- ¿Dónde está tu hermano? – preguntó Ramiro a su hijo Paco –
- No sé, padre, estará por el monte. Ya sabe usted como le gusta despistarse.
Ramiro fue al granero, seguro que le pillaba allí perdiendo el tiempo con cualquier bobería. Después de una búsqueda infructuosa decidió ir al establo a preguntar a su hija.
Entró y la vio sentada en un taburete ordeñando una vaca. Cuando iba a aproximarse observó que su hijo Luís se acercaba por detrás y le tocaba las tetas.
- Vaya tetazas tienes. – dijo apretando los pechos de su hermana entre las manos –
- Déjame en paz. – respondió Marisa enfadada –
Pero en vez de apartarse de ella, Ramiro vio como Luís levantaba la camiseta de su hermana dejando sus tetas a la vista.
- Estate quieto. ¡Guarro! – protestó ella –
- Déjame chuparlas un poquito, Mari.
- Que no, pesao. – dijo muy risueña –
- Solo un poquito, igual que otros días. ¡Venga!
Ramiro se quedó helado al escuchar a su hijo, lo que estaba ocurriendo ahora ya había pasado antes. Pensaba salir a darle un pescozón pero prefirió esperar la respuesta de su hija.
- Venga, asqueroso. Pero solo un poco. – respondió Marisa riendo –
La chica se levantó del taburete y Luís se lanzó sobre sus tetas, las chupó, mordió y estrujó con los dedos mientras su hermana miraba y reía sin decir nada.
- ¡Joder que tetas mas buenas tienes! Mari. – dijo sin dejar de morderlas –
Ramiro no podía creer lo que veían sus ojos, su hija sujetaba la camiseta en alto para que su hermano devorara sus tetas.
De repente se dio cuenta que se había empalmado y sintió mucha vergüenza, se estaba poniendo cachondo viendo pecar a sus hijos.
- Mari. Cada día estás más buena. – dijo Luís con uno de los pezones en los labios -
Ramiro vio como su hija sonreía y se ponía coqueta.
- ¿De verdad estoy buena?
- Joder. Ya te digo.
- Eso lo dices porque no hay otra chica cerca, si no seguro que me cambiabas por ella.
Marisa se giró dando la espalda a su hermano y se apoyó sobre el travesero donde se ataban las vacas.
Bueno, al final solo ha sido una tontería entre hermanos. – pensó Ramiro al verla –
Pero de nuevo se quedó de piedra al comprobar como Luisito se aproximaba a ella, y sin ningún miramiento, la rodeaba con los brazos y metía la mano bajo la camiseta agarrando de nuevo sus tetas.
- ¿Solo quieres eso? – dijo Marisa tentadora –
Su hermano se pegó a ella y comenzó a frotarse contra su trasero.
- Ummm.- gimió Marisa al instante –
- Quieres que te toque el culo. ¿Verdad? Perra.
- No sé. ¿Tú que me propones? – dijo provocadora -
Luisito levantó la falda y dejó al aire el culazo de su hermana. Solo una braguita celeste tapaba escasamente la rajita entre sus nalgas.
Marisa comenzó a contonearse moviendo su culo blanco como la leche y Ramiro sintió que aquello se le iba de las manos.
Tenía que pararlo o sus hijos cometerían un pecado. Estaba decidido a salir del rincón en que se encontraba cuando se dio cuenta que tenía un problema, si se presentaba ante ellos con una erección de caballo iba a quedar como cagancho.
Los segundos que tardó en pensar qué hacía, bastaron para desanimarlo.
- ¿Quiere arrimarme la verga el pequeñín? – dijo Marisa ronroneando –
Luisito no se molestó en contestar, sacó el miembro al instante y lo metió entre las piernas de su hermana.
- Ummm.- gimió ella al notarlo – Métela bien pegadita que se roce bien con mi coño.
Ramiro estaba a punto de colapsar, su hijo se movía como si estuviera follando a su hermana y ella se echaba hacia atrás para que pudiera tocar a gusto sus tetas.
- ¿No quieres que te folle? Mari.
- No, que tengo la regla.
Joder, sus hijos ya habían pecado, habían hecho algo imperdonable y él no se había percatado hasta ahora.
Sintió mucha vergüenza y no supo qué hacer, pero la imagen de Luisito culeando sobre el trasero de su hermana le puso verraco otra vez.
Marisa gemía sin parar mientras Luisito rebotaba contra sus nalgas y amasaba con fuerza sus tetas.
- ¡Vaya tetazas tienes! Cabrona.
- Ummm. – respondió Marisa agitada – Cállate y arrímame bien la verga.
Ver como simulaban follar, y oír los jadeos de su hija, le estaban poniendo tan cachondo que sin poder evitarlo comenzó a hacerse la paja.
Ramiro no perdía detalle, miraba con ahínco como la verga de su hijo se deslizaba entre los muslos de la Marí.
Ella apretaba las piernas y el miembro rozaba su rajita desde el culo hasta su pubis.
- Ummm. Joder que pollón tienes, hermanito. – dijo ella casi sin aire –
Luisito le dio una nalgada y apretó con fuerza sus tetas. Al ver como Marisa suspiraba volvió a lanzar su propuesta.
- Deja que te folle, Mari.
- Uffff. Es que….
- Venga, que lo estás deseando.
- Vale, métemela un poquito.
Marisa apoyó las manos en el travesero, separó bien las piernas y se inclinó hacia delante, levanto el culo con ganas y se giró mirando a su hermano.
- Venga. Ya puedes follarme.
Luisito no tardó ni un segundo, arrimó la polla al coño de su hermana y la deslizó entre sus gajos.
- Ummm. Como me gusta.- dijo ella suspirando –
Luisito la movió despacito hasta meter la puntita, cuando notó que ya estaba encajada empujó suavemente y pregunto a su hermanita.
- Venga, Mari. Déjame que te la meta entera.
- Ummmm. Pero solo un poquito más. – dijo muy excitada -
Su hermano se balanceo hacia delante y después se la metió de golpe.
- Uffff. Más despacio, cabrón. ¡Joder! Que casi me partes.
Luisito no hizo ningún caso, la sujetó por las caderas y comenzó a penetrarla con ganas.
Ramiro se encontraba perdido, sus hijos estaban follando y él no sabía ni quería pararles, estaba tan excitado que solo pensaba en masturbarse.
- Ummmm. ¡Fóllame Luisito! ¡Fóllame fuerte! – pedía Marisa a gritos –
Y su hermano se la metía con tanto ímpetu que la chica se golpeaba sin parar contra el travesero.
- Vaya coñito tienes, Mari. Te follaría a todas horas.
Pero Mari no respondía, respiraba a bocanadas y se agarraba con fuerza para no caerse al suelo.
De repente se oyó que se abría la puerta del establo y Ramiro se escondió tras unas balas de heno.
Marisa se subió las bragas y la falda y Luís se colocó el pantalón rápidamente. Al ver que era Paco quien entraba se relajaron y fingieron que no pasaba nada.
- Te está buscando Padre. – dijo nada más entrar –
Pero al verlos de pie y tan callados sospecho que algo pasaba.
- ¿Qué andabais haciendo?
Luís levantó la camiseta de Marisa mostrando sus grandes tetas. Ésta las balanceó entre risas mientras Paco se lanzaba como una hiena a por ellas.
Ramiro no podía creerlo, Marisa las cogía con las manos y sus hijos las devoraban a dúo colgados de cada una de ellas.
- Enséñanos las bragas. – dijo Paco muy excitado –
- ¿Y si aparece Padre? – respondió Marisa nerviosa –
- No va a venir por aquí, ya sabes que ahora toca recoger las ovejas –
Con gran rapidez, Marisa se bajó de nuevo la falda enseñando sus pequeñas braguitas azules. Los dos miraron excitados y la rodearon como lobos a su presa.
Luís tiró de la braga mostrando su sexo peludo y Paco le quitó la camiseta liberando por completo las tetas. Marisa no paraba de reír y cuando la tumbaron encima del heno abrió por completo las piernas.
- ¿Quién va a comenzar hoy? – dijo tocándose las tetas –
- Yo. – respondió Paco entusiasmado – Ayer te folló Luisito primero.
A Ramiro le faltaba el aire, estaba viendo como sus tres hijos fornicaban y se encontraba tan acalorado que aún seguía acariciándose la verga.
El espectáculo era obsceno, Marisa abría mucho las piernas y Paco la follaba como un conejo, la penetraba a pequeños empujones clavándola el miembro golpe tras golpe.
- Ummm. – gemía Marisa –
- Date prisa Paco, a ver si va a llegar padre. - dijo Luisito que se había quedado a medias -
Pero Paco iba a lo suyo y se la metía con ahínco a su hermana.
- No vayas a correrte dentro – gimió Marisa preocupada - Ya sabes lo que dijo el abuelo.
Ramiro oyó a su hija y no podía creerlo. ¿Qué tenía que ver su padre en esta orgía incestuosa?
¡Bah! - Pensó - Es fruto del placer, Marisa está tan excitada que se ha confundido al mencionar al abuelo.
Quería salir de su escondrijo y darles un buen rapapolvo, pero cuando estaba decidido, oyó algo que le dejó de hielo.
- Yo te la meto por el culo. – dijo Luís convencido – Así puedo correrme dentro.
- Una mierda.- contestó Marisa – Ayer me disteis los dos por culo y hoy casi no puedo sentarme.
¿Hasta dónde habían llegado sus hijos? Mantenían una relación incestuosa hasta el punto que violaban a su niña por todos los agujeros.
Pobre hija mía – pensó Ramiro al oírla – Seguro que estos cabrones llevan años abusando de ella.
Decidió mantenerse escondido, por un lado le picaba la curiosidad pero por otro le excitaba ver como follaban entre ellos.
Ya se había corrido una vez y de nuevo tenía la verga empalmada, sabía que no estaba bien hacerlo mirando a sus hijos, pero finalmente la sacó y volvió a masturbarse.
- Luisito, ponte de rodillas a mi lado. – dijo excitada Marisa –
Cuando éste lo hizo, la chica cogió la verga y la dio un buen meneo, se la metió en la boca y la chupó como una condenada.
- ¡Que bien la chupas! Cabrona. No me extraña que le guste tanto al abuelo.
Marisa no dijo nada y siguió chupando su particular caramelo, succionaba con pasión el glande y pasaba la lengua por el tronco. Cogió los testículos de su hermano con la mano y los acarició suavemente.
- Poca leche vas a darme hoy, los tienes casi vacios. – dijo riendo – Seguro que te has matado a pajas mientras estabas con las ovejas.
Ramiro estaba asustado, otra vez había oído hablar del abuelo, pero además su dulce niña le tenía alucinado. ¡Vaya vocabulario vulgar utilizaba delante de ellos!
- Joder, Paco. Fóllame con ganas. ¡Coño!
Paco se levantó de repente y apuntó la verga a su pecho, la sacudió un par de veces y lanzó tres ráfagas que tiñeron de blanco las tetazas de Marisa.
- ¡Que cabrón eres! Me has dejado a medias. – dijo ésta enfadada –
Luisito no perdió el tiempo y se metió entre sus piernas, colocó el capullo entre los gajos, y al igual que la vez anterior, de un golpe se la clavó toda entera.
- ¡Joder! Luisito.- dijo chillando Marisa – Vas a hacerme daño.
- Jajaja. – rió Luís al oírla – Eso no se lo dices al abuelo cuando te mete su rabo.
- Cállate y muévete de una vez. – dijo Marisa enfadada – Que quiero correrme antes de que llegue Padre.
Luís comenzó a penetrarla con un ímpetu descontrolado y Marisa subió los pies hasta ponerlos en sus hombros.
- Ummm. – gemía la chica – Esto es otra cosa. Tú sí que sabes follar y no como este picha corta.
Los dos rieron la gracia pero Paco torció el gesto. Ramiro vio la cara de su hijo y pensó que tenía que hacer algo.
- Al menos leche si me has dado. –dijo Marisa esparciendo la corrida de Paco por sus pechos.
Amasaba sus tetas con las manos llenas de semen y movía alocadamente las caderas buscando la polla que penetraba su coño.
Ramiro miraba excitado a su hija, al masajear sus tetas con la leche de Paco, en lugar de estar follando parecía estar dándose crema en la playa.
Desde su escondite podía ver como Marisa levantaba las piernas ofreciendo su coño velludo, y la verga de Luís entrando y saliendo mientras ella gemía sin descanso.
Por fin Marisa se acabó corriendo y pidió a Luís que esperara, se puso de rodillas frente a él y sacó la lengua obsequiosa.
- Córrete en mi boca, cabronazo. Que se que te pone muy burro.
Luís agarró a su hermana por el pelo y golpeó su lengua con el glande.
- Vamos, hermanita. Vas a tragártelo todo.
Fue oír a su hijo y Ramiro eyaculó al instante, pero al ver a su niña con la boca abierta recibiendo la corrida de Luisito, a punto estuvo de volver tocarse.
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