Un refresco de naranja en casa de Marta
- Joder, ha sido la ostia! – exclamó Marta nada más sentarse con la mirada perdida.
- Pues a él también le ha gustado, ha contestado que está dispuesto a repetir con rapidez, jijiji.
- Me he puesto como loca con esa polla que tiene.
Marta ya no se cortaba nada y decía las cosas tal y como las sentía y Pilar aprovecho para animarla más.
- Pues ya sabes, cuando quieras me das un toque y lo mando para tu casa. – dijo Pilar casi riéndose.
- Pues estoy pensando que casi mejor que se venga a vivir a mi casa, jajaja.
Las dos rieron a carcajadas haciendo los comentarios más distendidos. A Pilar le había quedado la duda de la depilación de Marta cuando le dijo que se lo contaría después.
- Me has dicho que me tenías que contar algo sobre la depilación.
Marta sonrió y se mordió de nuevo el labio, era una costumbre que tenía cuando se ponía nerviosa.
- Bueno, después de esto ya no tiene sentido ocultarte nada. Es algo complicado pero seguro que lo entenderás.
Marta se calló mordiéndose el labio de nuevo y Pilar se dio cuenta que todavía le costaba abrirse del todo.
- Como has visto, últimamente he cambiado mucho y he abierto la mente después de tantos años de cerramiento. Ahora entiendo muchas cosas que antes me parecían impensables, y no solo las entiendo si no que me gustan. Contemplar como te has follado a Julito me ha puesto tremendamente cachonda, jajaja.
Las dos se carcajearon de nuevo y Marta comenzó a hablar.
- Pues todo empezó un día que estaba con Carmina en el vestuario del súper cambiándonos de ropa. Nos habíamos quitado la de casa para ponernos las batas y estábamos en ropa interior cuando me dijo. “Que conjunto más bonito que llevas, pero se te sale algo de vello por los lados”. Creo que me puse colorada, pero antes de que me estallaran las venas de la cara se bajó las braguitas y me mostró su chochete totalmente depilado.
- No me digas!
- Como te lo cuento. No sé si enrojecí más, pero me quedé más pasmada cuando me dijo que se lo tocase para que viera lo suave que estaba. Como no reaccionaba, fue ella la que me cogió la mano y la llevó hasta su vulva e hizo que se la tocase.
- Joder que fuerte.
- Y tanto, pero la cosa no quedó ahí. Me convenció para que fuera a depilármelo al centro que iba ella y al día siguiente me pidió que se lo enseñará para ver cómo había quedado. Nos fuimos al almacén del súper a la hora del descaso, me abrí la bata y me bajé las bragas y comenzó a tocármelo diciéndome lo bonito y suave que me había quedado.
- Joder, me estás dejando alucinada.
- Pues ahora viene lo mejor. Con los toqueteos y los roces me empecé a poner cachonda y empezó a meterme los dedos a la vez que me besaba por el cuello.
- Y tú te dejaste?
- Es que… me estaba gustando y no quería que parara.
- Pero entonces… te besó en la boca?
- Me besó por todos lados, boca, cuello, tetas, vientre y… chochete.
- También en el… chochete?
- Bueno, lo del chochete no fueron besos, lo que me hizo fue una comida de coño de la ostia!
Las carcajadas se hicieron más sonoras y apareció Julito con cara de susto.
- De qué os reís?
- Son cosas nuestras cariño.
Al ver la cara de su hijo Pilar se dio cuenta que pensaba que se reían de él y de lo que había pasado, y rápidamente incidió en ello.
- Te ha gustado lo que te ha hecho Marta?
- Si… claro. – contestó desconcertado.
- Y te gustaría que alguna otra chica te hiciese lo mismo?
Julito asintió con la cabeza aún más desconcertado.
- Pues estábamos hablando de una chica que a lo mejor está interesada.
Julito paso del desconcierto a la inocencia y preguntó con simpleza.
- Y quién es?
- Una amiga de Marta que no conoces.
- Y si no la conozco… cómo va a estar interesada?
- Lo estará en el momento que te conozca. La invitaré a café uno de estos días.
A Marta le había pillado por sorpresa la proposición de Pilar, pero no quiso perder la oportunidad de asegurarse un nuevo polvo con Julito.
- Te apetecerá subir a tomarte un refresco conmigo otro día?
- Cuando usted quiera señora Marta! – exclamó con semblante de niño feliz.
Julito se volvió a marchar y Marta preguntó con rapidez.
- Por qué le has dicho que a Carmina le gustaría conocerle?
- Nos hemos quedado a medias de la conversación, pero me da que a esa chica le gusta algo más que los chochetes.
- Joder, pareces adivina. Resulta que después de provocarme una buena corrida me contó que se estaba tirando a un par de tíos del súper, un reponedor y otro que viene a descargar fruta todos los días.
- Esa es la impresión que me había dado mientras me lo contabas. Crees que accederá a tomar un café si le cuentas lo de la polla de Julito?
- Te aseguro que si. Menudo descaro tiene, jajaja. Pero… por qué quieres enchufarle al muchacho a más tías?
- Ya te he dicho que me estoy hartando a hacerle pajas, y prefiero que vaya experimentando con mujeres.
- Bueno, ya te he dicho que yo estoy mas que dispuesta.
- Y vas a tener tiempo o aguantar cinco o seis polvos diarios?
Las dos se miraron y volvieron a reír.
- Vale, mañana mismo se lo cuento a ver qué dice. – contestó finalmente Marta.
Continuaron un rato más hablando de sexo y chismes hasta que Marta decidió irse. Ya cuando iba a salir por la puerta se dio la vuelta y Pilar notó como se mordía el labio.
- Estaba pensando en decirle a Julito que si le apetece subir ahora a tomar un refresco… es que… me he quedado con más ganas. Que te parece?
- Jajaja, a mi bien, y supongo que a el mejor. Déjame que le prepare para que sepa a lo que sube. Es tan inocente que hay que dárselo mascado. Ah, una cosilla. Le pone mucho ver porno y las guarradas que se dicen. Como lo ves?
- Sin problemas, le soltaré todo el repertorio que le suelto a Juanjo, jajaja.
- Ah, que a Juanjo le gusta eso?
- Creo que le pone más que le diga guarradas que follarme, jajaja.
Pilar volvió a pensar en ese posible encuentro con Juanjo que se había creado en la cabeza. Que cosas le diría Marta? Tendría que preguntárselo antes de que ocurriera, si es que alguna vez ocurría. Hasta ahora realmente no había hecho nada, tan solo con su hijo, el resto habían sido charlas calientes y pensamientos promiscuos que no había llevado a la realidad.
- Pues voy a decírselo. – dijo finalmente marchándose hacia la habitación de Julito.
- Que tal hijo, cómo estás?
- Muy bien mamá. Por qué me lo preguntas?
- A Marta le gustaría que fueras a su casa a tomar un refresco con ella. Que te parece?
- Es que ahora… no me apetece beber nada.
- Joder hijo, es que hay que decírtelo todo con letras mayúsculas.
Julito hizo un gesto de no entender nada.
- Te ha gustado lo que te ha hecho Marta?
- Claro!
- Pues quiere repetir, pero solo si te apetece.
- Ufff, la verdad es que me hubiera gustado darla bien por detrás contra ese culito que tiene. – dijo con simpleza, pero con el deseo dibujado en su cara.
- Pues anda, sube con ella y dale por donde quieras que lo está deseando. – dijo finalmente dándole un tierno beso en los labios a la vez que le metía la mano bajo el pantalón.
Al momento la polla del muchacho comenzó enderezarse.
- Métesela fuerte y disfrutar hijo.
Julito salió de subió con Marta a su casa y entraron en el salón. Marta estaba más nerviosa que él y decidió tomarse un buen lingotazo de ginebra mientras a él le servía una bebida de naranja. Uno solo le pareció escaso para animarse y se metió otro lingotazo de seguido.
- Me ha dicho tu madre que te gusta ver videos porno.
- Si. – contestó llano y simple.
- Y… te gustan algunos en especial?
- Si, los que les dan a las tías por detrás con esa ropa tan sexy que se ponen.
- Te gustaría que me pusiese ropa… como esa?
- Claro. Las mujeres estáis muy atractivas con esa ropa. – contestó recordando las palabras de su madre sobre decirles cosas bonitas a las mujeres.
- Pues me pondré atractiva para ti. – contestó Marta viniéndose a arriba con el efecto de la ginebra.
Marta desapareció por el pasillo y a los dos minutos volvió enfundada en un pequeño conjunto granate que apenas tenía tela. Sus escasas tetas lo deslucían un poco, pero los dos grandes pezones se le marcaban como si quisieran romper la fina tela. Iba subida en unos altos tacones y se giró sinuosamente para mostrarle el culo sabiendo que era lo mejor de su cuerpo.
La tira del tanga se perdía entre la raja de los dos redondos y respingones glúteos y a Julito se le abrieron más los ojos.
- Te gusta? – preguntó dándose un cachete en una de las elevadas nalgas.
- Está muy guapa señora Marta. – recurrió al lenguaje que le había sugerido su madre, pero con los ojos clavados en la preciosa raja.
- Solo guapa? – reiteró Marta.
- Bueno, es que no se me ocurren más cosas.
La mente de Julito no daba para ese tipo de cosas y fue Marta la que buscó en sus deseos.
- Te gusta este culito? – volvió a preguntar abriéndoselo con las manos con el cuerpo algo inclinado.
- Es muy bonito.
Marta tenía la cabeza girada y miraba el bulto que ya llenaba el pantalón corto del inocente muchacho.
- No te gustaría abrirlo así y meterme esa preciosidad que guardas bajo el pantalón?
Julito no se atrevió a decir nada y fue Marta la que habló de nuevo.
- Anda, sácala de esa cárcel y enséñamela.
Julito se bajó el pantalón lo suficiente para que aflorase la verga.
- Joder, es que es… - Marta no acabó la frase y le dio otro lingotazo a la ginebra.
Dejó el vaso sobre la mesa cercana y se tocó las bragas entre los muslos. Notó la humedad que volvía a mandar bajo la tela y suspiró profundamente. Se bajó un poco las bragas y le mostró la raja que formaban los labios vaginales depilados.
- Te gusta? – Julito tan solo asintió con los ojos muy abiertos.
Después hizo lo mismo con el pequeño sujetador dejando que salieran los gruesos pezones.
- Y estos? – volvió a asentir tocándose la polla.
- Anda, acércate y dame un beso.
Acababa de mandarle una cosa que había aprendido a hacer bien y sonrió reconfortado.
Marta era más alta que Pilar, rubia de piel blanca, ojos claros y boca grande de gruesos labios. Una coleta recogía su pelo dejado ver el contorno de su afilada cara marcada por una nariz con cierto matiz aguileño.
Julito se acercó y la rodeo con los brazos por la cintura acabando con las manos abiertas sobre el culito respingón. Pegó los labios a los de Marta e hizo alarde de lo que había aprendido con su madre. Le atornilló un beso que la dejo sin aliento mientras la apretaba contra él hundiéndole los dedos en las elevadas nalgas.
A Marta se le elevó toda la temperatura del cuerpo y se aferró más a él restregándote contra la endurecida polla. El sudor comenzó a mandar por los poros de su piel y agarró a Julito de la mano para llevarlo hasta la habitación. Se desnudó y el muchacho la imitó sin dejar de mirarla. La excitación la embargaba cuando se tumbó boca arriba con las piernas abiertas mostrando la ya mojada vulva.
- Te gustaría comerme entera?
Era una frase que Julito había escuchado unas cuantas veces en los videos pornos y sabía lo que significaba.
Se lanzó sobre ella como el que se lanza a la piscina y comenzó a chuparle los pezones que ya estaban duros y gordos como dos pepinillos clavados en el centro de las tetas. Julito volvió a hacer alarde de su aprendizaje chupando, lamiendo y mordisqueando como un perro bien adiestrado, y Marta comenzó a gemir sonoramente con las manos aferradas al pelo del muchacho.
- Ahhhh, diosss! Síii, chupa y muerde con ganas, no sabes lo zorra que me pone eso! – exclamó con desesperación.
Ese lenguaje lo conocía, lo había oído muchas veces en internet y eso le dio seguridad.
- Te los arrancaré a mordiscos! – exclamó entre chupada y mordida.
- Diosss , que guarra me has puesto. Baja hasta el pilón que estoy a punto de llenarlo.
Eso no lo había oído antes, pero lo de bajar estaba claro. Repto por el delgado cuerpo de Marta lamiendo cada centímetro de su piel blanca hasta llegar a la vulva. Metió la lengua y la rugosa y húmeda carne se abrió como una flor en primavera. Julito comenzó a lamer buscando al clítoris notando que era más pequeño que el de su madre, pero nada más tocarlo con la lengua sintió como el cuerpo de Marta vibró como si le diese un calambrazo. Unas lamidas, unas succiones y unos mordisqueos probocaron una avalancha de flujo empapó su boca. El sabor y el olor era más fuerte que el de su madre, pero no le disgustó.
Después de lamer todo el líquido reptó de nuevo por el cuerpo de Marta y agarrándose la polla con una mano la colocó entre los mojados labios de la vulva. Apretó con fuerza y Marta dio un alarido.
- Ahhhhg!
- Le he hecho daño señora Marta?
Marta casi se parte de la risa, pero acabó conteniéndose.
- No cariño. Es que me ha gustado mucho y lo expreso así. Tu aprieta bien y dime esas cosas que has aprendido por internet.
Julito se animó con esa explicación y la clavó con fuerza. Otro gritó desesperado salió de la garganta de Marta.
- Ahhhhg!
- Te la voy a sacar por la boca, zorra! – soltó a la vez que la daba un fuerte empujón hasta aplastar los huevos contra la vulva.
- Joder, si que me has puesto zorra cabroncete, ahhh.
Marta había levantado las piernas y sentía como su vagina se llenaba con la dura carne. Julio le aplastaba las tetas con las manos y pellizcaba los gruesos pezones sin contemplaciones. Era como si le hubiese dado carta blanca para hacerle lo que quisiera y pensaba hacerla todo lo que había visto en los vídeos porno.
Marta no tardó en volver a correrse entre gritos y gemidos. Clavaba los dedos en la espalda de Julito como para que no se escapase, pero Julito tenía en su mente otras cosas.
Se separó sin decirla nada y la obligó a que se diese la vuelta. Tenía ganas de pillar ese culito redondo y darle unas buenas ostias (palabras sacadas de internet).
Cuando Marta se quedó boca abajo, tiró de sus caderas como un bestia para ponerla de rodillas. Su mente obsesiva por el sexo se había olvidado de la suavidad.
El culito redondo con una perfecta raja dividiéndolo se elevó para el disfrute de su vista. Se agarró de nuevo la polla y la metió entre la empapada raja del coño. Otro gritó de Marta llenó la habitación al sentir como la enorme verga se hundía hasta el fondo de su vagina.
- Te voy a reventar, zorra! – gritó dándole un par de palmadas sobre las nalgas.
- Reviéntame cabron! Ahhhhg! Métela más dentro.
Comenzó a embestir agarrado fuertemente a las caderas moviendo el cuerpo de Marta como si fuese de trapo. Las embestidas brutales y profundas provocaron otra intensa corrida de Marta acompañada de gritos más guturales y ahogados. Volvió a abofetearla las nalgas hasta ver cómo la piel blanca enrojecía.
Julito quería metérsela en el culo, pero ya no pudo. Casi gritando a la vez que Marta, su polla comenzó a soltar leche como una manguera descontrolada. No paró de darla pollazos hasta que se quedó sin leche y sin fuerzas, cayendo sobre ella hasta aplastarla contra la cama.
Marta jadeaba sin fuerzas, le faltaba aire con la cara aplastada contra la cama. El sudor mojaba todo su cuerpo y el olor a flujo y semen llenaba la habitación. Intentó mover el cuerpo para deshacerse de Julito, pero apenas podía. Finalmente fue el muchacho el que se retiró de encima y por fin sintió que entraba aire en sus pulmones.
Después de un par de minutos recuperando el aliento Julito habló.
- Me voy a ir a mi casa señora Marta.
Ella tan solo hizo un ademán con la mano totalmente espatarrada sobre la cama sin fuerzas, y Julito se marchó.