pasta
- Ya lo has dicho
- ¿No te interesa?
Me quedé mirándolo. Ahora entendía todo. Le dije:
- ¿Está soltero?
- No lo sé bien, es un poco misterioso
- ¿Y eso?
- Vino a través de otro cliente y ahora no para de insistirme por ti
- Y te va a pagar por ponerme en contacto con él ¿No?
- Un poco
- ¿Un poco? Jajajaja
- ¿Le doy tu móvil?
Lo pensé un poco. El tío no estaba mal, y no follaba mal. Podría ser interesante. Entonces me dijo:
- Aunque te advierto de una cosa
- ¿El qué?
- Corren rumores sobre él
- ¿Qué rumores?
- De que le gusta el sexo un poco….
- ¿Un poco qué?
- Extraño
Hice memoria y no recordaba nada extraño. Me folló por el culo pero eso no era raro. Le dije:
- No me pidió nada raro
- ¿No?
- No, estaba algo colocada pero lo recuerdo bien
- Ah
- No será un asesino o algo así ¿No?
- Noooo, cariño, te paso su contacto y lo llamas tú ¿Vale?
- Mmmm, vale
Él sonrió, estaba guapísimo. Le sonreí y dijo:
- No me has dicho nada de la hierba
- Es buena
- ¿Solo buena? Jajaja
- Vale, es muy buena
- ¿Te vas a llevar?
- Claro, lo de siempre
- Bien
Entonces moví mi pie y le acaricié el paquete, lo tenía duro. Sonreí y dije:
- Y también me voy a llevar lo de siempre de esto
Él sonrió y se echó sobre mí. Nos besamos largamente. Luego se incorporó y se desnudó. Me preguntó:
- ¿Quieres que llame a Dina?
- ¿La rubia tetona?
- Sí
- Mmmm no, es muy sosa
- Pero sabe comer muy bien un coño
- ¿Qué pasa? ¿Tú no quieres comérmelo?
- Jajaja, claro, nena
- Pues empieza
Tras terminar el polvo, un polvazo como siempre, nos vestimos y le pedí la hierba. Me trajo dos bolsas diciendo:
- Mejor te llevas dos, esto va a volar
- Mmmm, vale, pero tengo que ir al cajero
- Venga, te espero
- ¿Cuánto es?
Me dijo el precio y le dije:
- Joder, te estás pasando
- Te estoy haciendo un precio de amigo
- No me jodas, Jamal
- Lo acabo de hacer
- ¿En serio me vas a cobrar eso?
- Ya te he dicho que es un precio de amigo
Sopesé si llevarme solo una bolsa o dos. Salí a buscar el cajero. Vi el estado de mi cuenta y era lamentable, con la droga y mis compras, hoy me había pasado mucho, dejaba mi cuenta temblando, y aún tenía que pagar la obra y los muebles del dormitorio de Daniel. Dudé pero luego pensé “A la mierda, hay que disfrutar de la vida, le lloraré a mi ex para que me dé dinero para Daniel” y saqué el dinero.
Cuando se lo di a Jamal le dije:
- Y me pondrás unas pastillitas ¿no?
- ¿Además del precio de amiga?
- Cariño, no te vas a arruinar, y te vas a embolsar dinero por hacer de celestino con el francés… Dale mi móvil
- Jajajaja
Y me dio una bolsita de pastillitas. Me fui contenta, polvazo y un buen surtido para una temporada.
Recogí a Daniel y fuimos para casa donde tuve otro encontronazo con el responsable de la obra aunque ya se veía el final de la jodida obra. Revisé todo y tuve que callarme algunas cosas por las ganas que tenía de que acabaran, pero se iba a enterar cuando me pasara la factura.
Y Santi volvió a ponerse pesado, y como yo ya había follado y muy bien, no le di ninguna opción. O me traía lo que le había pedido o se quedaría sin sexo por una temporada.
Carlos
Escuché el timbre de la puerta y corrí a abrir. En la puerta vi a una Silvia con una cara que me dio miedo. A su lado estaba Gema que corrió a darme un abrazo en las piernas y me miró diciendo:
- Cajlos, Cajlos, besito
Me reí al escucharla hablar sin saber pronunciar la erre. La aupé, le di un beso y un abrazo. La niña era super cariñosa. Le dije:
- Gema, cuanto has crecido
- ¿Sí?
- Sí, por lo menos 2 centímetros desde que estuviste en mi piscina hace dos semanas
- ¿Y eso es mucho?
- Un montón
- Halaaaaa
La niña se quedó con la boca abierta y miró a su madre:
- Mami, mami ¿Has escuchado?
- Sí, cariño
- Ya soy una niña grande
Silvia me miró con una sonrisa triste. No entendía nada, veía a Gema como siempre, simpática y vivaracha. Me dijo:
- Enséñame tus muñequitos
Se refería a una colección de legos que tenía en casa. La llevé en brazos y le hice el recorrido que siempre le hacía, explicándole todo y poniendo voces a los personajes. Me moría de ganas por hablar con Silvia pero la niña no me dejaba. Cuando terminamos, la dejé en el suelo y le llevé una bolsa que tenía siempre preparada para ella con piezas grandes. En cuanto la dejé a su lado, se puso a construir. Entonces me senté al lado de Silvia y pregunté:
- ¿Y Antonio?
- No… No tenía ganas de hablar más del tema, hemos estado todo el día de médicos y…
Noté como se le llenaban los ojos de lágrima y dije:
- Tranquila ¿Quieres algo?
- Un té, por favor
Nos levantamos y fuimos a la cocina. Entonces ella se me echó encima y se puso a llorar en silencio en mi pecho mientras yo la abrazaba. Me temblaban las piernas pensando en lo peor, pensando en mi hijo y su cáncer. Entonces, cuando se calmó, me dijo:
- Gema es diabética
Sabía que eso era importante pero que no fuera un cáncer me alivió tremendamente. Ella me miró sin entender mi expresión y le dije:
- Perdona, perdona, sé que es grave pero me estaba imaginando…
Ella comprendió y dijo:
- Por dios, no, lo siento, siento haberte hecho pensar en tu hijo
- No… no pasa nada… Venga, cuéntame
Preparé el té mientras ella me contaba el mazazo de la tarde anterior con los resultados y las nuevas pruebas y consultas. Que llevaba desde ayer sin comer y sin dormir, que se echaba la culpa de todo porque sería algo que hizo durante su embarazo, que era una enfermedad para toda la vida y con muchas contraindicaciones alimentarias y de insulina. La tranquilicé en todo lo que pude, diciéndole que hoy en día esas cosas eran mucho más fáciles de controlar, que ella no tenía culpa de nada.
Me dijo que aún no tenían el 100% de seguridad porque faltaban algunos resultados pero todo apuntaba a ello. Estuvimos una hora en la cocina, ella se echaba a llorar constantemente, tenía los nervios destrozados. Se me abrazaba y lloraba contra mí intentando no hacer ruido por la niña.
Gema me llamaba cada dos por tres para que la ayudara o mostrarme su obra pero intentaba estar todo el rato con Silvia. Le dije:
- Silvia, te preparo algo de comer
- No puedo comer nada
- Pero tienes que comer, y dormir, te va a dar algo
- No puedo, no puedo
Y no había forma. Le dije:
- Esta semana no vengas a trabajar
- Pero…
- Lo arreglo yo todo, no te preocupes pero te quedas en casa con tu niña e intenta dormir y tranquilizarte ¿Vale?
- Gracias, Carlos
Cogiéndome la mano y apretándomela. Entonces le dije:
- ¿Por qué no os vais los 3 a mi casa en el campo?
- Antonio no podrá
- Se lo arreglo también
- Pero…
- Ya sabes que soy de recursos humanos, no te preocupes, no constará como baja ni nada, de eso me encargo yo
- No sé si querrá
- Díselo
- Espera
Y lo llamó delante mía. Le dijo:
- Cariño, sigo en casa de Carlos
Le pedí el móvil y hablé un poco con él, tranquilizándolo también. Se le notaba abatido. Entonces le pasé el móvil a Silvia que dijo:
- Carlos nos ofrece su casa del campo para esta semana
- Pero está lejos para ir y venir todos los días
- Dice que esta semana no trabajemos
- No me quedan vacaciones
- Dice que no nos preocupemos por eso
Se quedó callado. Silvia preguntó:
- ¿Qué te parece?
- No sé, Silvi
- Creo que nos vendrá bien, y a la niña le encanta aquello
- Ya
Le pedí el móvil y le dije:
- Antonio, no hay problema, necesitáis estar tranquilos, y ya sabes que allí de eso sobra
- Lo sé, Carlos pero…
- No te preocupes por el trabajo
Se calló y luego dijo:
- Gracias, Carlos
- Le doy las llaves a Silvia y la clave de la alarma, os vais esta noche o mañana, como veáis, y os quedáis todo el tiempo que necesitéis
- Bien
Le devolví el móvil y me fui con Gema. Tras un rato, llegó Silvia y dijo:
- Nos vamos a ir ahora, si te parece bien
- ¿A la casa?
- Sí
- Fenomenal
- ¿No vienes con nosotros?
- No, es momento de estar en familia, no con un viejo pesado
- Eres de la familia, para mí lo eres, no sabes lo bien que me ha venido venir aquí. Como siempre eres mi gran apoyo
Y me cogió de la mano. Entonces, cambiando la voz a una alegre dijo:
- Gemita, nos vamos a ir
- ¿Tan pronto?
- Sí, papá y yo tenemos una sorpresa para ti
- ¿Cuál? ¿Cuál?
- Pero entonces no sería una sorpresa
- Ohhhh
- ¿Nos vamos?
- Pero yo quiero estar con Cajlos
- Lo verás en unos días
La cogí y le dije:
- Claro que sí, pequeñaja
- Pero si me has dicho que ahora soy grande
- Jajaja, es verdad, pero sigues siendo mi pequeñaja ¿no?
- Noooooo, soy grande
Y estalló en risas cuando le empecé a hacer cosquillas. Luego la dejé en el suelo y las acompañé a la salida. Antes le di a Silvia las llaves y la clave. Cogí a Gema y le di un sonoro beso en la mejilla y ella se partió de risa. Luego, miré a Silvia que me dio un abrazo largo y me dijo muy flojito:
- Gracias por estar siempre para mí
Y me dio un beso en la mejilla. Las dos se fueron dejándome preocupado, muy preocupado.