5. Leticia
Esa mañana supe que la noche había sido muy difícil. En realidad no tenía muy claro lo que ocurrió antes de que lograra desconectarme por completo del mundo, pero en la medida en que mis sentidos se iban activando poco a poco, pude recordar la sensación de los movimientos del colchón cuando Su se levantó y salió de la cama, así como también fui capaz de recordar los sonidos que escapaban del cuarto de mi hijo, el crujir de la cama y los gemidos ahogados de mi mujer, quien seguramente intentó por todos los medios guardar tanto silencio como le fuera posible para no lastimarme una vez más.
Ojala pudiera decir que aquella experiencia que se presentaba algo borrosa entre mis recuerdos fue lo más horrible y doloroso que viví esa noche, pero en realidad solamente fue la punta de lanza de lo que sería una madrugada llena de torturas originadas en lo más oscuro de mis propios pensamientos.
No sé cuanto tiempo pudo haber pasado desde el momento en que los escuché haciendo el amor hasta el instante en que el sueño me venció y comencé a tener extrañas y dolorosas experiencias oníricas, donde mi hijo tenía sexo con mi mujer frente a mí y ambos me decían riendo que jamás podría saber lo que se sentía estar de esa forma con Manu, otra donde mi hijo me hacía el amor pronunciando el nombre de Su y una más, la que de hecho resultó ser las más traumática y difícil de tolerar, donde nuevamente me encontraba en la camioneta en la que probablemente fue concebido mi hijo, rememorando la horrible sensación de parálisis mientras un hombre me cogía a su antojo sin que yo pudiera defenderme, una situación que de entrada ya era bastante mala como para todavía tener que soportar la imagen que se me presentó cuando el tipo se levantaba y me miraba a los ojos sonriendo, haciendo que me diera cuenta horrorizada de que era precisamente mi Manu quien había adoptado el papel de mi violador.
La tortura acabó horas más tarde cuando el efecto de las pastillas se terminó, sin haber logrado descansar en absoluto, siendo apenas capaz de despertar pero sintiendo algo de tranquilidad al sentir la cama bajo mi cuerpo y las cobijas protegiéndome del frío; fue difícil ir recordando poco a poco lo que escuché la noche anterior, así como darme cuenta paulatinamente del estado en que me encontraba al sentir mi entrepierna aún humedecida al igual que mis bragas, ser consciente del cansancio que me agobiaba, la debilidad que reinaba en mi cuerpo y la tristeza generalizada que me acompañaba; un estado lamentable, consecuencia de lo desgastante que resultaba pelear en contra de mis propios pensamientos, tratando de reprimir constantemente mis deseos y sentir que todo ese esfuerzo había sido en vano cuando, al ir a la cama, me vi obligada a enfrentar aquellos sueños donde me encontraba justamente en el tipo de situación en el que deliberadamente intentaba no pensar mientras estaba despierta.
Abrí los ojos experimentando la sensación de mis lágrimas secas manchando la piel de mis mejillas, sin querer levantarme ni hacer el más mínimo movimiento, intentando no alertar a mi mujer de que había despertado pues no quería tener nuevamente la misma charla, no quería escucharla disculpándose ni mucho menos llegar al punto en el que desistiera en sus intentos por embarazarse, pues sabía que si llegábamos a esa instancia, ella no sería capaz de perdonarme así como yo no lograría dejar de sentir la culpa que implicaría el que Su abandonara sus sueños para no hacerme sufrir.
Era difícil asumir lo mucho que había cambiado nuestra relación desde el momento en que accedí al trato que Su me propuso, me parecía increíble estar recostada en la misma cama que mi mujer y sentirla más lejos de lo que nunca había estado de mí, como si entre nosotras hubiera un abismo infinito que nos impidiera volver a estar juntas.
- Lety ¿Estás despierta? - susurró Su a mis espaldas, pero yo no fui capaz de reaccionar, era horrible experimentar la envidia que sentía en contra de mi mujer en cada ocasión en que miraba sus ojos, pues el hacerlo me llevaba a recordar lo que hacía con mi hijo por las noches, llevándome a un lugar oscuro donde la impotencia y la tristeza se apoderaban de mis pensamientos - ayer te vi llorando cuando regresé al cuarto, no sé si estabas despierta o no, pero… - su voz se cortó por el llanto, algo que trató de disimular sin lograrlo - lo siento, Lety, de verdad lamento haberte lastimado tanto, me odio a mí misma por haber provocado que sintieras tanto dolor; pasé la noche entera pensando en una forma de que todo esto funcionara para los tres, pero creo que no la hay, al menos no fui capaz de encontrarla, por lo que tomé la decisión de detener todo esto - un sobresalto me atacó y me hizo abrir mucho los ojos, antes de volverlos a cerrar en un intento por seguir fingiendo que estaba dormida - ser madre no es tan importante para mí como el saber que tú eres feliz - sentí el movimiento de la cama antes de que los labios de Su besaran mi mejilla, al mismo tiempo que experimentaba la forma como sus lágrimas se derramaban sobre mi piel mientras apretaba los ojos con fuerza, obligándome a no mirar a Susana, sintiendo un horrible sentimiento de culpa al saber que estaba renunciando a su sueño para evitar mi sufrimiento - ojalá que puedas perdonarme, haré lo que sea necesario para tratar de resarcir el daño que te hice, mi amor; te amo, te amo mucho - terminó de decir, antes de besar nuevamente mi mejilla, levantarse y salir del cuarto.
Escuchar a Su hablando de esa forma destruyó una parte de mí, pues no quería que renunciara a su sueño de convertirse en madre; saber que dejaría de intentarlo me hizo entender que era yo quien limitaba sus deseos, que por mi culpa sería incapaz de conocer el placer que suponía ser mamá y que al final sería algo que cargaríamos en nuestras espaldas, representado por el remordimiento que tendría que llevar a cuestas y el rencor que ella podría experimentar en mi contra por haberle negado su sueño, provocado un vacío con el cual se vería obligada a vivir al no poder ver su anhelo hecho realidad.
No, no me sentía tranquila tras escuchar las palabras de Susana, por el contrario, me sentía como una basura al ser la razón por la que no podría vivir la maravilla de convertirse en madre; y por si eso fuera poco, en el momento en que Su terminó de hablar, entendí que de nada serviría que dejara de tener sexo con mi hijo, pues a pesar de mi reticencia y de lo mucho que pudiera negar lo que sentía por él, era un hecho que el deseo que experimentaba no se desvanecería con tan solo saber que dejarían de hacer el amor e intentar embarazarse.
Me quedé tirada en la cama por mucho más tiempo del que jamás había estado en una mañana cualquiera, incapaz de moverme, sintiendo un dolor constante en mi estómago y llorando sin control mientras escuchaba a Su tomar una ducha y vestirse, para luego sentir sus labios besando mi frente antes de marcharse de la casa, sin decir nada más, pues en realidad no había ninguna otra palabra lo suficientemente poderosa como para que pudiera arreglar lo que se había roto entre las dos.
En la medida en que el tiempo pasó una vez que Susana dejó la casa para ir al trabajo, poco a poco mi llanto cedió y mis pensamientos se fueron aclarando, aunque ello no logró tranquilizarme en los más mínimo, pues de pronto me di cuenta de que había algo más que me seguía atormentando, algo que comenzó un instante antes de que Susana interrumpiera la charla que tuve con mi hijo la tarde anterior: Manu en realidad me deseaba; una idea que se tornó frustrante al entender que lo que sentía era mutuo, pero que ese deseo jamás llegaría al plano terrenal, pues sin importar lo mucho que quisiera que ocurriera algo entre mi hijo y yo, no por ello dejábamos de ser lo que éramos ni ese acto dejaba de representar una abominación.
- Mamá ¿Ya despertaste? - escuché la voz de mi hijo desde la puerta, donde se encontraba parado. Un vacío muy intenso en el estómago me atacó, pero sabía que no podría comportarme con mi hijo de la misma forma como lo hice con Su, así que me giré un poco hasta recostarme sobre mi espalda y lo miré a los ojos, encontrando una expresión preocupada y triste en su rostro, mientras se acercaba a la cama y se recostaba a lado mío - mamá me dijo que no continuaremos con lo del embarazo, me dijo que te encontró llorando en la noche cuando regresó y que no quiere que sigas sufriendo.
- Lo siento, hijo, yo no quería que…
- No tienes por qué disculparte mamá, uno siente lo que siente y ya está, pero aún así me gustaría hablar contigo de lo que no pudimos hablar cuando nos interrumpió - nuevamente ese vacío se intensificó en mi estómago.
- Hijo, no debemos hablar de eso, ni siquiera debí haberte dicho lo que sentía, yo no…
- Mamá, por favor déjame hablar - dijo de una forma tranquila, pero con tanta seguridad que no me quedó más que cerrar la boca y dejar que dijera lo que tuviera que decir - no quiero hablar de ello por capricho, quiero hacerlo porque de lo contrario no vamos a solucionar nada. Sé lo que sientes con respecto de lo que hago con mamá porque tú me lo dijiste y lo he estado pensando mucho. Mamá quiere tener un hijo, jamás la había visto tan emocionada por algo y, perdón, pero no creo que sea justo negárselo; por otro lado tampoco es justo que estés sufriendo por ello… y bueno… a lo mejor lo que se me ocurrió podría solucionarlo, quiero decir que quizás si tú y yo… - mi hijo hizo una pausa y noté cómo se le coloreaban las mejillas - mira, tú me dijiste que te sentías celosa de que Su y yo hiciéramos el amor, en tus propias palabras, me dijiste que deseabas ser tú quien estuviera en su lugar… lo que quiero decir es que, quizás si tú y yo tuviéramos lo que tengo con mamá, tal vez las cosas no serían tan difíciles para ti.
- ¿Me estás proponiendo que…? - comencé a preguntar con los ojos muy abiertos, mirando atónita a mi hijo, sintiendo un estremecimiento en todo el cuerpo.
- Sí, justamente es lo que estoy proponiendo. Mamá, Su se fue muy mal hace rato, tenía los ojos hinchados, se veía que estuvo llorando por mucho tiempo y se veía muy triste, mírate a ti misma, no paras de llorar y seguramente que el que mamá haya desistido en sus intentos por quedar embarazada, no es algo que a ti te haga muy feliz - negué con la cabeza - ¿No crees entonces que valdría la pena intentarlo? Si no funciona entonces las cosas no cambiarían de como están ahora, salvo por el hecho de que al menos ya no tendrías que estar sufriendo por algo que quieres hacer pero no te lo permites; y si funciona, mamá podría tener a su hijo y podríamos continuar con nuestras vidas como eran antes de que todo esto comenzara.
- Hijo, pero es que esto está mal, no podemos estarnos planteando algo así entre tú y yo, no deberíamos…
- Mira, sé que todo esto es muy complicado, pero de todas maneras ya estoy teniendo sexo con una de mis madres, y no creo que sea muy diferente lo que he hecho con Su ni la forma como me siento cuando estoy con ella, de lo que haría o cómo me sentiría al estar contigo, a ambas las amo mucho, son mis mamás y según como veo lo que esta pasando con Su, es solo una forma diferente de demostrarnos lo mucho que nos queremos. No te voy a presionar al respecto, solo por favor piénsalo, piensa en lo que podríamos ganar si lo hiciéramos y en lo mucho que podríamos perder si no lo intentamos, mamá se encuentra tan mal como lo estás tú, se le rompió el corazón ante la idea de no tener a su bebé y evidentemente eso también a ti te afectó, solo piénsalo, si funciona podríamos ganar mucho, no perderíamos nada con intentar.
Manu me dio un beso en la mejilla antes de salir de la habitación, dejándome recostada con un nudo en la garganta y un intenso temblor en mis extremidades, una sensación que se regaba por todo mi cuerpo en forma de escalofríos al pensar que en aquel momento el tener algo con mi hijo se había convertido en una posibilidad real, algo ante lo cual solamente necesitaba decir sí para que ocurriera.
No era una decisión sencilla pero mi hijo tocó algunos puntos a considerar, tenía sentido pensar que hacerlo con él podría reducir el malestar que sentía cuando estaba con Su, pues de esa forma tal vez se eliminaría la envidia que sentía al haber experimentado esa clase de interacción con mi hijo, pero por otro lado ¿Qué pensaría Su al respecto? ¿Tendría la misma apertura que yo tuve cuando ella me propuso embarazarse de Manu ante la posibilidad de que tuviera sexo con mi hijo? No lo sabía y tenía muchas dudas al respecto, pues al pensarlo no dejaba de cruzarse por mi cabeza la idea de que permitirlo, de cierta forma y dado que solamente sería por placer, estaría traicionando a mi mujer.
Sin importar las muchas vueltas que le di al asunto, no pude sacarme de la cabeza la idea de la infidelidad que comprendería el estar con Manu de aquella manera y me aterraba que mi mujer no estuviera de acuerdo, pues era un hecho que se lo diría antes de que ocurriera, no podría hacerlo a sus espaldas.
El tiempo se me pasó volando mientras navegaba en el tormentoso mar de mis ideas, hasta que miré el reloj de mi celular y me di cuenta de que solo faltaba una hora para el mediodía, por lo que me puse de pie, me desnudé para quitarme de encima la ropa llena de sudor y fluidos con la que había dormido, antes de enfundarme en una bata de baño y salir de esa forma de mi habitación en dirección a la cocina para preparar un almuerzo ligero para mi hijo y para mí.
No fui plenamente consciente de lo que hacía mientras preparaba la cafetera, sacaba algunas cosas del refrigerador y comenzaba a preparar algunos emparedados, pues mi cabeza seguía concentrada en lo que me dijeron Su y Manu aquella mañana, en las implicaciones que tenía la decisión que mi mujer había tomado y todo lo que podría pasar si decidía aceptar la propuesta que Manu me había hecho; en realidad quería resolver el asunto de tal manera que Su pudiera embarazarse de Manu, quería cumplir el sueño de la mujer que amaba, pero sería difícil lograrlo si no conseguía hacer que las noches de sexo entre mi chica y mi hijo dejaran de importarme.
Manu entró en la cocina cuando estaba sirviendo el café, después de poner un par de emparedados en los platos que había puesto en la mesa. Mi hijo se sentó después de sonreírme y dar las gracias por el desayuno, comenzando a comer casi de inmediato pues al igual que yo, no había comido nada en toda la mañana.
No me extrañó que durante el desayuno ninguno de los dos dijéramos nada, ni que nos mostráramos incómodos durante el tiempo que estuvimos comiendo, todo resultaba muy extraño, pues antes de que Su quisiera embarazarse de Manu jamás se me hubiera pasado por la cabeza que podría cuestionarme el tener sexo con mi hijo o no.
En cuanto fui consciente de que ambos habíamos terminado el desayuno, me levanté con mis trastes en las manos y los llevé al lavabo, poco antes de que Manu hiciera lo mismo, dejando sus trastes en el fregadero pues sabía que yo me haría cargo de ellos, pero contrario a lo que pensé que pasaría, se quedó a un lado de mí, recargado en el mueble, sin mirarme, cruzando los brazos por enfrente de su pecho.
- Mamá, no me gusta sentirme tan apartado de ti, desde que todo esto comenzó, bueno, no lo sé, siento como si estuviéramos muy lejos y eso me molesta, lo que quiero decir es que si no quieres hacerlo está bien, pero no quiero perder nuestras charlas y la confianza que nos tenemos - señaló la mesa de la comida - desayunar callados como si temiéramos algo, no es la forma como quiero empezar mis días.
- Tampoco a mí me gusta estar así contigo, cariño, es solo que… bueno, es raro todo esto, me cuesta trabajo encontrar la forma de hablar contigo como antes y me pasa lo miso con Su, esta mañana ni siquiera pude desearle un buen día.
Inesperadamente mi hijo me abrazó, un gesto que no era otra cosa que una forma de demostrarme cariño y comprensión como siempre lo hacía, pero que me hizo tensar todo mi cuerpo en cuanto lo sentí cerca de mí, algo que no pasó desapercibido para mi Manu.
- Es eso a lo que me refiero - me dijo - nunca antes habías desconfiado de mí de esa forma, nunca te había incomodado tenerme cerca o que te tocara, vamos que desde pequeño me he bañado contigo y con mamá y nunca había significado nada, pero ahora… bueno… - mi hijo desistió en su intento por abrazarme y bajó la cabeza con algo de pesar, un gesto que me conmovió pues él tenía razón, las cosas habían cambiado mucho en los últimos días y odiaba que hubiera sido así.
Miré de nuevo al fregadero mientras me secaba las manos, suspiré sintiendo un vacío en el estómago al saber qué tal vez Manu tenía razón y que el hacer el amor con él podría solucionar no solamente los problemas que tenía con Su, sino que también le pondría fin a la incomodidad que experimentábamos entre nosotros; aunque, por otro lado, no me terminaba de convencerme de que fuera una buena idea hacerlo a espaldas de mi mujer.
- No quiero decir con esto que haya aceptado, pero ¿No crees que deberíamos hablarlo primero con tu mamá? Si lo hiciéramos a sus espaldas y se enterara seguramente resultaría lastimada, no quiero hacer las cosas de esa manera.
- Bueno, supongo que podrías tener razón, pero si mamá se negara, probablemente regresaríamos al mismo punto en el que estamos y entonces definitivamente no podríamos saber si este plan hubiera funcionado y Su tendría que hacerse a la idea de no poder ser madre jamás.
No sé qué de todo lo que sentía fue lo que al final logró convencerme de que la propuesta de mi hijo era atinada, pero ambos nos miramos a los ojos en medio de un silencio que parecía inquebrantable, mientras mi cuerpo entero temblaba ante la decisión que estaba tomando y mi cabeza asentía una y otra vez, sorprendiéndome a mí misma al estar dispuesta a ocultarle a Su tal clase de secreto.
- Cariño, creo que ambos necesitamos un baño - dije, apartando la vista de mi hijo, posando mis ojos en un punto en la nada - me siento sudada y pegajosa desde que me levanté y tú tampoco te has duchado, ¿Te parece bien si nos bañamos juntos? - dije, tratando de quitarle toda importancia a lo que proponía, intentando que las cosas regresaran a un punto antes de que todo comenzara, antes del caos emocional y sentimental que nos embargó a todos desde que comenzaron a intentar que Su quedara embarazada.
- Gracias, mamá - dijo Manu, incapaz de ocultar el entusiasmo que sentía al ver que había accedido a la propuesta que me hizo, sabiendo que esa ducha tenía una doble intención, que representaría el pretexto perfecto para intentar arreglarlo todo poniendo el plan de mi hijo en marcha.
Estuve varios minutos parada con las manos recargadas en la tarja, mirando al vacío, sintiendo una extraña mezcla de sentimientos que de pronto me llevaba a experimentar la euforia que suponía estar en la antesala de hacer el amor con mi hijo, y a ratos me llevaba a un estado deprimente en el que la culpa me tentaba a no seguir con la locura que implicaba tener sexo con Manu.
Me gustaría decir que fue la necesidad de arreglar lo que estaba roto entre mi hijo, Su y yo lo que me llevó a dirigirme al baño minutos después, que lo que hice fue motivado por el bienestar de mi familia y no por un sentimiento egoísta; pero lo que en realidad me hizo moverme y abandonar la cocina para reunirme con Manu, fue la obsesión que refulgía en mi interior por querer saber lo que Su había sentido cuando mi hijo le hizo el amor.
Suspiré al encontrarme afuera del baño, mientras escuchaba cómo Manu abría las llaves de la regadera. Entré en la habitación temblando de pies a cabeza, sin ser capaz de detener mis pensamientos que una y otra vez me suplicaban retroceder, diciéndome que no debía hacerlo, que al menos debía consultarlo primero con mi mujer; sin embargo, de la misma forma como no controlaba mis ideas tampoco pude controlar los movimientos de mis piernas al entrar en el baño, ni la forma como mis manos me despojaron de la bata que llevaba puesta para dejarla caer al suelo, mirando el cuerpo desnudo de mi hijo dándome la espalda mientras metía su mano bajo el chorro del agua para buscar la temperatura adecuada.
Cuando nuestras miradas se encontraron, de inmediato me di cuenta de lo mucho que todo cambiaría a partir de ese día, pues a diferencia de tantas otras veces en que nos habíamos bañando juntos, en esa ocasión podía sentir el calor en mi vientre y la humedad que nuevamente se presentaba en mis labios, con tan solo verlo desnudo frente a mí.
Manu extendió su mano en mi dirección y la tomó para luego entrar juntos en la ducha, respirando intranquilos, sin que la sensación del agua sobre nuestros cuerpos lograra calmarnos.
Mi hijo se situó detrás de mí, tomó el jabón y de inmediato comenzó a pasarlo por mi cuerpo, instantes en lo que permanecía inmóvil, cerrando los ojos al sentir el contacto de sus manos en mi piel, sobresaltándome un poco cuando sus caricias se concentraron por algunos segundos en mis senos, para luego bajar por mi abdomen mientras suspiraba y echaba la cabeza hacia atrás, encontrando descanso en el hombro de mi hijo.
Sentir su mano deslizándose entre mis piernas me hizo tensar mis músculos, cerrar mis puños en un intento de contenerme, ante los deseos que tenía de girarme y besarlo mientras él se recreaba un poco al acariciar mis labios y poco a poco sentía como se iba endureciendo su miembro pegado a mi trasero.
Un gemido escapó de mi boca sin poder contenerlo por más tiempo y mis manos dejaron de ser espectadoras para posarse sobre las de mi hijo, mientras él tenía una de ellas acariciando mi vulva y la otra acariciando uno de mis senos.
¿Cómo podría ser capaz de seguirme conteniendo ante las caricias del hombre que deseaba? No, no era posible, mucho menos en el momento en que sus dedos comenzaron a hurgar en el interior de mi vagina, haciendo que mis gemidos fueran más frecuentes al igual que los espasmos que contraían mi vientre y abdomen.
Levanté un poco mi trasero invitando a mi hijo a pegarse más a mi cuerpo, sentí casi de inmediato cómo su miembro se posaba entre mis nalgas y los suaves movimientos que ejecutaba para restregarlo una y otra vez en un vaivén enloquecedor. Era demasiado intenso lo que sentía, era incontrolable lo que me hacía experimentar ante las oleadas de estremecimiento que atacaban mi cuerpo una y otra vez.
Todas mis inhibiciones quedaron destruidas ante el contacto del cuerpo de mi hijo y estando mi cabeza a un recargada en su hombro, la giré un poco para besar su cuello, un segundo antes de que él volteara también para que sus labios y los míos se encontraran mientras su mano abandonaba mi vagina y se dirigía a mi seno descubierto, tomándome de esa forma de ambas tetas mientras mis caderas se movían y me paraba sobre las puntas de mis pies para tratar de que su miembro cambiara de posición, para sentirlo en contacto con mi vulva en un intento desesperado por acelerar el momento de tener a mi hijo dentro de mi cuerpo, en el mismo lugar que lo albergó durante nueve meses, el mismo del cual salió el día de su nacimiento.
Sentí la forma como mi hijo flexionó un poco sus piernas y su pene al fin hizo contacto con mi vagina, empezando a rozar mis labios mientras una de sus manos abandonaba mi seno y ayudaba a su miembro a encontrar el camino correcto.
- ¡Ahhh! - gemí cuando sentí su glande entrando en mi cuerpo - hazlo despacio, amor ¡Ahhh!
Puede experimentar el miembro de mi hijo recorriendo lentamente cada centímetro de mi vientre, pude sentir la deliciosa forma como las paredes de mi vagina lo recibían en una apretada caricia, gemí con euforia en el momento en que supe que todo su miembro estaba dentro de mi cuerpo y entonces me incliné un poco hacia el frente, colocando mis manos en la pared de la ducha, sintiendo cómo el agua bañaba mi espalda mientras mi hijo comenzaba a mover sus caderas, despacio, con movimientos suaves que erizaban toda mi piel, que hacían tensar mi cuerpo y provocaban un importante temblor en mis piernas y mis brazos.
Manu me estaba llevando al cielo, me hacía poner los ojos en blanco mientras entraba y salía de mi vientre, quedándose al fondo de mi vagina a ratos para moverse describiendo círculos que recorrían el contorno de mi cavidad de una forma tan deliciosa que sabía que pronto me vendría.
Mis caderas reanudaron sus movimientos y sentí las manos de mi hijo apoderarse nuevamente de mis senos, estrujarlos entre sus dedos mientras me penetraba de esa forma tan suave que me estaba volviendo loca, que me obligó a llevar una de mis manos a mi clítoris y masturbarme hasta llegar a un intenso orgasmo que sacudió todo mi cuerpo con tal violencia que Manu tuvo que tomarme con fuerza para evitar que me cayera en la ducha.
Mi hijo salió de mi cuerpo y me hizo voltear a verlo, me acercó a él posando sus manos en mi trasero y automáticamente me abracé de su cuello, buscando sus labios y besándolo sin guardarme nada, completamente dominada por el placer que suponía estar de esa forma mientras me cargaba del culo y con una inusual facilidad me enterraba nuevamente su verga hasta el fondo de mi cuerpo, robándome un gemido particularmente extenso y sonoro que se vio ahogado en los labios de mi hijo.
- Había esperado esto por mucho tiempo, mamá, y te prometo que lo voy a disfrutar - susurró antes de besar el lóbulo de mi oreja mientras sus caderas comenzaban a moverse a un ritmo enloquecido y recargaba mi espalda en la fría pared de la ducha, sintiendo cómo mi Manu me penetraba sin piedad, experimentando las sacudidas de placer que provocaba en mi cuerpo mientras me abrazaba a él con todas mis fuerzas, incapaz de hacer nada más que recibir su fuerza, sentir el placer que me brindaba y escuchar la forma como nuestros cuerpos colisionaban una y otra vez, haciendo que gritara de placer y que me retorciera entre sus brazos ante el poder con el que me estaba despedazando.
Fueron muchos los minutos en que estuvimos en esa posición, pero aquel momento pasó en tan solo un suspiro mientras mi hijo se apoderaba de mi cuerpo hasta que me dejó bajar y tomándome del cabello me obligó a arrodillarme ante él, mirándome a los ojos mientras abría la boca y engullía su miembro en un solo movimiento, llevándolo la fondo de mi garganta para sentir de inmediato el sabor de su semen regándose por mi lengua, con tanta abundancia que no fui capaz de contenerlo en mi interior, dejando que un poco de su semilla escapara por las comisuras de mis labios, sin detener los movimientos de mi cabeza y mi legua, tratando de recapturar hasta el último vestigio de semen que yacía en su miembro, cerrando de pronto los ojos al sentir el placer de su pene palpitando en contacto con mis labios.
Cuando no hubo más semen que limpiar y el miembro de Manu comenzaba a menguar, lo miré a los ojos y me encontré con la tierna sonrisa que se alojaba en sus labios, un gesto que me robó a mí una risa nerviosa antes de que mi hijo me ayudara a levantarme y nuestros rostros se encontraran nuevamente, frente a frente, a tan solo unos centímetros de distancia, una tentación que no fui capaz de soportar y que me llevó a buscar de nuevo un beso suyo, mientras sentía su cuerpo desnudo en contacto con el mío, antes de que ambos nos separáramos sonrientes, nerviosos, pero felices por al fin ver nuestro deseo hecho realidad, haciendo que me olvidara por completo de mi mujer y dejara que el momento me llenara de la alegría al saber lo que se sentía tener a mi hijo nuevamente en el interior de mi cuerpo.
Pronto quedó claro para ambos que aquella incomodidad de la cocina se había terminado, pues ya no me sobresaltaba al sentir el contacto con el cuerpo de mi hijo, era capaz de sonreír de nuevo y de hablar con Manu de cualquier tontería, de la misma forma como lo habíamos hecho antes de que todo comenzara.
Salimos del baño minutos después. Secando nuestros respectivos cuerpos sin que nos importara mostrar nuestra desnudez. Manu se fue a su habitación y yo hice lo propio, extendiendo de inmediato una toalla seca sobre la cama para terminar de secar mi cuerpo y comenzar a hacer lo mismo con mi cabello, pensando en lo que acababa de pasar, sonriendo como estúpida al recordar lo que mi hijo me hizo minutos atrás, pero entonces sonó el teléfono y al ver de qué se trataba, me encontré con un mensaje de Susana.
Ver su nombre en la pantalla fue los suficientemente impactante como para provocarme un molesto vacío en el estómago, recordando lo que implicaba aquello que hice con Manu, siendo consciente de que acababa de serle infiel a mi mujer con mi propio hijo y que estaba dispuesta a guardar ese secreto lejos de la mujer que había amado por una vida entera. Sintiendo el violento palpitar de mi corazón y ese dolor tan desagradable que embargaba mi cuerpo, desbloqueé el celular y comencé a leer el mensaje.
- Espero que te encuentres mejor, amor. Estuve pensando que tal vez sería una buena idea ir a cenar a un lugar lindo, así que si te parece bien, podríamos ir por la noche a aquel sitio en el que celebramos nuestro primer año viviendo juntas ¿Lo recuerdas? Ya hice reservaciones para esta noche, pero no quiero que te sientas comprometida, no pasa nada si se pierden, aunque creo que sería un buen primer paso para enderezar las cosas. Te amo, espero tu respuesta.
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