El camino a casa lo hicimos en silencio, era evidente que las declaraciones de mi tío habían sido un golpe fuerte para la idea que tenía de quién era mi madre, una imagen que de por sí ya estaba bastante lastimada y que cada vez se iba destruyendo más y más.
Para Ramón las cosas tampoco estaban siendo del todo sencillas, pues claramente la excitación le había aflojado la lengua con respecto de un secreto que hubiera preferido llevarse a la tumba.
Cuando llegamos a casa, mi tío apagó el carro y se quedó un momento sentado al volante, en silencio, con la cabeza baja y mirándose las manos, como si no quisiera decir lo que estaba a punto de contarme.
- Tu madre era una buena mujer, no quiero que esa idea se borre de tu cabeza, ella era buena, la más bondadosa de todas las mujeres que he conocido, y supongo que ha sido la comparación que he hecho entre ella y cada chica con la que he salido, lo que me ha mantenido soltero por tanto tiempo.
Resultaba difícil mirar a mi tío de esa forma, parecía como si en su interior se estuviera librando una encarnizada batalla entre lo que debía hacer y lo que tenía que decir.
- Papá sufrió mucho cuando mamá murió, estaba desconsolado, no quería trabajar, se quedó por varios días encerrado en casa y sin hacer nada mucho más allá de comer lo que mi hermana le preparaba, para todos fue un gran impacto ver al hombre fuerte y valiente que conocíamos, tirado en la cama sin dejar de llorar. Un día, cuando regresaba de la escuela, entré a la casa, Alberto aún no había llegado y a diferencia de lo que solía ocurrir, tu mamá no estaba en la cocina, así que subí a buscarla a su cuarto y efectivamente estaba ahí, pero no estaba sola, papá estaba con ella. En aquel momento no sabía muy bien lo que estaba viendo pero él estaba encima de mi hermana, ella estaba desnuda y abrazaba a papá. Mi hermana gemía con mucha fuerza y él no dejaba de repetir el nombre de mamá, me acuerdo que incluso ella le decía palabras como “mi amor” “esposo” “mi vida” mientras papá se la estaba cogiendo. Yo me quedé parado en la entrada de la habitación sin saber muy bien qué debía hacer, pero no me podía mover, no quería hacerlo, por alguna razón necesitaba verlo, incluso después de que mi hermana me vio y me hizo una señal para que me fuera, tratando de que papá no se diera cuenta; no me pude apartar, era hipnótico ver a mi hermana siendo tan delgada y pequeña mientras estaba recibiendo toda la fuerza que nuestro padre le estaba dando, era cautivadora la manera como su cuerpo se sacudía una vez tras otra, cómo sus entonces pequeños senos se movían de un lado a otro mientras papá se la cogía. No me quité de ahí hasta que papá gritó enloquecido, eso me espantó y me aparté de la entrada pero me recargué en la pared, mientras escuchaba todo que le decía a mi hermana, como si la mujer debajo de él fuera mamá.
Ramón hablaba de una forma extraña, como si al mismo tiempo que recordaba una experiencia como esa, se sintiera feliz y triste a la vez, era muy extraño lo que me hacía sentir mientras me contaba aquella historia.
- Después de esa primera vez, papá se fue a trabajar al siguiente día y parecía un hombre nuevo, como si mi madre jamás hubiera existido, o tal vez como si aún siguiera viva en el cuerpo y alma de mi hermana. Supongo que no debería haberme extrañado que esa misma escena con tu mamá se repitiera en muchas ocasiones más; se la cogía casi a diario a pesar de que mi hermana aún era muy joven, pero ella accedía en cada ocasión aunque cuando Beto y yo estábamos en casa, ellos trataban siempre de no hacer mucho ruido para evitar llamar nuestra atención. Supongo que de cierta forma tu mami asumió el papel de mamá cuando murió, aunque ahora después de tantos años, creo que no debió haber sido fácil para ella asumir tal clase de responsabilidad. Hasta donde yo sé, lo que pasó entre ella y mi padre solo lo sabíamos nosotros tres, si Alberto llegó a enterarse de lo que pasó entre ellos, jamás se lo dijo a nadie, pero en muchas formas fue gracias a tu madre a quien nuestra familia no se fue a la mierda, gracias a su sacrificio papá volvió a su vida y pudo pagar por nuestros estudios y mantener la casa en pie en ausencia de mamá.
- ¿Por cuanto tiempo siguió pasando eso entre mamá y el abuelo?
- No lo sé, cuando ella se casó se alejó de papá, casi no lo visitaba y cuando llegaba a hacerlo siempre lo hacía en compañía de tu padre y no por mucho tiempo, presiento que pasó algo malo entre ellos porque el cambio de actitud en tu mami fue muy abrupto, de pronto un día ya no quería saber nada de papá y ya no quería estar cerca de él, pero en realidad no sé que fue lo que ocurrió entre ellos.
- Alberto me contó que su primera vez fue con mamá, me dijo que también fue ella quien te quitó la virginidad, ¿Eso como pasó? - Ramón suspiró con pesar, pero no tardó mucho en comenzar a narrar lo que ocurrió.
- Empezó en una de las ocasiones en que me vio mirándola mientras lo hacía con papá, solo que aquello ocurrió cuando yo era un poco mayor y entendía perfectamente lo que estaban haciendo, esa noche mientras los miraba cogiendo me estaba masturbando, una actitud algo descarada, pero supuse que si mi papá se daba cuenta, no tendría cara para reclamarme algo pues él se estaba cogiendo a su propia hija; el caso es que mi hermana provocó que mi padre se moviera, de tal forma que si no me hubiera ocultado seguramente me hubiera visto ahí parado y a pesar de que no creí que pudiera echarme algo en cara, aún así papá siempre fue un hombre que me daba mucho miedo, así que me oculté primero detrás de la pared pero luego un miedo muy intenso me acobardó y decidí marcharme a mi cuarto; estaba furioso con tu madre, me molestaba que me hubiera quitado la posibilidad de mirarla, entré en mi habitación muy contrariado y enfadado con tu mamá, tanto que incluso no logré calmarme lo suficiente para poder masturbarme, así que me rendí y decidí dormir, aunque no podía conciliar el sueño al sentirme tan enfadado y celoso de mi padre, me enfurecía pensar en que él pudiera hacerlo con mi hermana y yo no; pero para mi sorpresa, poco después tu madre se apareció en mi cuarto, poniéndose un dedo en los labios para que no hablara. Obviamente no la esperaba ver ahí y me quedé congelado en la cama, no podía moverme, como si tu madre me hubiera encantado para quedarme quieto.
Mi tío comenzó a revolverse en el asiento, se veía nervioso, pero más allá de eso y por lo que estaba pasando entre sus piernas, fui consciente de que lo que en realidad ocurría era que se estaba excitando al recordar lo que sucedió aquella noche con mi madre, algo que a decir verdad también le estaba pasando factura a mi cuerpo.
- Me acuerdo tan bien de todo lo que pasó, como si hubiera ocurrido ayer. Estaba vestida con una playera rosa y larga, con un estampado de Barbie en la parte de enfrente. Ella se sentó a mi lado en la cama, me miraba con gesto de reprobación y yo no podía dejar de verla a los ojos, sentía mi corazón latiendo a mil por hora, cuando de pronto me dijo que no estaba bien que la espiara mientras estaba con papá y luego, con una voz muy dulce me dijo que si prometía dejar de espiarlos, haría conmigo lo mismo que hacía con él.
Tras oír aquellas palabras fui consciente de que mi mano comenzaba a sobar una de mis piernas mientras mi vista se quedaba fija en el pene de mi tío, el solo imaginar a mamá en aquel estado, en esa situación, me había llevado de cero a cien en unos pocos segundos.
- No podía ni hablar, solo la miraba, la mujer más hermosa del mundo estaba sentada a un lado de mi cuerpo, aquella belleza que creía inalcanzable me estaba proponiendo hacer el amor conmigo a cambio de dejar de ver lo que hacía con papá. No me lo pensé mucho, no era necesario, asentí con la cabeza y tu mami sonrió, justo antes de besarme en los labios, de meterme la lengua en la boca y dejarme que la besara como yo siempre lo había deseado, como tantas veces lo había soñado.
Mi mano se colocó en la pierna de mi tío, sentía mi vientre ardiendo mientras él seguía dibujando aquellas imágenes en mi pensamiento, pero no hizo mucho cuando me sintió tocarlo, solamente recorrió un poco su trasero hacia delante y me dejó hacer lo que quería.
- Esa fue la primera vez que toqué los pechos de una mujer, mientras nos besábamos y ella me acariciaba el pene. Me acuerdo que en algún momento dejó de besarme y se quitó la playera, cuando regresó a mi lado me quería comer sus senos tan rápido y de la forma más intensa como me fuera posible, la tocaba, la mordía, escuchaba sus gemidos y sus quejidos cerca de mis oídos mientras ella me masturbaba y me tocaba los testículos con sus delicadas manos. Era increíble tener a esa hembra al fin a mi disposición, estaba sobrepasado por la emoción, quería hacer todo a la vez, quería replicar cada cosa que había visto a mi padre hacer con ella, pero afortunadamente tu mamá tomó las riendas de la situación y logró tranquilizarme.
Para ese momento el pene de mi tío ya brillaba fuera de su pantalón, mostrándose muy endurecido bajo el efecto de sus palabras y mis caricias, al mismo tiempo que mi otra mano se hundía entre mis piernas, penetrando suavemente mi vulva con mis propios dedos.
- Fue hermoso mirar a tu madre montada encima de mí, mirar como tomaba mi pene y lo hundía en su cuerpo, sentir su calor, la humedad de su vientre, ver sus ojos cerrándose al sentirme dentro de ella, y luego admirar la forma como se movía encima de mí, mordiéndose el labio mientras lo hacía, estaba vuelto loco, no terminada de creerme que aquello en realidad me estuviera pasando simplemente me parecía completamente irreal, pero estaba pasando, la mujer que tanto había deseado, aquella con quien soñaba, la misma que había inspirado cientos de mis pajas, estaba encima de mí, haciendo el amor conmigo, fue increíble estar así con ella, sentir su cuerpo sobre el mío cuando se dejó caer hacia delante y me besó, tomarla de las nalgas mientras mi pene entraba y salía de su cuerpo, escuchar sus gemidos cerca de mi oído, fue maravilloso.
La lujuria me había hecho su presa una vez más y no logré soportar la tentación de sentir el sexo de mi tío nuevamente dentro de mi cuerpo, así que sin demora, haciendo a un lado el brazo de Ramón, me sorprendí a mí misma cuando mi cabeza bajó buscando su pene y en cuanto estuvo a su alcance lo devoró, sintiendo el sabor a semen que aún estaba impregnado en él, dejándome seducir por su olor y por la dureza que sentía dentro de mi boca, mientras mi tío continuaba hablando.
- Esa noche no soporté mucho tiempo antes de correrme dentro de tu madre, fue algo tan maravilloso el saber que mi semen estaba en su vientre, sentir que ella no se quitaba de encima de mí, que buscaba mis labios para besarme y luego se sentaba de nuevo en mi cuerpo, sin dejarme salir de su vagina, me tomaba de las manos y las llevaba a sus senos sonriendo con ternura, mirándome a los ojos mientras me decía que recordara nuestro trato, que no quería volver a verme espiándola cuando estuviera con mi papá, y que si cumplía, cada vez que estuviera con él, me iría luego a visitar a mi cuarto y haríamos el amor como lo hicimos esa noche. Por supuesto que teníamos un trato, pero esa velada no se fue de mi cuarto, esperó pacientemente a que me volviera a poner duro y volvimos a hacer el amor, varias veces.
Mi cabeza bajaba y subía una y otra vez sintiendo la dureza de mi tío Ramón entrando y saliendo de mi boca, acariciando sus testículos mientras succionaba su pene y podía sentir en mis labios las palpitaciones de su sexo.
- Nunca fui tan feliz como aquellas veces en las que estuve con tu madre, nunca volví a sentir por ninguna mujer lo que sentí por ella, creo que lo más cercano que he estado de experimentar algo como eso ha sido al estar contigo, hija, y… - mi cabeza se levantó y miré rápidamente hacia la calle para asegurarme de que nadie pudiera vernos.
- Y entonces ¿Qué esperas para sentirlo de nuevo, hermanito? - dije, sorprendida de mis propias palabras, sin poder creer que en aquel momento necesitara tanto tener a mi tío dentro de mi cuerpo, sin poder creer que fuera yo quien iniciara un episodio más de esa perversa fantasía que le hacía recordar a mi tío los momentos en que cogía con mi madre, su propia hermana.
Ramón me miró con sorpresa al ver la decisión que tenía en la mirada cuando, sin apartar mi vista de sus ojos, pasé una pierna por encima de su cuerpo y me senté sobre su verga, dejando que entrara en mi vientre, sintiendo el placer que me brindaba esa sensación de mis labios abriéndose para darle la bienvenida al miembro de mi tío, sonriendo mientras lo experimentaba en mi interior, sacándome los senos del vestido para entregárselos a Ramón, quien no tardó en superar la sorpresa para comenzar a besarlos, a morderlos sin compasión mientras mis caderas atormentaban su miembro, sacudiéndolo con fuerza, haciendo que el carro temblara ante la fuerza del deseo que sentía por tener una vez más el semen de mi tío inundado mi vagina.
- ¿Te gusta cogerte a tu hermana? ¿Te gusta mamarme las tetas, hermanito? - susurré entre gemidos mientras mi tío tenía hundida su cara entre mis senos, con la boca llena de uno de ellos, tan concentrado en el placer que le estaba proveyendo que ni siquiera se tomó la molestia de hacerme el más mínimo caso mientras sus manos me tomaban de las nalgas y las apretaban con fuerza.
Eran demasiadas las emociones que experimentaba en aquel momento, demasiadas sensaciones las que me provocaba no solamente lo que mi tío me estaba haciendo, sino también el imaginar lo que mi madre había hecho con el abuelo y con su hermano, imaginar lo que le hizo a mi propio hermano, a mi tío Alberto; era demasiada información que procesar, demasiadas cosas que asumir, pero lo más impactante para mí, fue el saber que en ese preciso momento era justamente lo que imaginaba con respecto de mi madre lo que me tenía al borde del orgasmo, que pensar en ella cogiendo con los hombres de mi familia me ponía tan caliente y me excitaba tanto.
- ¡Ahhh! ¡Me vengo, hermanito! ¡Me voy venir en tu verga, hermano! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh!
De pronto Ramón se aferró de mi cuerpo con una fuerza inusual, abrazándome con determinación mientras mis caderas peleaban por seguirse moviendo en medio de frenéticos alaridos que escapaban de mi boca y el dolor que provocaban las mordidas de mi tío aferrándose a uno de mis senos, mientras al mismo tiempo en que mi orgasmo sacudía mi cuerpo, sentía su semen inundándome, haciendo que me estremeciera, que me sintiera débil, a su merced mientras se vaciaba dentro de mi vagina.
Nos besamos por un largo tiempo, mientras sentía cómo su verga perdía fuerza dentro de mi cuerpo, hasta que de pronto me aparté un poco de él y nos miramos a los ojos, sabiendo que la excitación nos había sobrepasado, que a ninguno de los dos nos había bastado lo que ya habíamos hecho en aquella velada.
- Hoy no regresarás a casa, hermanito - le dije con una voz inesperadamente sensual, antes de volver a besarnos en el auto, minutos previos a entrar en la casa y luego ir al cuarto de mis padres, donde mi tío me dejó completamente desnuda y me cogió por horas, durante toda la noche, sin que perdiéramos la fantasía de que eramos hermanos, sin dejar de interpretar lo mejor que podía el papel de mi madre al estar recibiendo las embestidas de su hermano.
Fueron pocas las veces que pude dormir tan bien en mi vida como lo hice durante aquellas horas, en las cuales me fue imposible despertar tras haber sido la puta de mi tío durante toda la noche, y supongo que de no haber recibido aquel mensaje que me despertó, seguramente hubiera seguido dormida por mucho tiempo más.
El mediodía se acercaba cuando abrí los ojos abruptamente, después de que mi celular sonara. Soñolienta aún, tomé el aparato, lo desbloquee y revisé para ver de qué se trataba, encontrándome con un mensaje proveniente de un número desconocido.
- Hola hija, soy tu tío Alberto, necesito hablar contigo, tuve algunos problemas con mi esposa, me gustaría verte, no se trata de un servicio, solamente quiero hablar contigo, pero si necesito pagarte para que accedas a verme, lo haré encantado, solo házmelo saber.
Aquel mensaje era extraño. No me hubiera esperado ese tipo de trato de mi tío y no me imaginaba de qué podría querer hablar conmigo, no entendía cómo podía arreglar algo en su matrimonio el que habláramos él y yo, pero aún así la curiosidad por saber lo que quería decirme y también la necesidad de dinero, me hicieron aceptar verme con él.
- Está bien, será la misma cuota que ya conoces ¿En dónde quieres que nos veamos? ¿Quieres venir a mi casa? - le respondí, con algo de frialdad, pues aún recordaba la forma como comenzó todo lo que pasó en la camioneta antes de que yo tomara el control de todo.
- No, prefiero que estemos en un lugar más público, si no te molesta ¿Te parecería bien si nos vemos en el lugar donde antes estaba la cafetería del señor Miguel? Podríamos tomar un café mientras hablamos.
- Está bien, solo dame una hora para bañarme y nos vemos ahí.
- De acuerdo, ahí te espero.
Sintiendo aún un poco de cansancio combinado con la sorpresa que me provocó la petición de mi tío Alberto, me senté en la cama para terminar de desperezarme, mientras miraba a un lado de mí el cuerpo desnudo de Ramón, quien seguramente podría dormir por muchas horas más después de la noche que habíamos pasado juntos; no obstante, no me agradaba la idea de que se quedara en mi casa mientras yo no estaba, así que moví su hombro varias veces hasta que se despertó, momento en el que me miró con una sonrisa tonta en sus labios.
- Hola, buenos días - dijo soñoliento.
- Hola - respondí, aunque por alguna razón, mientras lo miraba estirándose y tratando de despertar, de pronto no me sentí tan feliz de que estuviera ahí, de pronto no me gustó la idea de lo que había pasado, repentinamente lo único que quería era que se marchara de mi cama, de casa y de mi vista - lo siento tío, pero tienes que irte, tengo que salir y no puedes quedarte aquí - le dije, con una frialdad completamente inusual en mi voz, mientras me levantaba desnuda y caminaba hacia la puerta - y van a ser seis mil por el servicio de anoche, déjalos en el tocador de mamá, por favor - terminé gritándole mientras le daba la espalda y abandonaba la habitación.
Fue mientras estaba en la regadera cuando escuché la puerta de mi casa abrirse y luego cerrarse de nuevo, fue ese momento en el que supe que algo raro me estaba pasando con respecto de mi tío, pues no paraba de recordar todo lo que hicimos la noche anterior, así como tampoco dejaba de sentir esa extraña excitación que experimentaba al pensar en ello, la misma que me llevó a masturbarme mientras me duchaba, que me hizo gemir y gritar de placer mientras el agua recorría mi cuerpo y mis dedos se deslizaban sobre mi clítoris hasta hacerme estallar en un orgasmo precipitado pero delicioso.
Salí del baño minutos después, sintiéndome algo confundida pues nunca creí que pudiera experimentar esa clase de deseo por mi tío, sin embargo, lo hacía, al mismo tiempo en que lo añoraba, en que extrañaba su calor y sentir su cuerpo desnudo sobre mí. De pronto me quedó claro por qué razón me sentía de esa forma, una claridad de pensamiento que me hizo erizar la piel por todo lo que implicaba, que me hizo sentir incómoda e incluso culpable al tener que admitir lo que realmente sentía: estaba celosa de mi madre.
Era evidente, que era justamente eso lo que me estaba pasando, pues a excepción de mi primo, los hombres con quienes me había acostado durante aquellos días, solamente estuvieron conmigo por el recuerdo que les evocaba de mi madre; nunca había sentido tanto deseo viniendo de un hombre, nunca le había gustado a un chico tanto como a mis tíos y a mi hermano les gustaba mi madre, era asombroso lo que sentían y me di cuenta de que fue eso lo que me hizo echar a mi tío en esa mañana de la forma tan abrupta como lo hice minutos atrás: estaba enojada porque no me había deseado a mí, porque al hacerlo conmigo no había dejado de pensar en mi mamá, sin fijarse en la mujer que realmente tenía frente a él.
Al llegar al cuarto de mi madre observé un montón de billetes sobre el tocador y los conté, habían más de ocho mil pesos ahí, y debo admitirlo, me sentí un poco culpable por haber echado a Ramón de la forma como lo hice, pero las cosas ya estaban hechas así que no podía reparar mi grosería en aquel momento, pero pensé que tal vez la próxima vez podría recompensarlo.
Mientras me vestía para mi cita, no pude dejar de pensar en que lo que me dijo Alberto solamente sería una treta, que en realidad trataría de coger conmigo ya que le iba a cobrar mi tarifa de cualquier forma, así que instintivamente volví a acudir al vestuario de mamá para usar su lencería y uno más de sus vestidos; sí, lo sé, era contradictorio tomando en cuenta que quería sentirme deseada por quien era y no por lo mucho que podría recordarles a mi madre, pero en aquel momento mientras pensaba en lo que podría pasar con Alberto, solamente podía concentrarme en tratar de excitarlo tanto como me fuera posible, en tratar de incitarlo para que me hiciera suya, para volver a sentir el placer de coger con ellos, el morbo de que me llamara su hermana mientras me hacía el amor; sí, aquello se estaba poniendo peligroso, pues increíblemente lo que empezó solo como una forma de ganar algo de dinero, poco a poco se estaba convirtiendo en algo adictivo.
Salí de mi casa y me subí en el carro de mamá para ir a encontrarme con mi tío, estaba hermosa, olía delicioso y sabía que en cuanto me viera le recordaría a su hermana, que despertaría en él aquellos mismos instintos que lo llevaron a casi violarme en la camioneta tras haber cogido con su hijo, pero cuán grande sería mi sorpresa cuando repentinamente, después de llegar al lugar y estacionar el carro, en cuanto me bajé pude ver que quien estaba sentada en una mesa de aquel café, no era mi tío sino Rocío, su esposa, la misma que me observaba con una mirada seria y la misma actitud prepotente y altiva con que me había visto durante toda mi vida.
Si bien caminé hacia el café con la intención de sentarme frente a ella para saber qué era lo que quería, en cuanto estuve en la puerta del lugar me detuve, reconsiderando lo que estaba a punto de hacer, creyendo que si me sentaba a su lado la pasaría mal, que me recriminaría el haberme acostado con su esposo, que tal vez incluso me haría una escena enfrente de las personas que se encontraban desayunando en ese lugar.
Supongo que ella se dio cuenta de lo que pasaba, de que estaba a punto de dar marcha atrás para largarme de ahí, porque en cuanto me vio dudando abrió su bolso y sacó de él un sobre amarillo mientras me miraba a los ojos: seguramente mi tío le había dicho lo mucho que necesitaba el dinero y esa hija de puta lo estaba usando para obligare a hablar con ella. Esa perra sabía como obtener lo que quería, lo sabía tan bien que me vi a mí misma sorprendida cuando comencé a caminar en dirección a ella y luego me senté frente a esa mujer, tomando de inmediato el sobre para abrirlo y contar el dinero, antes de meterlo en mi bolso de mano y mirarla a los ojos.
- Tienes media hora, ni un minuto más - le dije, con frialdad, pues a pesar de que en aquel momento ya conocía la razón por la cual me trató mal durante toda mi vida, también sabía que había sido injusta conmigo, que todos aquellos maltratos, groserías y humillaciones que recibí de su parte, no me las merecía.
- Bien - dijo Rocío, bajando la mirada, demostrando que tenía tantas ganas como yo de estar ahí - no sé muy bien por dónde comenzar, pero aquí voy. Supongo que a estas alturas ya debes haberte enterado de la relación que mi esposo tenía con tu madre, así que no hablaré más de ello, ya sufrí bastante por causa de esa…
- Ten cuidado con lo que dices de mi mamá, no me importa lo que haya hecho, sigue siendo mi madre; y por favor dime de una buena vez para qué me citaste aquí.
Rocío me miró con un gesto de contrariedad, era claro que le molestaba que le hablara de esa forma y supuse que debía tener muy buenas razones para permitir que me dirigiera a ella de la manera como lo estaba haciendo.
- Mira, sé que no he sido una buena persona contigo, pero debes entender que durante mucho tiempo yo creí que eras hija de mi esposo, no puedes…
- Yo aún era una niña cuando tuve el accidente gracias al cual supieron que era hija de mi padre y no de Alberto, así que no quieras justificar todo lo mala que fuiste conmigo después de que eso pasara y perdón, pero si no me vas a decir para qué me hiciste venir aquí… - sentencié, mientras me ponía de pie, dispuesta a largarme de ahí, pero antes de que terminara de levantarme, ella me tomó rápidamente de la mano.
- Por favor no te vayas, necesito tu ayuda, ya no puedo vivir más pensando en que mi esposo se acuesta con otra, necesito saber qué es lo que tengo que hacer para retenerlo, necesito saber qué tienes de especial, qué tuvo de especial tu mamá como para que no se pueda olvidar de ella, como para que piense que puede encontrar en ti lo que perdió cuando tu madre se murió, por favor, esto es humillante para mí, pero quiero salvar mi matrimonio y necesito que me ayudes, te pagaré lo que quieras, pero por favor, no me dejes sola en esto.
Una risa amarga escapó de mi boca mientras me sentaba, mirando cómo sus ojos se ponían rojos y poco a poco se iban inundando con sus lágrimas.
- ¿Por qué habría de ayudarte? Nunca fuiste buena conmigo y si dejo las cosas como están, seguramente Alberto me va a llamar de nuevo y lo que tú no me des de dinero me lo va a dar él, no veo cuál sería la razón por la que yo te ayudaría.
Rocío bajó la cabeza y por primera vez en mi vida la vi derrumbarse ante mis ojos, llorando de impotencia, expresando un dolor tan grande y tan intenso que el solo verla resultaba complicado. No voy a mentir, la verdad al principio disfruté de verla así, pero aquel regocijo solamente me duró unos pocos minutos, pues pronto sentí un gran remordimiento y lástima por ella, tanta como para suspirar con fuerza y acceder a sus deseos.
- Está bien, lo haré - Rocío levantó la mirada con los ojos muy abiertos y la boca temblándole de forma violenta e incontrolable - pero por ser para ti, te cobraré el doble en cada ocasión que nos veamos, ¿De acuerdo? - ella asintió vigorosamente mientras se secaba las lágrimas - ahora dime ¿Cómo pretendes hacerlo?
- ¿Quiero saber cómo hacerle el amor? ¿Quiero saber cómo despertar su deseo? Necesito entender cómo funciona mi marido en la cama, qué es lo que despierta sus instintos, cómo logro que me desee a mí y que se olvide de su hermana, quiero que me vea de nuevo como su mujer y no solo como la madre de su hijo.
- No creo que puedas lograr todo eso de una forma tan sencilla, pero por lo que sé y por lo que he visto en él y en Ramón, la forma más fácil de comenzar sería fingiendo ser mi madre - Rocío abrió mucho los ojos y levantó las cejas, tan sorprendida como indignada - no sé qué era lo que mi madre les hacía, no sé qué era lo que les daba para que la desearan tanto, pero lo que sí sé es que el hacer que piensen en ella mientras lo hacemos, es lo que despierta con más facilidad sus instintos, lo sé porque lo viví varias veces en estos últimos días.
- No, imposible, yo nunca… - dijo alterada, como si la sola idea de fingir ser mi madre le causara tanta repugnancia que no lo veía como una opción.
- Bien, pero te será más difícil lograrlo de otra manera, y creo que…
- Creo que en realidad lo que quiero es que me enseñes a hacerle el amor a mi esposo, nunca he logrado que termine con la cara de satisfacción que siempre lograba tu mamá, la misma que tenía cuando lo hiciste con él en la camioneta.
- Y ¿Como supones que pase eso? Para ello necesitamos un hombre, así que…
- Podríamos hacerlo con Alberto - dijo Rocío, notablemente contrariada, siendo evidente que al proponerlo se estaba tragando su orgullo, pues la forma como planteaba que nos comportáramos implicaba que tendría que verme cogiendo con su esposo.
La miré por unos segundos dudando de que aquello fuera una buena idea, pero luego llegué a la determinación de que si eso era en realidad lo que quería hacer, a mí solo me restaría cobrar por mis servicios y hacer lo que me pedía.
- Serían seis mil para ti y tres mil para tu esposo, nueve mil por cada ocasión en la que nos veamos.
- Está bien, te lo pagaré, pero entonces, ¿Tenemos un trato? - asentí con la cabeza, pensando en una última condición, algo que me permitiría tener un cierto nivel de control en lo que pasaría.
- Una cosa más, cada vez que nos veamos para esto, lo haremos en mi casa, en la cama de mi madre y esto no está a discusión, ¿Está claro? - Rocío asintió con energía, aunque algo ofuscada por lo que le acababa de imponer - pues entonces solamente falta que se lo digas y me hagas saber cuando…
- Mañana mismo, iremos contigo por la tarde, estoy segura de que Alberto no pondrá objeciones para esto, lo conozco bien, no se va a resistir a la tentación de coger contigo enfrente de mí - dijo sin mirarme a los ojos, mientras yo me ponía de pie para marcharme del lugar.
- Entonces solo esperaré tu confirmación y los veo mañana en casa, adiós Rocío.
Me marché del café con las piernas temblorosas mientras me dirigía al auto de mamá, pensando en todo lo que podría salir mal con el plan de mi tía, pensando en lo desesperada que debía estar para acceder a tal clase de situación, pero de cierta manera, también pensando en lo satisfactorio que sería el regresarle a esa mujer, una de las muchas que me había hecho en el pasado.
LOS CAPÍTULOS DE ESTA SERIE SE PUBLICARÁN POR ACÁ SEMANALMENTE. TAMBIÉN PUEDES SEGUIRLA EN MI PÁGINA DE PATREON DONDE LA SERIE YA HA FINALIZADO EN TODOS LOS NIVELES, Y DONDE ADICIONALMENTE ENCONTRARÁS MÁS HISTORIAS Y SERIES DE AMOR FILIAL. SÍGUEME EN REDES PARA MANTENERTE AL TANTO DE LAS ACTUALIZACIONES, Y/O ECHA UN OJO A MIS LIBROS. TODOS LOS LINKS ESTÁN EN MI PERFIL. GRACIAS POR LEER MI RELATO.