Mi hermanito 18 - Trío con mi hermano
Decidí seguir a mi hermanito Rubén y a Akin tras el aviso de Lucas de que se vieron en la mañana a solas en el bosque, y efectivamente mis sospechas se hicieron realidad, los pillé, mi hermano Rubén estaba a cuatro mientras Akin le follaba el culo, podía verles por la linterna que había de pie para iluminar un poco esa zona, me costaba distinguir la piel oscura de Akin, pero podía verlo sujetando de la cintura a mi hermanito, que con su piel blanca contrastaba con la de Akin.
Akin se estaba follando a mi hermanito en la cueva, Akin lo penetraba con fuerza, los dos gemían.
—Eres mi putita joder. —decía Akin.
Rubén solo gemía de placer, su cuerpo se movía por las estocadas de Akin, que le daba con fuerza, estaba rompiendo el culito de mi hermanito pequeño.
Realmente me sentía muy mal, quería morirme, apreté con fuerza mis puños de impotencia y decidí marcharme.
Retrocedí con la mala suerte de que pisé una rama haciendo que el crujido de ésta los alertase, ambos se giraron y me vieron.
—¿¡Tomi!? —preguntó Rubén con sorpresa.
Yo, negando con la cabeza y mordiéndome los labios me di la vuelta para salir de allí.
—Akin, ¡Haz algo! —dijo Rubén.
Corrí hacia la salida pero la mano de Akin me sujetó del brazo.
—¡Espera! —Akin me sujetó con fuerza.
—¡Dejadme!, ¡Traidores! —grité a punto de llorar.
Akin con fuerza me puso contra la pared, mis ojos vidriosos observaban sus ojos oscuros, apenas podía distinguirle en esa oscura cueva.
Rubén se acercó a nosotros, ambos me miraron sin saber que hacer o decir, un silencio incómodo invadió la cueva.
—Escucha... —comenzaba a decir Rubén.
Entonces Akin besó mis labios, noté su lengua entrar en mi boca, su beso me tranquilizó y me dio paz, al separarnos le vi sonreír.
—Ven, vente con nosotros... —susurró, y sujetándome, me atrajo hacia el colchón, Rubén nos siguió en silencio—. Es lo que querías, ¿No?
Yo aún estaba sin saber que decir o hacer, sin reaccionar, Akin me bajó los pantalones lo suficiente para mostrar mis partes nobles, no nos desnudábamos por el frío, aunque dentro de la cueva no hacía tanto.
—Ven, juega con nosotros. —Akin me colocó a cuatro, la misma posición en la que hace unos momentos se encontraba mi hermanito—. Serás nuestro putito.
Sentí como con sus manos en mi cintura me posicionó mejor y comenzó a penetrarme lentamente, por su parte, mi hermano se arrodilló delante de mí y sujetando su polla dura la acercó a mi boca, tocando mis labios.
Miré hacia arriba y pude ver como se mordía el labio, sentí sus manos sujetar mi cabello e intentar meter su polla en mi boca, lo hice y comenzó a follar mi boca, Akin metió su polla hasta los huevos, los noté casi pegados a los míos, los dos me follaban al mismo tiempo.
El placer, el éxtasis, la sensación, era única, nunca había sentido nada igual, Akin me follaba el culo con fuerza, con su mano golpeaba mi cadera y parte de mi culito, mi hermanito gemía mientras me follaba la boca.
Yo solo me dejaba llevar, Akin me sujetaba con fuerza la cintura y me follaba el culo, embestía con fuerza, su polla resbalaba dentro de mí, la sacaba y metía con fuerza, mientras intentaba centrarme en la polla de mi hermanito, le comía los huevos, los chupaba y me sujetaba del cabello mientras gemía.
Akin comenzó a darme fuertes nalgadas y arremetías con más fuerza contra mí, juraría que sentía su polla golpear mi tripa, ese mulato me follaba como nadie.
—Bésame. —dijo Akin
No podía verlos desde mi posición, pero noté como se acercaban más entre ellos y el sonido del beso, de varios besos, se escuchaba como la saliva y los labios de ambos se mezclaban.
Yo comencé a pajearme con furia, lo hacía muy rápido, me iba a correr, no aguantaría mucho, y efectivamente comencé a correrme, fue el mayor orgasmo de mi vida, Akin me sujetó con fuerza y me la clavó hasta la tripa.
Podía sentir la punta de su polla bañar mis entrañas de semen espeso, me llenaba con su leche caliente mi interior, por su parte, mi hermanito Rubén me sujetó de la nuca y hundió su polla en mi boca, provocándome arcadas, uno, dos, tres y hasta cuatro disparos noté casi en mi campanilla, su semen caliente y saladito bajó por mi garganta, y yo, sumiso, lo tragué todo.
Rubén se puso de pie y me sujetó haciendo que me pusiera de pie con él, me guio hasta la pared y me separó las piernas.
—Ahora te voy a follar, joder. —confesó, empezó a pajearse mientras lamía mi cuello, Akin se acercó y se restregaba contra mi hermanito.
La excitación era máxima, mi hermanito me inclinó y rozando su polla contra mi ano intentó meterla, poco a poco, la leche de Akin ayudó a que entrase fácil, me dio una estocada que me sacó un gemido, miré atrás y me di cuenta que Akin acababa de meter se polla negra dentro de mi hermano.
—Los dos sois míos joder, os voy a follar cuando quiera a los dos. —dijo Akin excitadísimo.
Y así, comenzó un vaivén entre los tres, Akin penetraba a mi hermanito y éste me penetraba a mí, los tres, entre gemidos y lujuria nos dejamos llevar, estuvimos así varios minutos hasta que sentí mis piernas fallar.
—Espera, necesito tumbarme. —confesé.
Me acerqué al colchón, puse mi chaqueta encima y me tumbé boca arriba, mi hermanito levantó mis piernas y me la volvió a clavar, me comenzó a follar mientras nos mirábamos, Akin observaba pajeándose a mil.
—Joder tío, dos hermanitos follándose, estoy que voy a explotar. —Akin se masturbaba a mucha velocidad.
Ver como mi hermanito pequeño me follaba y yo disfrutaba lo transportaba a algo de ensueño, pero era real, mi hermanito estaba encima de mí fallándome, haciéndome suyo por última vez, su polla se hinchó y comenzó a correrse dentro de mí, se acercó y me besó en los labios, su lengua y la mía se mezclaban.
—No aguanto más joder. —Akin apartó a mi hermano, que tras correrse comenzó a vestirse.
Akin metió su polla dentro de mi culo y de forma violenta arremetió con fuerza de manera constante y firme, se acercó y me comió la boca, su sudor manchaba mi cuerpo y el calor invadió la cueva, su leche caliente roció mis tripas y entrañas junto a la de mi hermanito minutos antes.
Cayó rendido encima de mí tras correrse, nos separamos y nos tumbamos como pudimos en el colchón, nuestras respiraciones se iban normalizando poco a poco, mirábamos el techo en silencio.
—Será mejor que volvamos. —dijo Rubén, ya vestido, de pie observándonos.
Eso fue las únicas palabras que escuchamos, Akin y yo también nos vestimos y salimos en silencio de la cueva, yo aún sentía ese sentimiento de morbosidad de lo que hicimos.
Nos fuimos a dormir, al día siguiente nos marchábamos y realmente sentía un gran cansancio, conseguí dormir, realmente me sentía bien, lo que habíamos hechos nos había gustado y fue algo mágico.
El ruido de una cremallera me despertó y abrí los ojos, distinguí a Toshio metiendo sus cosas en una bolsa deportiva, como dije, Toshio era un chico japonés, con el cabello oscuro estilo cazerola y ojos negros rasgados, más bajito que yo y muy delgado, ya estaba preparando sus cosas para irse, estaba ya amaneciendo, creo que dormí cuatro horas.
Hoy volvíamos a casa, me levanté y preparé mi maleta, al rato escuché el sonido del motor del bus, nos subimos al autobús y volvimos al pueblo, se nos hacía raro volver a ver nuestra casa, al llegar ya estaban allí nuestros padres, preguntaron por cómo la pasamos y demás tonterías.
Entre mi hermano y yo la cosa cambió un poco, no hacíamos cosas entre nosotros, pero nos llevábamos bien, aunque no dijimos nunca nada del trío que hicimos la última noche del monasterio.
Al parecer preferimos no comentar nada al respecto, pero me surgían muchas dudas, ¿Y ahora qué? ¿Qué pasará con Akin? ¿Y entre nosotros?
Quedaban días para que las clases volviesen, era principio de año, y aunque nuestros vínculos permanecían unidos, si que hubo cierta distancia entre Cristian y yo, no sé si pasaría lo mismo entre Rubén y Jacob, pero la cosa se enfrió, quizás por pena, por vergüenza, o quizás simplemente fue experimentar.
El caso es que lo que vivimos en el monasterio lo olvidamos, o al menos intentamos pasar página, ahora más en frío, quizás el estar en el pueblo y ser descubiertos no ayudaba.
Y así, pasaron los días, estábamos jugando en el campo de fútbol de la escuela, cuando empezó de repente a llover, una lluvia intensa, con fuerza, así que decidimos volver a casa.
Rubén prefirió quedarse, porque prefería acompañar a Jacob a su casa, los dejé allí y volví a casa, la lluvia cada vez era más fuerte, era una gran tormenta, el cielo estaba todo de un gris oscuro, así que aligeré el paso y me dirigí a mi casa.
Cuando doblando una esquina me encuentro con Peter, Luis y Víctor.
—¡Mira! ¡Cuánto tiempo! Pareciese que estas navidades nos evitaste...¿No? —Peter se puso en medio de mi camino.
—¿Eh? No, es sólo que... —los miré con temor y enfado, otra vez los malditos criajos del Internado, que pesados...
Peter de un empujón me pegó contra un árbol que había en la acera, al lado, había una tienda de electrodomésticos, que estaba cerrada, la lluvia y la tormenta impedían que se escuchasen a lo lejos lo que hablábamos, Luis y Víctor miraban sin intervenir.
—La última vez me quedé con ganas de más, ¿Qué te parece si abres esa boquita de putito que tienes?
Me quedé callado y no dije nada.
—Abre la boca. —ordenó Peter.
—No. —le miré desafiante.
—¿Qué has dicho? —Peter se mordió el labio con furia.
Recordé que por su culpa casi pierdo a Rubén y no pude aguantar más, en ese momento le propiné una patada en sus partes de nuevo, llevó su mano con dolor a éstas e intenté huir.
Pero se recompuso enseguida y con su otra mano me logró agarrar de la camiseta tirándome al suelo.
—¡Esto lo vas a pagar! —Peter se puso encima de mi, y ante la atenta mirada de Luis y Víctor sacó una navaja, sonrió y me la clavó en el costado izquierdo, sentí un gran pinchazo y como el metal atravesaba mi piel, mis gritos no se hicieron de rogar.
—¡¿Eh tío?! ¡¡Qué coño haces!! —Luis le recriminó a Peter, éste, le apuntó con la navaja amenazante.
—¡¡Cállate!! —Peter volvió su mirada a mí, tocó mi herida con su mano derecha y llena de sangre la restregó por mi mejilla izquierda—. ¿Ves? ¡Si hubieses sido bueno ahora en lugar de sangre tendrías solo agua!
Alzó la navaja de nuevo para clavármela y en ese instante Akin apareció y lo tiró de un empujón al suelo, Peter se levantó corriendo buscando su navaja, la cual se cayó tras el empujón de Akin, Akin intentó pegarle pero Luis y Víctor fueron en su ayuda.
Permanecí en el suelo, podía ver como el agua de la calle se mezclaba con mi sangre, pude distinguir como Akin se pegaba con Luis y Víctor, que cayó al suelo tras un puñetazo de Akin, Luis retrocedió, Peter se incorporó y arremetió contra Akin, pero este de una patada lo tiró al suelo.
Yo intentaba ver bien que pasaba, pero el dolor en mi costado era punzante, me dolía muchísimo, y apenas podía incorporarme, no veía con claridad lo que sucedía.
Los tres intentaron derribar a Akin, pero este logró defenderse y quitárselos de encima, los tres salieron corriendo al ver que no podían con él y que Peter no encontraba su navaja.
Akin inmediatamente se acercó a mí, que me intentaba poner en pie, mi vista se nubló y caí al suelo, Akin, asustado intento evitar que cayese al suelo, mis ojos se cerraron.
—¡Tomi! ¡Despierta! —entreabrí los ojos y pude ver como Akin llamaba por el móvil mientras me sujetaba, fue lo último que vi antes de perder el conocimiento bajo la lluvia.
Continuará...