Último Día.
Esa mañana, bueno más bien tarde ya, porque de nuevo se nos había ido la mañana al acostarnos al amanecer, mi despertar fue diferente. Me sacó de mi sueño un leve cosquilleo en mi entrepierna. Al entre abrir los ojos vi a Marta dándome pequeños lametazos en mi polla. Medio dormido sonreí al verla como me lamía, parecía una perrita bebiendo agua, resultaba hasta cómico, pero eso no evitó que a las pocos segundo ya la tuviera dura.
-Pero cariño… -. Dije acomodándome en la cama.
-Hola papi -. Me saludó ella con voz de niña inocente.
-¿Estás cachonda o que? -.
-¡Mucho! -. Contestó saltando encima mía plantándome los pechos en la cara .
Se cogió una teta y me la metió en la boca, apretando mi cabeza fuerte contra ella. Prácticamente obligándome a que le chupara el pezón, me recordó a nuestra época de embarazo y lactancia. Yo no pude más que obedecer. Continué mamando con fuerza y mordisqueándolo sin parar, noté su sexo húmedo sobre mi pierna.
-Ya -. Dijo separándose de mí y quedándose boca arriba en la cama suspirando.
-Esta noche terminamos con la promesa -. Me dijo mientras se recostaba de lado.
-Si llegas -. Le dije pasando un par de dedos por su entrepierna y enseñándole como salieron empapados con su flujo.
-Claro -. Continuó con tono irónico cogiendo mi mano - . Anoche me follaron el coño y la boca. ¿Como quieres que no esté cachonda? -.
En eso llevaba razón.
-Te propongo una cosa -. Comentó mientras pasaba mis dedos húmedos de su interior por mi boca.
-Dime mami -. Dije recostándome yo también y mirándola a los ojos.
-Que te parece, si hoy, que es el último día de vacaciones, nos dejamos llevar y vemos hasta donde llegamos -. Me comentó con sonrisa picarona.
Su propuesta me hizo ponerme muy cachondo, y mi polla, que ya se estaba empezando a relajar, volvió a todo su esplendor.
-Vale -. Respondí con cierta temerosidad. - Pero tenemos que intentar aguantar hasta la noche -.
-Ok -. me respondió. Mientras se volvía a subir encima insertándose mi polla lentamente, soltando un largo gemido. -Empecemos -.
Marta empezó a cabalgarme. No lo hacía salvajemente y eso me hacía sentir como su interior engullía mi entrepierna, notaba como mi miembro entraba entero, hasta el fondo. Empezó a gemir cada vez más fuerte. Sus tetas botando eran una imagen increíble. Empecé a azotar sus tetas, ella soltaba un gritito después de cada palmada. La agarré del pelo y tiré de ella con fuerza. Su cabeza se inclinó hacia atrás y arqueó su cuerpo.
-¡Joder papi! -. Dijo mientras se daba la vuelta y continuaba cabalgándome, pero ahora de espaldas a mí. - ¡Azótame! -. Me gritó mientras se agarraba el culo. La obedecí. Uno, dos, tres. Tres azotes algo contenidos.
Giró su cabeza hacia mí sin parar de cabalgar.
-No te cortes -. Me dijo con mirada morbosa.
Y no lo hice. Azoté ese increíble culo con todas mis fuerzas. Soltó un grito.
-¡Más! -. Me dijo dijo sin parar de moverse. Volví a azotar su culo que ya se estaba poniendo rojo.
-!Más fuerte! -. Ese último azotazo a mi mujer me hizo llegar al límite pero conseguí separarme de ella. No era la primera vez que la azotaba, ni mucho menos, incluso habíamos tenido alguna otra sesión de sexo algo más duro, pero aún así me ponía muchísimo cuando me lo pedía.
Me quedé tumbado en la cama conteniendo la respiración. Ella se giró hacia mí y me miró.
-Al poste cariño -. Le dije medio riendo volviendo a respirar. No sabía ni como, pero había logrado no correrme.
-¿Un ratito a la playa papi? -. Me preguntó levantándose de la cama.
-Sí. Me vendrá bien un baño -. Contesté mientras mi cuerpo volvía a la normalidad.
Nos preparamos para la playa. Marta había decidido repetir la braguita tanga del día anterior, aunque esta vez si se puso su correspondiente parte de arriba, aunque la verdad, no es que tapara mucho. Era de esos que te tapa solo el pezón y deja la mayoría de la teta asomando por debajo. Lo complementó con el vestido de tiras del primer día y nos marchamos a la playa.
Esta vez si caminamos un poco más para quedarnos cerca del chiringuito. Entre cerveza y cerveza hablábamos de nuestras cosas y jugábamos a nuestro juego de observar a la gente. Ambos posamos la mirada en un grupo de tres chavales que estaban jugando en el mar con una colchoneta. Eran tres jóvenes que no llegarían a los veinte años. Dos chicos y una chica. A mi me llamó poderosamente el físico de la chica, era bajita, muy delgada, pero con las tetas enormes.
-Mira mami. ¿Como puede tener esas tetas con ese cuerpo? -. Le dije a mi esposa.
-Ya cariño, estaba pensando lo mismo -.
Y seguimos observando al grupo de chavales. Uno de los chicos y la chica parecían pareja. Empezaron a besarse y a tocarse un poco los cuerpos. Al poco la pareja comenzó a marcharse hacia la arena, dejando al otro chico solo con la colchoneta.
-Son operadas -. Dijo Marta.
-¿Tu crees?. Si es muy joven -.
-Pero si mira. Ni se le mueven cuando corre -. Dijo haciendo que me fijara en ese detalle mientras la chica se tumbaba en la toalla.
-Pues puede que sí -. Afirmé.
Mi mujer se quedó unos segundos mirando al chico solitario de la colchoneta.
-Voy a preguntárselo a su amigo -. Dijo sin mirarme. Se levantó de la toalla y se metió en el mar.
Llegó hasta el chico, y se puso a hablar con él. Desde mi posición no podía escuchar de lo que hablaban. Hasta que un momento dado mi esposa se quitó la parte de arriba del bikini e hizo un gesto levantándose el pecho con las dos manos. No pude evitar reírme solo. Ya sabía de que iba la conversación.
Decidí levantarme yo también y acercarme a donde estaban ellos. A mitad de camino vi como Marta cogía las manos del chico, se las puso en sus tetas, y le hizo el gesto de que las apretara. El chico, obviamente, como habría hecho cualquiera en esa situación, se las estrujo.
Llegué hasta ellos y agarré a mi mujer por detrás de la cintura apoyando mi cabeza en su hombro
-¿Que tal mami? -. Le pregunté.
En ese mismo momento el chico, que no me vio llegar porque andaba concentrado en manosearle las tetas a mi mujer, las soltó de golpe.
-Bien papi -. Respondió. - Aquí hablando con mi nuevo amigo.
-¿Y de que habláis? -.
-Pues nada, que no tiene novia y que la semana pasada cumplió dieciocho años -. Contestó Marta guiñándome un ojo -. Y le he preguntado si las tetas de su amiga eran operadas y me ha dicho que no lo sabe -. Volvió a coger las manos del chico y las puso en sus tetas de nuevo. - Y le he enseñado que las mías son naturales -.
-Pues felicidades atrasadas -. Le dije yo.
-Gracias -. Contestó el con algo más de confianza.
-Eso, que aún no te lo había dicho. Felicidades -. Le dijo también mi esposa cogiéndolo suavemente de la nuca y acercando su boca a la suya.
Lo hizo muy despacio, para no intimidarlo y darle tiempo a apartarse si quería. Ni mucho menos. Fue él el que se abalanzó hacia los labios de mi mujer y la besó con ganas sin soltarle las tetas.
Marta, algo sorprendida por su efusividad, le cogió del culo y lo pegó contra su cuerpo. Solté a mi mujer y me separé unos centímetros. Cuando por fin se separaron, ella le echó mano al paquete y se la sacó del bañador.
-¡Vaya! -. Exclamo. -Con esta polla no vas a tener problema en echarte novia.
El chaval esbozó una sonrisa con cierto orgullo y ganando confianza. Era lo que ella buscaba.
Marta empezó a masturbarle.
El chico se estremeció y cerró los ojos. Mientras yo ejercía de pantalla para ocultarlos un poco y mi mujer me sonreía pícaramente. El chaval empezó a suspirar y a gemir levemente. Mi esposa cogió su mano y se la metió por dentro del bikini. Le soltó la mano y el chico la mantuvo en su vagina moviéndola levemente.
-¿Es el primer coño que tocas? -. Le preguntó Marta al chico, el cual asintió levemente sin abrir los ojos -. Pues disfruta -. Aseveró empezando a masturbar al chico con fuera.
Pasó a penas un minuto cuando el chico, soltando un fuerte gemido, que mi mujer intentó aplacar en vano tapándole la boca, explotó de placer. El primer lefazo fue a parar al ombligo de mi esposa, el resto de semen quedó escurriendo por su mano.
El chaval abrió los ojos tímidamente, suspirando, sacó la mano del tanga de mi esposa y se subió el bañador. Mi mujer se quedó mirando al chico unos segundo que aún estaba aturdido sin creerse lo que acaba de pasar.
- Espero que te haya gustado tu regalo de cumpleaños -. Le dijo Marta besándole la frente tiernamente.
El chico asintió con la cabeza, como dando la gracias, y se marchó hacia donde estaban sus amigos. Nos quedamos un rato observando como llegaba hasta su toalla mirando las caras de asombró de sus amigos que seguramente habían intuido toda la situación, mientras mi mujer se limpiaba su barriguita.
-Si la tetona hubiera sido la soltera, te hubiera tocado a tí -. Me dijo Marta con una leve sonrisilla.
-Vaya… que mala suerte tengo -. Respondí irónicamente.
El resto de la tarde pasó tranquilamente, sin nada reseñable que destacar, y cuando empezó a anochecer nos despedimos de la playa con cierta tristeza, por todo lo que habíamos vivido allí, pero con muy buenos recuerdos, eso seguro. Y aún nos quedaba la noche. Una larga noche.
Cenamos algo ligero y nos dispusimos a nuestro ritual de preparación para nuestra noche.
-Hoy, cómoda -. Dijo Marta saliendo del baño con unos vaqueros ajustados que le marcaban su pedazo de culo y una camiseta de licra, eso sí, sin sujetador, que hacia lo propio con sus pechos.
-Perfecta, como siempre -. Dije dándole un leve azotito en el culo, mientras nos marchábamos de la habitación.
Esa noche nos quedamos por la zona, queríamos más beber que andar, así que en el primer local que nos gustó nos paramos a tomarnos algo.
El sitio estaba bastante concurrido, no nos gustan mucho la aglomeración de gente, pero no nos apetecía andar dando vueltas. Encontramos una mesa, y comenzamos a beber. A beber de verdad. Nuestras mentes tenían claro que era nuestra última noche y lo íbamos a dar todo.
Empezamos a hacer el tonto con nuestras bromas semi sexuales, ya un poco con los efectos del alcohol.
-Mira papi -. Me dijo pellizcándose un pezón hasta ponérselo duro y que se le marcara a través de la camiseta. -Si me lo toco otro poco le saco un ojo al de enfrente -. Dijo riendo a carcajadas. No pude evitar reírme con ella, aunque la broma me excitó.
-Pues mira yo -. Dije asomando disimuladamente la punta del capullo por encima del pantalón. -Como te vuelvas a pellizcar el pezón se me va a poner tan dura que el camarero me va a colgar un altavoz del cipote -. Volvieron las carcajadas.
-Que tontos somos -. Continuó ella apurando la cerveza.
-Y lo bien que lo pasamos -. Le dije guiñándole un ojo.
-¿Otra? -. Preguntó enseñándome el vaso vacío.
-¡Otra! -. Respondí yo terminándome la cerveza de un trago. -Pero ahora ves a pedir tú, que si no el camarero me va a dar el barril directamente.
-Vale -. Respondió con una leve risilla.
Marta se levantó de la mesa y se acercó a la barra, yo la visualicé desde la mesa pensando que esa mujer siempre estaba tremenda, llevase lo que llevase. El camarero tardó bastante tiempo en atenderla debido a que había bastante gente en el local, cuando un chico se acercó a hablar con ella. Vi como no esquivó la charla, al revés, continuó con hablando con él utilizando sus gestos mas coquetos. Volvió al cabo de una par de minutos y se sentó a mi lado de nuevo.
-Te ha molado el tío ese -. Le dije.
-La verdad es que sí -. Contestó. El chico era bastante parecido a mí, algo más joven, pero moreno , delgadito y de mi misma estatura.
-Cinco minutos más y me lo ligo -. Dijo sin dejar de mirar al chico que aún seguía en la barra.
Solté una risita.
-¿Crees que no? -. Me dijo mirándome seria.
-Claro que sí cariño, te podrías ligar a cualquiera que quisieras -. Dije mientras veía que tranquilizaba la mirada. -Pero en cinco minutos…. -. Su mirada se puso sería de nuevo.
-Déjame tu móvil -. Dijo haciéndome un gesto con la mano.
Obedecí, vi como lo trasteaba y me lo dejaba encima de la mesa. Había puesto el cronómetro en cinco minutos.
-Si se terminan los cincos minutos me llamas -. Dijo cogiendo su móvil.
-Vale -. Dije un poco sin saber que responder.
-Si no, ganó -. Me dijo asertivamente.
-Vale -. Volví a responder un poco dubitativo.
Activó el contador del móvil, se colocó bien las tetas y se levantó directa hacia el chico.
Comenzó su juego, coqueteos, sonrisas, leves caricias y pasaban los minutos. Uno, dos, tres, cuatro… Cuando cogiéndolo de la mano se lo llevó hacía los baños. Le sobró tiempo.
Pasó bastante tiempo, alrededor de quince minutos, incluso me dio tiempo de ir a la barra a pedirme otra cerveza y volver a la mesa sin dejar de mirar la puerta de los baños.
A los pocos minutos por fin vi a mi esposa salir del baño, con el pelo algo alborotado que, caminando con seguridad, volvió a la mesa y se sentó a mi lado lanzando un largo suspiro.
-¿Que ha pasado? -. Pregunté después de observarla varios segundos.
-Pues que he ganado la apuesta y e ido a por el premio -. Dijo acomodándose en la butaca, pero sin mirarme.
-¿Y que más? -. Continué preguntando.
-¿De verdad quieres saberlo? -. Me preguntó ella, ahora sí, mirándome a los ojos.
Asentí con la cabeza.
-¿Seguro? -. Volvió a preguntarme.
Yo había entrado al trapo de la apuesta, así que tenía que apechugar con las consecuencias.
-Seguro -. Afirmé algo tenso.
-Le hice una pajilla -. Continuó mi mujer.
-¿Solo? -. Pregunté relajándome un poco.
Sus segundos de silencio volvieron a tensar mi cuerpo.
-No -. Respondió Marta encogiéndose de hombros. -¿Quieres mas detalles? -. Me preguntó con media sonrisa mientras se acercaba más a mí y me ponía la mano en la pierna.
-Dámelos -. Dije correspondiendo con la mía en la suya.
Tomó aliento y se inclinó hacia mí.
-Pues mi idea era hacerle una paja y listo -. Dijo mi esposa parando unos segundos y echando un trago de mi cerveza. - Pero la situación se calentó -.
-¿Que pasó para que la situación se calentara? -. Notaba como mi excitación iba en aumento.
-Me cogió del cuello -. Respondió sin pensárselo un segundo. -Sabes que eso me pone muy cachonda -.
La polla, por raro que pueda parecer, se me puso como una piedra.
-Explícate -. Le dije a mi mujer mientras que al notar mi empalme cogió confianza.
-Pues eso -. Continuó mientras empezaba a acariciarme la entrepierna -. Le estaba haciendo una paja cuando me cogió del cuello y me empujó contra la pared -.
Notaba que se estaba excitando de nuevo recordando la situación y dándome todos los detalles.
-¿Y tú que hiciste? -. Pregunté entre excitado y nervioso.
-No pude evitar bajarme los pantalones y las bragas, papi -. Continuó. -Me puso muy húmeda el que me cogiera del cuello y pegara mi cabeza contra la pared, necesitaba que me tocara él a mí también.
Sopesé mi siguiente pregunta unos segundos.
-¿Te ha follado? -. Pregunté al poco.
-¡Sí! -. Me respondió casi eufórica . -El cabrón me la ha metido a la primera ocasión que ha tenido, hasta me ha dolido de la fuerza con la que lo ha hecho -. Dijo llevándose la mano a su chochito.
-¿Te has corrido? -. Volvía preguntar yo.
-No. Supe parar a tiempo. No quería perder -. Dijo guiñándome un ojo.
-¿Y él se ha corrido? -.
-Sí -.
-¿Dentro de tí? -.
-Más o menos -.
La respuesta de mi mujer me dejó un poco intranquilo.
-No sé que significa eso exactamente -. Dije con mil imágenes en mi cabeza.
Marta abrió su boca y se señalo con el dedo índice su interior.
-Lo siento papi, me puso muy cachonda la situación -. La creí. Que se corran en su boca y tragarse la leche no es de las cosas que mas le guste hacer, es más, la tengo que llevar muy al límite para que lo haga conmigo.
La miré a la cara y vi como cierta cara de arrepentimiento.
-Bueno mami -. Dije cogiéndola de la barbilla. - Me parece bien. En tu coño solo me corro yo -. Cambié un poco nuestra frase, pero el sentido de ella seguía siendo el mismo.
Me puse en su situación y alabé el hecho de que consiguiera aguantar no correrse, porque después de tantos días, quería que lo hiciéramos juntos. También valoré el hecho de que, otra vez, supo controlar la situación para que nadie se corriera en su coño salvo yo. Esos pensamientos me calmaron.
-Voy a otro par de cervecillas -. Le dije antes de besarle la boca. Vi como su rostro se relajaba y volvía a sonreir -.
-Vale -. Contestó con esa vocecilla de niña buena que pone a veces y que tanto me gusta.
Me levanté de la mesa para ir a la barra cuando una voz y una mano apoyada en mi hombro me hizo detenerme.
-¡Hola! ¿Que tal? . Me preguntó la voz. Me giré y de primeras no lo reconocí.
Soy muy malo para esas cosas, sobretodo con los hombres, porque al mirar a la pareja que le acompañaba sí que caí en la cuenta. Era la morena de la segunda noche del local de música latina. Mire de nuevo y mi mente asoció al chico de casi dos metros también.
-¡Ey!. Buenas. ¿Que tal? -.Respondí cordialmente.
-Pues mira, buscando a ver si hay alguna mesa libre para tomar algo -. Continuó él.
-Mi mujer está allí sentada, si no os importa compartir mesa con nosotros, estais invitados . Dije señalando la mesa donde se encontraba mi esposa.
-No claro, al revés, sería un placer -. Respondió él.
-Pues sentaros que voy a pedir -. Le dije mientras retomé mi camino hacia la barra.
Volví con cuatro cervezas y me uní a la improvisada reunión. Mientras me sentaba pude fijar más mi atención en la chica, la recordaba del otro día, pero aún así no pude evitar radiografiarla de nuevo. Era más grande que mi mujer en todos los sentidos, y el vestido negro que llevaba marcaba de manera increible sus impresionantes curvas. Marta me pilló mirando embobado, pero solo me sonrió.
La noche transcurría tranquila, entre cervezas y copas, hablando de cosas banales al principio, hasta llegar al, siempre presente, tema del sexo. La conversación fue subiendo de nivel. Hablábamos de posturas favoritas, gustos sexuales, fantasías. Hasta que la chica soltó lo que iba a ser el desencadenante de todo.
-A mi me daría mucho morbo que nos grabaran follando -. Soltó con su voz dulce.
-Pero eso es fácil de cumplir, nosotros alguna vez lo hemos hecho -. Dijo Marta mirándome buscando mi complicidad. -Cogeis el móvil y listo -.
-No, pero que alguien nos grabé y nos de indicaciones y eso, como si fuera una película porno -. Prosiguió ella con cierta timidez. La mirada de su pareja me hizo entender que el tema ya estaba hablado.
-¿Y por qué nunca lo habeis hecho? -. Pregunté yo con cierta intriga.
-No sé -. Respondió el chico. - Nunca ha surgido la conversación con nadie de confianza -.
-Os ayudamos nosotros, que ya hay confianza. ¿No? -. Lanzó mi mujer al aire mientras se acariciaba el chocho por encima de los vaqueros y se lanzaba a acariciar mi entrepierna.
-Sí, algo de confianza ya hay -. Dijo él, mientras todos nos reímos al recordar aquella noche.
-Pues ya está -. Dije yo levantándome y apurando mi cerveza. Me vine un poco arriba.
Terminamos las bebidas y nos fuimos del local. La pareja comentó que su hotel estaba justo enfrente, asique decidimos que ese sería al lugar perfecto. Subimos a su habitación sin establecer ninguna conversación entre ninguno de los cuatro. Llegamos al cuarto y sin mediar palabra la pareja comenzó a besarse. El chico lanzó su móvil a la cama. Marta ávida cogió el teléfono, se tumbó en la cama y comenzó a grabarles. Me tumbé a su lado.
La pareja empezó a desnudarse mutuamente nada más ver que mi mujer ya estaba grabando. Se quedaron completamente desnudos delante nuestra. Él, con un cuerpo musculado bien trabajado en el gimnasio, y ella con con un cuerpo voluptuoso con unas increibles curvas.
La verdad es que era un buen espectáculo para ver. Cuando empezaron a masturbarse el uno al otro nos subió la temperatura. Marta fue la primera, se quitó los vaqueros y las bragas y se quedó con las piernas abiertas. La seguí yo también, desnudándome y dejando mi polla ya muy dura libre. Nos empezamos a masturbar mutuamente. Eso sí, sin que mi esposa dejara de grabarles.
Al chico le gustó la escena que vió, porque empujó a su pareja contra la cama, le levantó la cintura y empezó a lamerle el coño. La chica quedó tumbada en la cama, con el culo en pompa, a escasos centímetros de mi mujer.
-Toma -. Dijo dándome el móvil y deslizándose un poco en la cama para que la cara de la chica quedara a la altura de su coño. Agarró la cabeza de la chica y la metió entre sus piernas. Ella no protestó y comenzó a lamer la vagina húmeda de mi esposa.
Marta me había comentado muchas veces que creía que no podría hacer un trío con una mujer porque no se veía capaz de hacerle sexo oral a otra chica, pero daba la impresión de que no le importaba que se lo hicieran a ella, porque apretaba con todas sus fuerzas las cara de la chica contra su coño, mientras comenzaba a gemir. Mientras yo no dejaba de perder detalle desde la pantalla del móvil. No sabía muy bien que me daba más morbo si ver a otra mujer comiéndole el coño a mi esposa o ver su cara de placer mientras se lo hacían a ella.
En un arrebato mi mujer se incorporó en la cama y le dio un azotazo en el culo a la chica con todas sus fuerzas que la hizo soltar un grito.
-Le toca -. Dijo señalándome, y apartándose de ella dejando un reguero de flujo, me dejó su puesto.
Ocupé su sitio y la chica, sin poner ninguna objeción, se metió mi polla hasta la garganta, no pude evitar soltar un gemido al notar sus labios carnosos prácticamente en mi pubis. La mamaba con muchas ganas, sacándola y metiéndosela hasta el fondo otra vez. Me gire para ver Marta como le indicaba al chico que ahora le tocaba a ella, que no dudó en empezar a lamer el rico coño de mi mujer.
Marta y yo nos quedamos viendo los dos juntos a través de la pantalla del móvil como nos practicaban sexo oral a ambos.
-Tenemos buenos esclavos -. Me susurro al oído, entre risillas, gemidos y suspiros.
-Ya ves -. Contesté yo como pude, con la respiración entrecortada.
Y nos besamos. Estuvimos así durante varios minutos, besándonos mientras nos comían la polla y el coño.
Al cabo de unos minutos vi al chico incorporarse, y tirando de las piernas de mi mujer hacia atrás, la colocó al borde de la cama. Se estaba preparando para follársela. Yo hasta ese momento no me di cuenta de la polla tan grande que tenia, era enorme, y por la cara que puso Marta creo que ella tampoco se había fijado. Miré de reojo a la morena que seguía chupándome la polla hasta los huevos y entendí al momento el porque de la capacidad oral de esa chica.
El chico cogió a mi mujer de los tobillos y abriéndola de piernas por completo acercó su descomunal miembro a la vagina de mi esposa. Sin pensárselo mucho se la metió hasta el fondo. Marta soltó un desgarrador grito de placer que la dejó unos segundos sin respiración y con la boca abierta. El chico esperó unos segundo a que mi mujer recobrará el aliento y cuando ella le miró directamente a los ojos, él volvió con la siguiente embestida y esta vez no paró. Estuvo varios minutos follándose a mi esposa con fuerza mientras esta no dejaba de gemir con los ojos cerrados y clavando las uñas en la cama.
Al poco sentí como su cuerpo consiguió relajarse un poco, abrió los ojos y me miró, su interior ya se estaba acostumbrando a las embestidas del chico, pero eso no quitaba que continuara gimiendo sin parar, aunque ya de manera algo más moderada.
La mirada fija de mi mujer me sacó de mi embelesamiento, caí en la cuenta de que había estado tan absorto en observar dicha escena que prácticamente no prestaba atención a la chica. En ese instante pensé que yo no iba a ser menos y rápidamente puso a mi pareja sexual de ese momento a cuatro patas dejándole la cabeza encima de la de Marta.
La agarré de las nalgas y dándole una palmada en el coño, que le hizo soltar un gritito, se la metí hasta el fondo, el grito aumentó de volumen.
La empecé a penetrar con fuerza mientras su cuerpo no dejaba de moverse hacía delante en cada embestida, con sus enormes tetas apoyadas en la cama. Mi polla entraba y salía de ella con cierta facilidad aunque eso no impedía que notara su interior ardiendo y su flujo chorreara por mis huevos. Sus gemidos de placer se entremezclaban con los de mi mujer al punto de costar diferenciarlos. Marta y yo nos mirábamos de vez en cuando, sin que ninguno de los cuatro bajáramos el ritmo, como si fuera una competición. Creo mi esposa pensó algo parecido por que entre gemido y gemido me lanzaba sonrisas cómplices. Si eso era una competición yo sabia quien no iba a perder.
Cogí a la chica del pelo y pegué su cara a la almohada, quedando así más arqueada y con su culo expuesto. No me lo pensé, pasé un dedo por su coño que seguía chorreando, y con su propio flujo, lubriqué su agujero del culo. Le metí el dedo hasta el fondo. Soltó un grito que resonó en toda la habitación a pesar de tener la boca tapada con la almohada. Esta vez si note el gemido de placer mezclado con algo de dolor. Lo mantuve quieto unos segundos. Esa cavidad de su cuerpo no estaba tan acostumbrada al sexo. La volví a coger del pelo y pegué su cara a la de mi mujer.
En ese momento vi como Marta cerraba los ojos y se mordía el labio. Estaba aguantando como una campeona para no correrse mientras esa enorme polla no paraba de penetrarla. Pero noté que estaba al límite.
-Aguanta mami -. Le dije a mi esposa como para darle ánimos. Asintió levemente como pudo con la cabeza, sin abrir los ojos.
Empecé a follarme a la chica con todas mis ganas mientras no paraba de mover el dedo dentro de su culo. Bastó apenas un minuto para que, lanzando un largo gemido, la chica llegara al éxtasis. Sentí como si algo dentro de ella explotara, hasta el punto de notar su corrida caer en mi abdomen. Estuve apunto de correrme yo también. Pero pude aguantar, si mi mujer aguantaba, yo también.
No pude recrearme mucho en la visión de como mi polla salia envuelta en los líquidos de la chica, quedándose ella tumbada de lado en la cama, cuando la voz de su pareja hizo centrar mi mirada en él.
-Yo también estoy a punto -. Dijo bajando la intensidad. Creo que mi escenita con su chica le había puesto muy cachondo.
Justo en ese momento Marta se separó de él, se dio la vuelta y se lanzó a chupársela. Al principio el chico se sorprendió un poco, pero parece que la idea no le disgustó, porque al segundo ya estaba disfrutando de la mamada que le estaba haciendo mi esposa.
Mi mujer se puso a cuatro patas dejando su entrepierna enfrente mía. Comenzó a masturbarse el clítoris con una mano mientras con la otra sujetaba y engullía como podía aquella polla.
Capté el mensaje.
Sin dudar ni un segundo salté hacia mi mujer y se la metí en el coño. Me produjo un morbo increíble el hecho de pensar que los flujos de la chica y los de ella se entremezclaban en su interior. Esa imagen en mi mente hizo que empezara a follármela con fuerza.
Levanté la mirada y vi como el chico con los ojos cerrados apretaba con fuerza la cabeza de mi mujer hacía abajo. Notaba como el cuerpo de mi mujer se convulsionaba mientras intenta respirar con aquella polla clavada en la garganta, aún así se puso a mover el culito en círculos sobre mi polla para mí.
La situación no duro mucho.
Con un sonoro grito dio el último empujón a la cabeza de mi mujer, y descargó en ella, fueron varias descargas. Cuando terminó de correrse Marta se sacó la polla de la boca dejando caer todo el semen contenido en ella. Mientras tosía.
-Papi -. Dijo girando su cara hacia mí, aún con los fluidos del chico resbalando por su barbilla. No necesitó decir más.
La cogí con fuerza por la cintura y empecé a follármela dándole rápidas embestidas. Su interior se sentía tan caliente, tan húmedo, tan excitante, hasta en eso era especial.
Su culo paró de moverse. Sabía que era el momento. La agarré con fuerza del cuello con las dos manos y la apreté contra la cama dando el último empujón.
-¡Joder! -. Gritamos los dos al unísono.
El orgasmo conjunto que tuvimos fue espectacular.
Descargué todo el semen acumulado de estos días de una sola vez en su interior, pero con una corrida que duró varios segundos. Ella temblando con la piel erizada y la boca abierta no pudo ni soltar un gemido. Se desmoronó en la cama boca arriba y yo encima de ella.
Tardamos alrededor de un minuto en volver a la realidad y pudimos voltear la cara hacia la pareja. Vimos como con una sonrisa nos enfocaban con la cámara del móvil. Ninguno nos habíamos percatado, pero la chica, una vez recuperada de su orgasmo, había grabado toda la escena.
Marta se levantó de la cama y sujetándose el coño con la mano se puso las bragas. La miré de reojo.
Terminamos de vestirnos los cuatro y nos despedimos de la pareja de manera cariñosa, nos intercambiamos los teléfonos, más que nada para poder compartir el video que habíamos grabado, y nos marchamos de la habitación de nuestros invitados.
Se nos había vuelto a hacer de día y nos dirigimos tranquilamente caminando hacia nuestro hotel. No intercambiamos demasiadas palabras, yo agarrado a su cintura y ella apoyada en mi hombro.
-Pues no se han dado mal las vacaciones -. Comenté dándole un beso en la mejilla.
-La verdad es que no -. Respondió con una risilla.
-Hemos zanjado muchos temas -. Continué.
-No todos -. Respondió tras quedarse callada unos segundos.
La miré arqueando una ceja con cara de no haber entendido su respuesta, pero ella no me devolvió la mirada.
Nada más llegar a la habitación Marta empezó a desnudarse con avidez. Se quito la camiseta, se quitó los vaqueros ajustados y, posando las manos sobre la cama, se reclinó hacia delante poniendo el culo en pompa. Se empezó a bajar las braguitas y vi como goteaba mi semen de su interior.
Se introdujo dos dedos en su coño, con un leve gemido, los sacó embadurnados de mis fluidos y empezó a acariciarse al agujerito del culo con ellos. Tomó aire y empezó a meterse un dedo poco a poco. Empezó a controlar su respiración para relajarse, acercó un segundo dedo y se lo introdujo también con un suspiro. Los dejó dentro, quietos unos segundos, y luego empezó a moverlos haciendo círculos. Cuando se sintió preparada se los saco despacio y giró su cara hacía mí.
-Ven cariño -. Dijo mirándome a los ojos.
-¿Seguro? Recuerda la última vez -. Le dije.
Solo asintió con la cabeza.
-Mami, que no hace falta, que sabes que… -.
-Papi, por favor -. Me interrumpió volviendo a meterse los dedos en el coño y pasándolos por su culo otra vez.
Me acerqué a ella y me planté con mi polla erecta delante de su entrada de atrás. La verdad es que yo estaba deseando.
Empecé a metérsela un poco lentamente, noté menos resistencia esta vez, continué hasta mas o menos la mitad. La oía respirar profundamente. Seguí hasta que la tuve completamente dentro.
-Quiero que te corras dentro de mi culo -.
-Cariño, sabes que para correrme tengo que hacerlo rápido -.
Alargó el brazo para agarrar la almohada y se la acercó a la cara.
-Inténtalo -.
Empecé a moverme, cada vez con movimientos algo más rápidos. La escuchaba gemir y soltar algún pequeño grito. Aumente el ritmo. Cogió la almohada y la mordió con fuerza, mientras se frotaba el clítoris. Le metí los dedos en el coño y empecé a masturbarla con fuerza mientras aumentaba la intensidad de mis embestidas en su culo. Escuchaba sus gritos aplacados por la almohada.
Decidí dárselo todo.
La metí hasta el fondo, no se si fue por todas las situaciones vividas o por sentir como tenía toda mi polla metida en el culo de Marta, pero necesité menos de lo yo creía para conseguir correrme. En esa embestida mi mujer grito y yo noté como mi semen entraba directo en el recto de mi mujer.
Era la primera vez que me corría dentro del culo de mi esposa, fuera muchas, pero dentro, la primera. No paré de masturbarla hasta que noté que su corrida le escurría por las piernas. La saqué con cuidado. La abracé y la tire en la cama conmigo. Vi como un par de lágrimas se escurrían por su mejilla.
-Lo conseguiste mami -. Le dije secándole el par de lagrimas con mis manos.
-Sí, papi -. Respondió con cierta dificultad para respirar. -Lo conseguí -. Continuo diciendo mientras nos besamos apasionadamente.
Esa fue la última aventura de nuestras vacaciones en la playa. Unas vacaciones que cambiaron nuestras vidas, o por lo menos, nuestras vidas sexuales.
Fin.
NdA: Si has llegado hasta aquí GRACIAS. Si has seguido todas las aventuras MUCHAS GRACIAS.
Esta ha sido mi primera serie de relatos eróticos. Espero que hayais disfrutado leyéndolos. Yo por lo menos escribíendolos sí.
Ahora no sé como continuaré, imagino que ya volverá la inspiración, mientras tanto cualquier opinión, pregunta o sugerencia es bien recibida tanto en los comentarios como en el correo.
Nos leemos pronto.
"Nada de lo que escribo es mentira, pero tampoco es totalmente cierto".