Zorrita que rico cuando corres y botan tus tetas. Qué rico como se marca tu conchita mojadita…
Éste era el quinto mensaje anónimo que recibí, desde que encontré el primero en el piso luego de darle la cola al vecino que me cedió espacio en la cola, durante la Pandemia.
Parecía claro lo que, llamémosle, vecino B, quería, pero aún nada. Para mi completa desilusión y hambre de verga, ya estaba pensando que solo se trataba de un vouyer que disfrutaba ver pero no tocar.
Hace poco habían permitido que saliéramos de casa para ejercitarnos una hora. Lo cuál sirvió para oxigenarme, mantenerme en forma y recuperar en algo el tiempo perdido sin pollas durante la cuarentena.
La verdad hubiera querido encerrarme con 40, pero de momento esta ganada nueva libertad me hacía recorrer el vecindario así provocando.
Tuve algunos encuentros interesantes con los encargados de nuestra seguridad en esos días, y con algunos pocos representantes de quienes estaban autorizados a salir por aquel tiempo. Cuántos, cómo y dónde. Se los dejo de ejercicio para su imaginación y sus pajas (me encanta cuando me escriben contándome como me dedican unas en mi honor), baste decir que aproveché muy bien la hora que nos daban para ejercitar.
Más todos esos encuentros no son el objetivo de este relato que habla de mis vecinos que tanto me asistieron en Pandemia desde aquel día que di la cola a cambio de la cola.
No piensen que mi cola fue olvidada, por, llamémosle vecino A. Aquella misma noche de aquel primer día que me tuvo para sí, sonó mi WhatsApp mientras me estaba masturbando pensando en la follada de más temprano. Él me había ubicado en el grupo de WhatsApp de la junta de propietarios del condominio.
Miro por una corazonada o más bien por un aviso de mi coño hambriento de verga, y veo que había enviado una foto desde su baño con el miembro totalmente parado.
Está loco y si la mujer lo ve, pensé, mientras me mordía el labio y me babeaba por todos lados.
Acompañaba la foto con el mensaje ¿quiere verte? ¿estás despierta?
Le respondí, te dejo la puerta abierta. Pasa y ve directo a la habitación. Mis agujeros lo esperan.
En menos de cinco minutos siento que ingresa por la puerta. Por un segundo deseé que fuera alguien más, digamos vecino B y que luego vecino A se nos uniera… pero ya les conté que no fue así…
Entró sigilosamente a la habitación donde lo esperaba con la salida de cama lavantada y totalmente desnuda abajo con las piernas abiertas y el culito en pompa pidiendo verga. Mostrando los agujeritos hambrientos.
Se subió a la cama y me besó el cuello mientras pasaba una de sus piernas al otro lado de mi cuerpo. Mientras me besaba y mordisqueaba y cogía con afán mis nalgas y subía sus manos para recorrer mi cuerpo. Le pregunté qué pasa si su esposa ve la foto. Me dijo que borraría todo al irse y que traía consigo el teléfono (en ese entonces aún no teníamos los Mensajes de 24hrs.).
—Pero se va a dar cuenta que no estás con ella, le dije con la respiración entrecortada por la excitación.
—Tomó una pastilla para dormir, le dolía la
cabeza.
Bajó a hacerme un beso negro delicioso…
—Y seguro fue tu sugerencia…
Sacó la cabeza de dónde la traía, muy para mí disgusto, para decirme ¿Qué comes que adivinas?
—Verga —le respondí. Y nos echamos de a reír.
De más está decir que esa noche la pasó conmigo hasta más o menos las cuatro de la mañana. Me dió riquísimo y si estaba ya embobado con mi cola, no solo la gozó más si no que quedó totalmente adicto a mi concha.
Tenía la resistencia física de un adolescente pero el aguante sexual de alguien de su edad. Que sabe lo que es tratar con una mujer con todas las letras.
—Eres deliciosa, me has hecho adicto a ti en menos de un día —me repitió la tercera vez que se vino en esa noche— me has devuelto a la vida.
—Exagerado, pero ya sabes que si no te atienden arriba acá te atiendo con gusto. Ya necesitaba algo de acción.
—Uff semejante putón, si fueras mi esposa te daría mañana, tarde y noche.
—Si fuera tu esposa, tú tendrías que ser cuckold, nene, porque a mí una verga sola no me basta.
—Y yo estaría encantado de que el mundo se tire a mi mujer.
—Anda dile eso a ella seguro y te bota de la casa. Me río a carcajadas.
—Por eso te prefiero a ti como mi mujer. Me dice, mientras se acerca con intención de besarme.
Lo paro en seco.
—Dejemos esto claro, yo soy mía, y de nadie más.
Me vuelvo a reír al ver su cara y me le echo encima para reanudar la acción.
Decidí no contarle lo de la nota anónima. Total el vecino B ya nos había visto para qué arriesgarme a perder la única verga que tenía disponible en ese momento. No quería se asusté y no baje más. Me quedaba claro que vecino B no le iba a avisar a la esposa de vecino A.
Poco después se dió la oportunidad de salir a ejercitar una hora diaria. Coordiné con Vecino A para vernos 3 veces por semana. Aprovechando lo de correr, nos hacíamos correr. A veces juntábamos correr e ir al supermercado así teníamos más tiempo y tirabamos en su auto.
Otras tirábamos en lugares insólitos en las calles desiertas (o eso creíamos). Alguna vez salimos de noche a correr y lo hicimos en el parque del barrio.
Siempre iba sin ropa interior para ejercitarme y así estar lista para su verga, y terminé por salir así aunque no me viera con él. Así se produjeron esos otros encuentros que les comentaba al inicio…
—La puta madre, dijo un día mientras estaba apoyada contra un árbol y el sacaba su verga luego de llenarme de leche en el coño. —No puedo creer lo estrecha que eres a pesar que tragas polla y leche como si no hubiera mañana. Me tienes loco y me vas a dejar seco cualquier día de estos. Uff…
—¿Eso es queja o halago? Le respondo divertida.
—Halago por supuesto, mi amor.
Me di la vuelta y lo besé como si fuera mi pareja. Era pleno día y follabamos en lugares públicos de nuestro barrio a pelo. Me importaba poco si nos veían (de hecho me convenía porque de ahí salieron otras pingas para ejercitar los días que él no salía) y Vecino A estaba tan embobado conmigo que con frecuencia era yo la que tenía que recordarle que era casado y que mejor nos íbamos unas cuadras más allá de lo habitual para hacer nuestras travesuras de día.
Desde la primera noche empecé a dejar la puerta sin llave. No le dije nada a Vecino A hasta que llegó el quinto mensaje y Vecino B no apareció. Recién ahí le dije que dejaba todas las noches abierto, no solo abría cuando me avisaba, por si un día bajaba sin darle tiempo de avisar o quería darme la sorpresa…
—Lo que eres es una puta, me dijo sin asco y muy divertido. Cualquier día entra un borracho que se equivocó de puerta y te lo cogerias igual.
—Y si bajas te unirías a la joda, así que cállate, le respondí. Y nos soltamos a reír mientras afirmaba con la cabeza y se acercaba a besarme y retomar nuestra faena.
Para cuando el décimo mensaje llegó, yo follaba prácticamente a diario con Vecino A. A veces dos veces al día. A veces solo en el día, a la hora del ejercicio, a veces, al menos dos veces por semana, como la primera noche, la pasaba conmigo, cogiendo hasta las 4am. Una sola vez se nos pasó la mano y nos quedamos dormidos. El celular, con su esposa llamando histérica, sonó. Eran casi las 7am. Él le metió un cuento que al parecer se creyó y subió a su depa. Era la primera vez que nos dormíamos juntos. Al salir él creyó que nadie lo vio. Se equivocaba.
Más tarde ese día, al volver de ejercitar, encontré otro mensaje anónimo. Así que el vecinito casado te disfrutó hasta la mañana.
Estaba harta de este jueguito. Quería que venga y me coja. Y me deje coja de tanto coger, pero aún no me tocaba…
¿Tú qué clase de Vecino eres A o B o algún otro tipo? Cuéntame con detalle… Mis agujeritos te esperan…