Una charla con la vecina
Comieron mientras Pilar sentía esa excitación que no quería abandonar. El olor al semen de su hijo y la inmensidad de pensamientos promiscuos la mantenían en un estado de felicidad que no había experimentado nunca antes.
Cuando acabaron Julito se fue a su habitación y ella decidió desprenderse de ese olor tan delicioso dándose una ducha. Se secó, se puso unas de sus bragas habituales y cómodas, y un sujetador que realmente le sujetaba sus grandes atributos. Los cubrió con una de las finas batas veraniegas que tenía para disfrutar de un buen café pensando en todas esas cosas que estaban sucediendo en su vida.
Se sentó cómodamente en uno de los sillones del salón y saboreó el café a pequeños sorbos mientras su mente viajaba sin cesar pensando en lo que haría, o mejor dicho, en lo que se atrevería a hacer cuando sonó el móvil. Era Marta, la vecina y amiga, además de ser la mujer de Juanjo, uno de los nombres que habían corrido por su mente para alguna posible aventura.
- Hola Marta.
- Hola guapa. Estás sola?
- Estoy con Julito, que ha tenido una caída y tengo que cuidarle un par de días.
- Vaya, pobrecito, con lo majo que es. Te llamaba para ver si me invitabas a un café y de paso contarte algunos chismes, jijiji.
- Claro, baja cuando quieras.
- Pues ahora mismo voy.
A Pilar no le apetecía demasiado, pero por otra parte eso serviría para que Julito la dejara tranquila esa tarde. En el fondo se temía a sí misma pensando en el vicio que estaba cogiendo con el sexo y que lo dominaba a duras penas.
Marta bajo en bata, una parecida a la de Pilar, y las dos se sentaron en el salón a charlar con humeantes cafés.
- Pues Rebeca, la chica de la que te hablé, creo que se ha separado y ya está con otro. – comentó Marta.
- Y qué tal es el tío?
- Joder, no veas cómo está de bueno, está para comérselo!
- Anda, que si te oyera Juanjo esas cosas.
- Jajaja, delante de él no se me ocurriría, pero me pongo calentita pensando en tirarme a un tío así.
- Que descarada que eres Marta, aunque solo sea de pensamientos, jajaja.
- La imaginación es libre, jajaja.
Anteriormente Pilar evitaba hacer comentarios cuando le hablaba de cosas así, pero en esta ocasión quiso profundizar un poco.
- Solo es imaginación, o si tuvieses la oportunidad… harías algo?
- Uy, pues no sé. La verdad es que hasta ahora no he tenido ninguna oportunidad, jijiji.
- Pero… y si la tuvieses?
Marta se movía nerviosa sobre el sofá pensando que contestar.
- Bueno, tu eres una de mis mejores amigas y a ti te lo puedo contar. Últimamente Juanjo y yo mantenemos pocas relaciones y cada vez pienso más en una aventura para salir de la rutina, jijiji.
Pilar se dio cuenta que Marta estaba abierta a contarle sus intimidades y no lo desaprovechó.
- Y tienes en mente a alguien?
- En el súper conozco a mucha gente, pero estando en la caja es difícil algo más que flirtear, jijiji.
En ese momento apareció Julito a su estilo.
- Mamá! Mamá!
- Que pasa hijo?
Julito se puso colorado al ver a Marta y se quedó parado sin palabras. El fino pantalón se le abultaba exageradamente marcando un paquete inmenso.
- Hola Julito! – exclamó Marta sin poder evitar mirar el bulto.
- Hola señora Marta. – contestó con el cuerpo en estado de congelación.
Pilar intentó evitar reírse ante la escena que le estaban proporcionando los dos, y desbloqueó a su hijo mandándole a por unas pastas.
- Pero… que le pasa a Julito? – preguntó Marta con los ojos todavía abiertos como platos.
- Por qué lo dices… por el bulto? – preguntó Pilar sonriente.
- Menudo paquete tiene el muchacho. Todo eso es suyo? – volvió a preguntar Marta sin cortarse.
Pilar estuvo pensando la respuesta y al final decidió decirle parte de la verdad para que la conversación no acabara.
- Absolutamente todo, te lo puedo asegurar.
- Se la has visto?
- No he tenido más remedio. El primer día el pobre no podía ni sacársela para mear y se lo tuve que hacer yo.
- Joder, que fuerte. Y no le dio vergüenza?
- Al principio si, sobre todo porque se le puso como el palo de una escoba.
Las dos rieron a la vez esperando a que Julito apareciese con las pastas.
- Vienes ya, hijo? – gritó Pilar.
- Espera, ahora voy.
- Seguro que le da vergüenza salir con él pantalón abultado. – comentó Pilar.
- Pues por mí que no lo haga, estoy encantada, jajaja.
Las dos rieron de nuevo y Julito apareció con las pastas. El bulto había bajado pero todavía se le notaba con claridad. Marta lo miró sin cortarse intentando imaginar la enorme verga y Pilar se volvió a dar cuenta.
Su mente comenzó a maquinar pensando en su cándido hijo. Había llegado a pensar en buscarle a alguna chica o mujer, incluso se le había pasado por la cabeza la promiscua de su hermana.
Viendo la cara de Marta observando el bulto de Julito pensó que sería una buena candidata, y tan solo dos pisos más arriba. Era la oportunidad para que su hijo probase con otra mujer. No tuvo que guiar la conversación pues Marta se lo puso fácil.
- Oye, y que hiciste cuando se le puso dura? – preguntó Marta cuando se marchó el muchacho.
- Pues que iba a hacer, tuve que bajársela para que al pobre no se le pusiera un dolor de testículos, jajaja. – rió Pilar al final de la frase para que pareciese que no le daba importancia.
Marta río a la vez, pero su mente comenzó a imaginar esa escena.
- Entonces… le masturbaste? – intentó preguntar lo más educadamente posible.
Pero Pilar no quería que la conversación fuera educada.
- Menuda paja le hice. No veas como se lo pasó el muy cabroncete hasta que soltó unos buenos chorros de leche, jajaja. – volvió a reír para transmitir a Marta normalidad.
Marta dio un sorbo al café y se comió una de las pastas mientras su mirada se perdía en el infinito. Su mente no paraba de fluir pensando en ese bulto que había visto, y el deseo de ver esa verga en pleno estado de erección.
- Y… le has tenido que hacer alguna más?
- Mejor no te digo la de veces que se le pone dura al cabo del día. Seguro que ahora venía a que le hiciese otra.
- Joder, no me lo puedo creer. Y… sabe algo Manuel?
- Como quieres que le cuente eso, vamos, ni se me ha pasado por la cabeza.
- Si, claro, sería difícil de explicar. – acuñó Marta pensando – Y estás segura que ahora venía a pedir que le hiciese otra paja? – incidió en el tema.
- No has visto como venía? Si parecía que le iba a reventar el pantalón.
- Si, si, cómo no voy a ver ese bulto.
Pilar se acercó más a Marta poniendo cara picarona y la susurró.
- Te gustaría vérsela?
- Joder…, no se…, bueno… la verdad es que si, jijiji.
Pilar se sintió satisfecha de cómo había llevado la conversación, acababa de dar el primer paso.
- Pero… como lo vas a hacer para que me la enseñe.
- Julito es muy inocente y su mente todavía está algo aniñada. Será fácil de convencerle con algún truquillo.
- Joder, sabes que me estoy poniendo nerviosa?
- Tranquila, se me está ocurriendo taparle los ojos para que no te vea.
- Vale, vale! – exclamó Marta con cierto entusiasmo.
- Pues voy a hablar con él y cuando lo tenga preparado te aviso.
Pilar se levantó para ir hasta la habitación de su hijo mientras pensaba cómo planteárselo. Sabía que era muy obediente y que lo que le dijera lo llevaría a rajatabla.
- Hola cariño.
- Hola mamá. Jo, vaya corte que me ha dado al ver a la señora Marta con el pantalón abultado.
- No pasa nada cielo. Te puedo decir que le ha gustado.
- Le ha gustado? – preguntó sorprendido.
- Ya te he dicho que a muchas mujeres nos gusta una polla como la que tu tienes, y Marta es una de ellas.
- Le gustan así de grandes? – volvió a preguntar con inocencia.
- Las chicas nos contamos esas cosas, y ella me lo ha dicho.
Julito estaba tumbado sobre la cama y su pantalón seguía abultado.
- Te tengo una sorpresa si me prometes hacer todo lo que te diga.
- Una sorpresa? Vale!
- Verás, Marta está deseando verte la polla y le he dicho que te taparía los ojos y los oídos para que no la mirases ni la oyeses, pues eso le daría vergüenza.
- Y sólo quiere verla?
- Bueno, lo mas probable es que también te la toque, pero espero que no te corras nada mas hacerlo.
- Y si no me corro cuando me la toque… crees que me la chupará? – preguntó sorprendiendo a Pilar.
- No se lo que pasará, pero pase lo que pase, y oigas lo que oigas, no digas nada. Solo le he dicho que te masturbo porque tú no puedes. De las demás cosas ni hablar. Lo has entendido?
- Pero si me tapas los oídos no oiré nada.
- Siempre se oye, aunque bajito, pero tú… como si estuvieses desmayado.
- Seré una tumba!
Los dos rieron y Pilar fue a por un pañuelo oscuro para taparle los ojos. Después de tapárselos le quitó los pantalones e hizo que se tumbara boca arriba en la cama totalmente desnudo. Le puso los tapones en los oídos y la enorme polla que se erguía como el mástil de un gran velero.
Pilar fue a avisar a Marta y entraron las dos en la habitación. Marta se llevó las manos a la boca para no soltar una exclamación más que sonora, y sus ojos se abrieron hasta casi deformársele la cara al ver la enorme verga.
- Dios mío, es más grande que la de Juanjo! – se le escapó susurrando al oído de Pilar.
- Es que tú marido la tiene así de grande? – intentó no parecer asombrada Pilar.
- No, no. La tiene grande, pero ni punto de comparación.
El morbo volvió a la cabeza de Pilar al pensar si en algún momento se lo follaría.
Julito seguía estirado en la cama con los brazos tendidos sin decir nada, tan solo podía oír los susurros sin llegar a entenderlos.
- Quieres tocarla? – susurró de repente Pilar al oído de Marta.
Marta la miró unos segundos y finalmente accedió moviendo levemente la cabeza. Las dos mujeres se acercaron con sigilo y Pilar le hizo señas para que se recostara en un lado de la cama mientras ella lo hacia en el otro. Pilar alargó una mano y aferró la parte baja de la polla erguida y majestuosa. Le hizo un gesto a Marta y ésta alargó tímidamente la suya para agarrar el resto de rabo que quedaba libre. Las dos manos cubrían toda la dura carne y Marta seguía con la boca abierta sin poder sujetar la mandíbula.
Pilar retiró la suya para dejarle más espacio y Marta aprovechó para agarrar el centro del duro y venoso tronco. Marta la seguía mirando con hipnotismo cuando Pilar le susurró.
- Si hablamos bajito no nos oirá . – le dijo mintiendo para sacarla del hipnotismo.
- Estás segura de que no nos oye?
- Le he puesto unos buenos tapones, jijiji.
- Pues mejor, porque solo se me ocurren barbaridades viendo esta preciosidad.
- Como qué? – preguntó Pilar con cara de pícara.
Marta soltó una mano para agarrar los huevos y admirarlos al tacto.
- No tiene novia?
- No. Creo que la única mujer que le ha tocado esto he sido yo, bueno, y ahora tu.
- Pues que desperdicio joder! – exclamó Marta algo descontrolada.
Estaba como loca por dar unos buenos lengüetazos al brillante capullo, pero no sé atrevía estando Pilar delante.
- Y dices que solo le has hecho pajas?
Pilar sonrió suponiendo lo que estaba pensando Marta y lanzó el anzuelo.
- Si te digo la verdad desde que le vi ese pedazo de verga que tiene tan solo me he reprimido porque es mi hijo, que si no lo fuera… ufff.
- Pues si te digo yo también verdad me estoy reprimiendo por qué es tu hijo.
- Pues por mí no lo hagas, creo que le encantará cualquier cosa que le haga una mujer.
- Seguro que no te importa?
- Seguro. Le he pillado viendo porno en internet y me ha confesado que le encantaría hacer todas esa cosas que ve.
- Joder, pues yo le haría absolutamente todas encantada.
- Pues ya puedes empezar. Creo que necesita una mujer con experiencia que le haga algo más que una paja.
Marta estaba cada vez más excitada. La sangre circulaba por su cuerpo a gran velocidad y el corazón le retumbaba en el pecho como si se hubiese desatado una tormenta dentro de él.
Acercó la boca y sacó su larga lengua para recorrer toda la base del capullo. A Julito le dio un pequeño estertor al sentirlo y las dos mujeres se miraron aguantando se unas leves risitas. Marta volvió la mirada al inhiesto capullo y abriendo la boca lo engulló con suavidad. El cuerpo de Julito se tenso por completo y Pilar la advirtió.
- Ten cuidado de como se lo haces o te soltará la leche nada más empezar.
Marta continuó con suma lentitud y una suavidad exquisita. La chupó varía veces y en cada una de ellas avanzaba más con los labios por el venoso tronco. Pilar la miraba con asombro viendo cómo engullía ese pedazo de rabo con una facilidad asombrosa sin que le diese una sola arcada.
El asombro fue mayor al ver cómo la engullía entera, y no una vez, si no unas cuantas. Dejó de chuparla para coger aire a la vez que le dedicaba una leve sonrisa a Pilar.
- Ufff, nunca había hecho esto delante de nadie. – comentó con un atisbo de vergüenza.
- Pues lo haces muy bien, y Julito está encantado, jijiji! – contestó Pilar quitándole importancia.
- Tengo experiencia en esto, a Juanjo es de las cosas que más le gustan, jijiji.
Marta se iba desinhibiendo y Pilar continuó al ataque.
- No te apetecen más cosas? A mí me está dando envidia y me estoy poniendo calentita, jijiji.
Marta tardó unos largos segundos en contestar con la mirada dividida entre la cara de Pilar y la enorme verga hasta que acercó los labios al oído de Pilar y la susurró.
- Joder, la verdad es que estoy como loca por sentir esa hermosura dentro de mi. Tengo el coño ardiendo.
- Pues hazlo! Ya me gustaría a mí que no fuera mi hijo para disfrutar de esa verga. – mintió Pilar con una interpretación casi profesional.
Marta sujetaba con fuerza el endurecido miembro a la vez que se mordía el labio inferior intentando mantener cierta compostura ante la tremenda excitación que la embargaba.
- Sabes una cosa? Esto es nuevo para mí y me está produciendo un morbo tremendo. – comentó Marta con la vista clavada en el majestuoso glande.
Pilar continuó animándola para que se desinhibiera totalmente.
- Podrías quitarte la bata y subirte encima.
Marta ya no aguantaba más y lo hizo. Se quitó la bata quedándose en ropa interior y se montó a horcajadas sobre Julito. Le aplastó la polla dejándola entre sus muslos para sentir el roce de la dura carne sobre su coño.
- Diosss, ya no aguanto más. Me la voy a meter! – exclamó desaforada.
Se retiró la tela de las bragas y agarrando la verga la orientó entre los labios de la vulva. Comenzó a bajar lentamente y el inhiesto capullo penetró entre la raja abriéndola como si fuese un melón maduro.
- Ahhh, dios mío! Que deliciaaaa! – exclamó al sentir la penetración.
Subió y volvió a bajar varias veces hasta que la tremenda estaca penetró por completo. Sus exclamaciones eran constantes y sonoras en cada bajada, era como ir montada en una montaña rusa. Pilar la animó aún más para que se quitara toda la ropa.
- Si, si! Esto tengo que disfrutarlo al máximo! – exclamó de nuevo mientras se retiraba mínimamente para quitarse las bragas.
- Anda, vas depilada. – comentó Pilar al ver toda la vulva sonrosada y jugosa.
- Si, es que… bueno, luego te lo cuento. – contestó excita y nerviosa.
Cuando se quitó el sujetador aparecieron las escasas tetas que tenía, pero unos pezones tremendos, y Pilar pensó lo que le encantaría a su hijo amamantarse con esas dos pepinillos sonrisados.
Marta volvió a montarse sobre Julito para insertarse de nuevo la dura polla. No se cortó soltando más exclamaciones de asombro y placer al sentir de nuevo las profundas penetraciones.
Sin decirle nada a Marta, Pilar le quitó los tapones a Julito y le preguntó en voz alta.
- Te gusta cariño?
- Si, si! – respondió el muchacho de inmediato.
Después le cogió las manos y las llevo a los pechos de Marta y comenzó a tocárselos como su madre le había enseñado.
- Ay, si, síii! Eso me encanta! – respondió Marta al sentir el manoseo.
- Inclínate para que te los chupé. – le sugirió Pilar.
Marta se inclinó sin dejar de subir y bajar su culo respingón y al momento sintió las potentes succiones de Julito.
- Ay, diosss! Eso me vuelve loca!
Marta comenzó a temblar sin dejar de exclamar lo que sentía y le vino una corrida imponente. Las exclamaciones y jadeos se convirtieron en gritos, y la polla de Julito comenzó a expulsar leche. El cuerpo de Marta tembló aún más y otra corrida empapó su coño y todo el regazo de Julito.
Dejó de moverse quedándose casi tumbada sobre el muchacho jadeando sobre su boca.
- Ahora le quitaré la venda y le preguntas si le ha gustado. – le susurró al oído sin darla opciones.
Cuando le quitó la venda Julito tenía los ojos como platos. Jadeaba al compás de Marta viendo su cara a escasos centímetros, y Marta hizo lo que le había dicho Pilar, pero añadiendo alguna cosa más.
- Te ha gustado cielo?
Julito asintió con la cabeza pues no le salían las palabra de su seca garganta.
- Te gustaría repetir en otro momento? – añadió Marta.
Volvió a asentir con la cabeza y Marta le sonrió con su amplia boca. Un suave y tierno beso sobre los labios pareció ser el sello del trato, y Marta se retiró de encima para ponerse las bragas y el sujetador con rapidez y seguidamente la bata. Las dos mujeres salieron de la habitación dejando a Julito en la misma postura que al entrar, y fueron al salón a terminar los cafés.