Ondina, era el nombre de mi profesora de Primer Grado; yo tenía seis años, era mi primer curso después del pre-escolar. Ella era muy joven, quizás tendría 22 o 23 años, era su primer trabajo de profesora después de salir de la escuela de magisterio, aún estaba soltera. Recuerdo que inmediatamente conectó con toda la clase, alrededor de 30 alumnos, todos niños; su carácter era muy alegre, y sus métodos de enseñanza muy modernos, gustaba a los padres y también a nosotros, sus alumnos.
Rápidamente yo fui destacando entre todos, era el mejor de sus alumnos en todo; deberes siempre bien hechos, dibujos bien coloreados, cuadernos ordenados y libros bien forrados. Todo eso hizo que resultase siendo su alumno favorito. Las primeras evaluaciones confirmaron los pronósticos, calificación máxima en todos los aspectos educativos. Poco a poco había logrado el primer puesto en todos los trimestres; Ondina siempre me felicitaba con un beso en la mejilla, solo a mi, que al principio me causaba ruborizaciones, aunque con el transcurso del tiempo ya me había acostumbrado.
Podría decirse que era mi primer amor, un amor platónico. Todos los deberes y los exámenes, los preparaba pensando en ser el mejor, y recibir el máximo premio: el beso de Ondina. Ser el primero de la clase era un orgullo para mis padres, pero para mí, era obtener su beso en mis mejillas, y eso era lo mejor del mundo en mi corazón. Cuando terminó el curso, en la ceremonia de clausura del año escolar, con asistencia de todos los padres de todo el colegio, fué Ondina quién me entregó el diploma que me acreditaba como el mejor alumno en Aprovechamiento y conducta del Primer Grado, seguidamente después de recibirlo, ella me dio un abrazo, para lo que tuvo que agacharse; en ese momento, fui yo quien le di un beso en la mejilla, siendo ella la que se ruborizó provocando las risas del público presente en el auditorio del colegio, seguido de unos aplausos de felicitación.
Por mucho tiempo aquello fue una anécdota que se contó en las reuniones familiares, y que hasta ahora mi familia lo recuerda. Los siguientes años fueron pasando, hasta completar la primaria. y también pasaron muchos profesores; a Ondina no volví a verla más. Según me enteré mucho después, consiguió traslado a otra ciudad, más próxima a su familia. Aunque siempre la recordaba con el cariño que puede sentir un niño con un amor platónico, poco a poco la fui olvidando.
El tiempo pasó, mi familia se traslado a vivir en otra ciudad por el trabajo de mi padre. Yo crecí y a mis dieciséis años habia cursaso el último curso escolar con toda la efervescencia adolescente, amigos, chicas, fiestas; lo normal de la edad. Un día de esos, acudí al aeropuerto a un recibimiento multitudinario al equipo de fútbol de la ciudad que habia ganado el torneo nacional; había quedado en encontrarme con mis amigos, pero debido a la gran cantidad de gente fue imposible localizar a nadie.
El equipo ganador salía ya del aeropuerto en un autobús descubierto con dirección del centro de la ciudad, para ser vitoriano por la gente a su paso por todas las calles del recorrido. Todos los seguidores que habian ido al aeropuerto los seguían en sus coches por detrás tocando las bocinas. Los autobuses de transporte urbano pasaban repletos y era imposible subir a alguno, así que me dispuse a seguir a pie, al igual que muchos como yo que no tenían coche para volver.
De pronto mientras caminaba escuché una voz que decia: Carlitos!!! Sin creer que era para mí, giré la cabeza tratando de buscar de donde procedía esa voz tan dulce, femenina y preciosa que vocalizaba mi nombre en diminutivo, como así me llamaban de pequeño. A unos diez metros aproximadamente veo una mano levantada que salía de la ventanilla de un coche rojo en marcha lenta, que seguía la caravana de los campeones, tenía una manga blanca que sobresalía entre todos los que circulaban con las manos fuera, dando vítores.
Al ver que yo estaba mirando en la dirección correcta, volvió a decir mi nombre y esta vez moviendo más su mano; entonces la ví, era Ondina, mi profe de primer grado, mi amor platonico; estaba igual; no, estaba más guapa, estaba preciosa; al verla levanté la mano, y grité: Ondina!!! Ella sacó la cabeza del coche y me hizo señal de que me acercara; cuando llegue cerca, me gritó: sube al coche!!, que no puedo parar!! ;la caravana iba lenta pero seguida; así que di la vuelta y abriendo la puerta del copiloto entré dentro con el coche en marcha.
Ya dentro, nos dimos dos besos en las mejillas, y ella dijo: no se como te he reconocido, estas hecho todo un hombre, pero tus rasgos son los mismos; yo me ruboricé, y ella rió, eres el mismo chico bueno de siempre, dijo finalmente. Tu estás muy guapa, me atreví a decirle, bueno, maticé, sigues como siempre. No creas, me dijo diez años más, se notan, recalcó. Pues yo no noto nada, le dije; al contrario creo que aún estás más joven. No seas zalamero, dijo ella riendo, joven y guapa será tu novia, seguramente. Bueno aún no tengo novia, le contesté. No será porque te falten, será porque no quieres, dijo ella. Eres guapo, ojos verdes, rubio, alto, que más puedes pedir, jajaj reí, y me ruboricé nuevamente.
Cuéntame de ti, le dije, no te volví a ver luego del beso que te di en la clausura de primer grado, añadi; jajaja aún lo recuerdo, me dijo, eras un pillin, no esperaba que lo recordase, añadió. No, no lo olvide, le dije, era yo quien pensaba que tú no lo recordarlas, le dije yo. De verdad fue algo bonito que tu alumno preferido te de un beso, me dijo; para mi fue lo más bonito que puedo recordar de toda mi vida, le dije yo. Ella rio, pero vi que se ruborizaba, como hace diez años. No sabia que te gustaba tanto el fútbol, dije yo; no!! dijo ella, para nada, recalcó. Vine al aeropuerto temprano para despedir a una amiga que se iba de viaje al extranjero, me demoré tanto, que ya no pude salir, y aquí me tienes metida en la caravana, rió.
La caravana seguía, pero poco a poco según íbamos avanzando ella trataba de salirse, porque por el centro las calles se estrechaban y era cada vez más difícil seguir; así llegó un momento que encontró un espacio y pudo salir de la fila; ahhhh, suspiró ella; por fin puedó salir, ya me estaba mareando, me dijo. Vamos a algún lugar tomar algo le dije; bueno, por el centro va a ser imposible aparcar, dijo ella; si es verdad, le dije yo.
Quizás, fuera de la ciudad, dije; pues si, me dijo; pero hoy domingo, a esta hora todo debe de estar cerrado, pues todo el mundo estaba en el recibimiento y luego en la ciudad, dijo ella. Al único sitio que podemos ir es a mi casa, añadió. Por mi bien, le dije, así puedo conocer donde vives, le dije, reímos los dos.
Puso el coche rumbo hacia las urbanizaciones del sur. Llegamos en veinte minutos a una casa bonita, de dos plantas, al llegar, abrió la puerta del garaje automáticamente y entramos con el coche. Ya dentro salimos a un jardín pequeño con flores y césped, y mediante una acera de piedras negras, accedimos a la entrada de la casa que daba al recibidor, y de allí al salón, pequeño, pero elegante. Nos sentamos en el sofá, y descansamos uno minutos, al cabo de los cuales, ella se levantó y me dijo que subiría al servicio y mientras yo buscase unos refrescos de la nevera.
Ella subió y yo me puse a los refrescos, busqué hielo, vasos, bandeja y ya con todo listo, me dispuse a llevarlos al salon; en eso estaba, cuando escucho a Ondina llamarme, Carlitos!!! pero ésta vez con voz de emergencia; inmediatamente dejé la bandeja en una mesa del recibidor, y subí hacia la planta alta. Mientras subía decía, Ondina!! que pasa!!, donde estás? En el baño!! me contestó, ven enseguida!!; voy!!dije y subí de tres en tres las escaleras Al llegar a la planta, busqué rápidamente el baño, y me dirigí a él.
Al llegar y verlo, el panorama era gracioso a la vez que preocupante, Estaba ella completamente mojada, tenia la camisa blanca que llevaba puesta abierta y mojada, las tetas se le transparentaban, el pelo chorreando y presumiblemente, nada por debajo de la cintura, ya que se veía su pantalon vaquero, el sujetador y unas bragas tiradas por el suelo también mojadas; con una mano tapaba el grifo del bidet, que no dejaba de soltar agua a alta presión y que en el momento en que me acerqué, me mojé yo tambien casi todo. Estaba casi todo el baño mojado, incluido suelo, parte de la paredes, del techo y nosotros dos; enseguida le dije que se tranquilizase, y que siguiese tapando el grifo todo lo que pudiese para dejarme ver algo.
Me metí como pude por detrás del Bidet, buscando una llave de paso, y me mojé aún mas ya completamente, aunque al instante lo encontré y mientras me disponia a cerrarlo, pude comprobar que'efectivamente estaba desnuda de cintura para abajo, ya que de refilon y sin querer, vi todo su vello púbico que era pequeño ɓien recortado y su vulva. Haciendo mucha fuerza pude cerrarlo ya que debía de estar algo oxidado por el tiempo. Inmediatamente el agua dejó de salir, y ella pudo quitar la mano del grifo averiado. Rápidamente le acerqué una toalla que estaba al otro lado junto a la bañera, y la cubrí con ello por la espalda; ella estaba tiritando más de nervios que de frío. Cuando luego se calmó, se empezó a reír y yo también junto a ella, abrazándola sobre la toalla y sacándola frotando su espalda y brazos por encima de la toalla.
Después de secarse un poco, ella cogió otra toalla y me seco a mi lo que se podía. Quitamos las toallas y nos vimos con las ropas todas mojadas, riéndonos otra vez de nosotros mismos; así que ella empezó a desvestirse, y me dijo que hiciese lo mismo, que así no podíamos salir del baño ya que mojaríamos la moqueta del pasillo. Yo un poco incómodo al principio, estuve algo dubitativo, a lo que ella me dijo: ya me has visto desnuda allí abajo pillin, así que yo también tengo derecho a verte a ti, yo sonreí y le di la razón.
Nos quitamos todo, yo tenia hasta los calzoncillos mojados; todo lo recogió ella y lo puso a secar encima de la cortina de la bañera, pusimos una toalla de suelo, en la puerta, para secarnos los pies, y así desnudos cogidos de la mano salimos del baño. Ella guiaba los pasos y nos dirgimos a su habitación. La estancia era regularmente espaciosa, una cama de matrimonio dominaba el dormitorio, dos mesas de noche con lámparas a los lados y una mesa de trabajo con un ordenador de la época, un televisor pequeño, una estanteria pequeña con muchos libros y poco más.
Ya dentro nos sentamos en la cama, nos miramos, y sin decirnos nada, nos besamos, tocandonos nuestra piel desnuda mutuamente; ella aun tenia el pelo mojado, yo también aunque el mío era corto, sus labios eran pequeños, suaves, deliciosos, sabían a frescura; sus tetas eran pequeñas, redondas, delicadas, turgentes, y también deliciosas, todo su cuerpo era delicado, suave, fino; a sus 32 años, conservaba esa ternura y esa frescura de cuando yo era niño y ella mi profe; sus cabellos largos y castaños los seguía conservado igual de perfectos, sus ojos color miel, y su sonrisa, me recordaba mi niñez; pero lo que no recordaba era que alguna vez pensase que la vería desnuda y en mis brazos; siempre pensé en un amor platónico de la infancia que se diluye en el tiempo mientras crecemos; y así había ocurrido, pero no imaginaba que ese amor, se haría realidad después de tan solo una década.
Las caricias y besos nos llevó a un éxtasis sexual, mi pene había alcanzado su máxima plenitud de ereccion no vista hasta ahora; nunca fui muy devoto de la masturbación, por lo que sin proponérmelo, quizás me estaba guardando para una ocasión muy especial, y esa ocasión habia llegado. Sin establecer un guión predefinido, nos fuimos tumbando en la cama, colocándolos en posición de follar, como si lo hiciésemos cada noche desde hace mucho tiempo; parecía que nos compenetrabamos tan bien, que cualquiera que nos viese pensaría que somos pareja desde hace mucho.
Todo ocurrió fácilmente, con una cadencia suave y directa. Mi pene entró en su vagina con una naturalidad, como quien entra en su casa todos los días, ella empezó a gemir, yo a respirar más intensamente, estábamos exitados hasta lo máximo; no sé de dónde me venía esa fuerza y esa destreza sexual; dominaba la situación como si yo fuese el de 32 años y ella la de dieciséis. En la práctica yo estaba siendo el experimentado follador, y ella la principiante. Los movimientos iban y venían, mi pene entraba y salía con una facilidad encomiende.
El sexo se estaba desarrollando grandiosamente, nuestros jadeos subían de tono cada vez más; mis manos recorrían su cuerpo al igual que mis labios lo hicieran antes; estábamos sudados, tan mojados como en ell báño, pero esta vez de sudor, de saliva, de amor y de calor. Después de mucho tiempo, quizás una eternidad, me vino la explosión de mi pene dentro de su vagina, me empecé a mover más, más y más rápido, con más fuerza, que la estaba destrozando, ella gemia, gritaba, me decia que era un animal, que siguiese siendo un animal, que le gustaba que sea un animal, que le de mas y más fuerte, yo accedí, y pude derramar todo sobre ella y ella sobre mi, nos fundimos en una unión de piel, semen y saliva, nos gustaba ese olor, ese sabor, esa tensión y luego esa relajación.
Permanecimos así un buen rato, luego nos incorporamos a recuperar el aliento; cuando ya volvimos a la vida, nos miramos, nos besamos y sonrreimos; sabíamos que habíamos encontrado nuestro verdadero amor, que ese amor platónico de mi infancia se había hecho realidad. Hablamos de nuestras vidas, ella calculó que justo yo habria terminado el último curso y ya podía acceder a la universidad; le dije que si, que estudiaría medicina, al igual que mi tío.
Ella me contó que esta casa no era suya, que pertenecía a un tío suyo que se quedó viudo y no quiso vivir más aquí. Tambien me conto que tuvo un novio durante mas de cinco años, ya estaban en planes de boda, pero ella descubrió que él le era infiel hacia muchos años y tuvieron una ruptura traumática; ella decidió dejar la vivienda en alquiler que compartian en ese momento.; asi fue cuando mi tio se entero que yo buscaba casa y no queria volver con mis padres; Yo era su única sobrina, él no tenía hijos, así que me la dejó. El ya se había ido a vivir con una hermana suya soltera ya mayor y la casa estaba vacía.
También me contó que ahora era profe de secundaria, que precisamente se traslasó a ésta ciudad para poder estudiar la licenciatura en educación, especializada en matemáticas. Recordó que yo fui el primero en aprender las cuatro operaciones; Eras muy listo y aplicado, me dijo; siempre sacabas las mejores notas, y sigues así. Cómo sabes le dije, no lo sé, me contestó; solo hablo de la nota que sacaste hoy, que es un notable alto.. en fontanería, claro, jajaja, rei; porque en lo otro aún te tengo que seguir evaluando, dijo ella; jajaja reimos los dos y nos dimos otro beso en los labios, ésta vez mas suave y pausado, pero lleno de erotismo, lujuria y amor....continuará