Desayuné rápidamente y me fui a la oficina, por el camino me di cuenta que no había grabado el polvo y si se enteraba Dianita iba a tener un serio problema, así que tendría que mantenerlo en secreto por el momento.
Llegué tarde y Diana me miró intrigada.
- ¿Qué ha pasado? Nunca llegas tarde.
- Nada hermanita, me he dormido.
- No te creo, pero allá tú si me mientes.
Mal comienzo, la muy bruja me tenía controladísimo.
A media tarde fui al aseo y vi en el móvil el vídeo de Sergio y Rafa. Era la enésima vez que lo veía, pero la imagen de mi madre ensartada por delante y por detrás pidiendo que la rompiesen el culo, era algo que me tenía hipnotizado.
Cuando faltaba una hora para acabar la jornada le pregunté a mi hermana si podía irme un poco antes. Me miró frunciendo las cejas y me dijo que yo planeaba algo.
- ¡Joder Diana! Que mal pensada eres, te crees que todos somos como tú.
- Vale, vale. Puedes irte.
Cogí mis cosas y salí corriendo para casa. Nada más entrar vi como mi madre se levantaba del sofá para darme un beso, dije que esperase un poco y me miró sorprendida. Fui al cuarto de mi hermana y volví de nuevo al salón.
- ¿Qué te pasa? Mi vida.
De un rápido vistazo comprobé que llevaba la misma ropa que al desayuno, el camisón semitransparente mostraba sus hermosas tetas y el comienzo de su chochito.
Me lancé sobre ella besándola con pasión, mi lengua penetró en su boca y ella respondió como esperaba, nuestras lenguas se fundieron en una entrelazándose y mezclando salivas alocadamente.
De repente me separó y me miró preocupada.
- ¿Te arrepientes de lo de esta mañana?
- Nooo, es lo mejor que he hecho en toda mi vida.
- Jajaja. Menos mal, he estado todo el día preocupada.
Antes de que siguiera hablando llevé las manos a sus pechos y los acaricié por encima del camisón. Ella bajó la vista y miró como lo hacía. Noté como su pecho subía y bajaba y no quise darle tiempo a pensar.
- Joder, mamá. Estás buenísima.
Sonrió y apretó mis manos con las suyas sin dejar de mirar como se las palpaba.
- Ya veo que te gustan mis tetas, hijo.
- Ufff. No sabes cuanto.
- Y a mí que me las toques. Cariño.
Dejó que se las palpara un buen rato y me miró turbada.
- Ufff. Si sigues tocándomelas así voy a ponerme muy mala.
- Joder, mamá. Necesito follarte ya.
Subí el camisón y metí la mano entre sus piernas, al notar el contacto de mis dedos suspiró excitada.
- Ufff. No sabes como me pones, hijo mío. ¡Fóllame ya!
Casi con premura, sus manos bajaron a mi pantalón y torpemente desabrochó el cinturón y bajó la cremallera, estaba desenfrenada y no era capaz de controlarse. Tiró del pantalón y el bóxer hasta bajármelos e inmediatamente se lanzó sobre el miembro que, duro como una roca, apuntaba a su cara.
- Déjame que te la chupe un poquito, mi vida.
Su boca se la tragó casi al completo y empezó a mamar como si le fuera la vida en ello. Recordé a Dianita y cogí el móvil, activé la cámara y enfoqué la cara de mi madre mamando cada milímetro del rabo que yo la ofrecía.
Parecía una profesional, abría y cerraba los labios, succionaba y subía y bajaba la cabeza con una precisión asombrosa. Al final iban a tener razón los amigos de mi hermana, la chupaba mejor que ella.
Vio como la grababa y sacó mi verga de su boca, pasó la lengua lentamente por el glande, la deslizó por el tronco hasta llegar a los huevos, los chupó y subió de nuevo metiéndosela de golpe en la boca.
- Me encanta chuparte la polla. – dijo mirando a la cámara -
Al verme suspirar sonrió complacida y siguió a lo suyo exprimiendo mi verga con su boca, nunca hubiese imaginado que mi madre pudiera ser sexualmente tan agresiva.
Estaba tan excitado que no pude evitar sujetarla por el pelo. Ella, al verlo, aumentó la velocidad de la mamada y preparó su boca para recibir mi leche.
- Córrete, mi vida, córrete ya.
Sacó la lengua y apoyó el glande sobre ella, empezó a sacudirla con rapidez y ya no fui capaz de contenerme, lancé un reguero de semen que golpeó con fuerza su garganta. Cerró los labios para envolverlo y continuó chupando sin parar hasta comprobar que ya no salía ni una gota.
Cuando vio que ya me había corrido me miró con una sonrisa pícara.
Acaricié su pelo y nos sentamos en el sofá, una sola idea cruzaba por mi cabeza, quería follar su culo como habían hecho los amigos de Dianita.
Me abrazó con fuerza y me dijo lo mucho que me quería. Al ver su mirada dulce y risueña recordé la imagen que antes tenía de ella. Pero ahora todo había cambiado, por culpa de mi hermana había descubierto la mujer hermosa y provocativa y solo pensaba en follarmela como fuera.
- ¿Por qué me miras así? Cariño.
Mi madre lo había notado, había algo en mi mirada que me delataba.
- ¿Quieres que follemos? – me dijo complaciente -
Era el momento, no me cabía duda, no podía apartar de mi cabeza el video en que la enculaban y al final me decidí.
- ¿Te acuerdas lo que hablamos ayer?
- Sí, mi niño. ¿A qué te refieres?
- Pues ….. a que harías todo lo que te pidiera.
Me miró alarmada.
- Claro, hijo, dime qué quieres.
- Bueno, no te enfades, pero quiero metértela por detrás.
- ¿Por detrás? ¿Por el culo quieres decir?
- Si.
- Ufff. Hijo mío, no me pidas eso, por favor.
Vi temor en su rostro y pensé que ya se había arrepentido de su promesa.
- Me prometiste que harías todo lo que te pidiera.
- Sí, mi niño, pero eso no es para hacerlo contigo.
Su respuesta me dejó descolocado, lo había hecho con sus amigos y conmigo no quería. Necesitaba saber el motivo.
- ¿No lo has hecho nunca?
Vi que dudaba y me miraba suplicando no responder a esa pregunta.
- Dime. ¿No te han follado nunca por detrás? ¿Ni siquiera Papá?
- Joder, claro que si, cariño. Pero es que ese tipo de sexo es guarro, es para hacerlo con otras personas, no con mi hijo.
Apretaba las manos y evitaba cruzar su mirada con la mía.
- ¿Te estás arrepintiendo de lo que hemos hecho?
- No, cariño. Pero lo que me pides es muy fuerte. ¡Es que quieres darme por el culo! ¿A ti te parece normal?
Su negativa me dolía muchísimo, pero no quería forzarla más, era preferible mantener lo que tenía a perderlo todo de golpe.
- Está bien, mami, como tú quieras.
Acaricio mi mejilla y me dio un pico en los labios.
- Gracias mi vida, pero no te enfades. Es que no me veo capaz de llegar a eso contigo.
Lo había dejado claro, “conmigo”. Cualquier desconocido podía follar su estupendo culazo pero yo no.
Podría enseñarle el vídeo de Sergio y amenazarla con dárselo a mi padre, entonces seguro que no podía negarse, pero eso cambiaría su actitud y era lo último que deseaba.
Me besó en los labios y bajó la mano a mi verga, la acarició suavemente y ésta creció rápidamente entre sus dedos.
- Uyyyyy. ¿Qué tenemos aquí?
Con los ojos completamente abiertos y la mano tapándose los labios, fingía haberse llevado una gran sorpresa al ver el estado de mi erección.
Su comportamiento casi adolescente me provocó la risa y ella me miró agradecida.
- ¿Dónde va a meterme esta cosita mi bebé?
Subió el camisón y abrió las piernas enseñándome su coñito depilado.
- Mira lo que tengo para ti.
Deslizó un dedo por la rajita hasta llevarlo al clítoris, lo movió circularmente y comenzó a jadear intensamente, estaba masturbándose y su imagen era terriblemente perturbadora.
- ¿Le gusta a mi bebé lo que hace mami para él?
Ese era mi premio por no forzarla a hacer algo que no deseaba.
Con cara de niña inocente y pervertida me miraba mostrándome como se pajeaba. Nunca hubiese sido capaz de pensar que mi madre pudiese comportarse de esa manera, era una mujer totalmente desconocida para mí.
- Mira bebé. ¿Quieres meter tu cosita aquí?
Separó los pliegues de sus labios vaginales con dos dedos y su cuevecita se mostró ante mí, la humedad de su sexo delataba el estado de excitación en que se encontraba mi madre.
Entré jadeos me cogió de la mano y tiró de mi para que me acercase.
- Tócalo tú, mi niño.
Acaricié su vulva y vi como temblaba. Me miró fingiendo inocencia y susurró bajando la vista al suelo.
- ¿Quieres meter tu cosita en el coñito de mamá?
Iba a tumbarse en el sofá pero la pedí que se pusiera en cuatro. Se giró y se arrodilló en el suelo apoyando los codos en el asiento.
Me miró sonriendo y movió el culete sensualmente al tiempo que metía la mano entre sus piernas para seguir acariciándose.
- ¿Mi bebé se quiere follar a mamá?
No podía dejar de mirarla, mi madre, la que me había regañado mil veces por hacer o decir alguna obscenidad, actuaba como si fuese una inocente muchachita y se masturbaba frente a mi ofreciéndome un espectáculo tórrido y alucinante.
Me coloqué detrás de ella y agarré sus nalgas con mis manos, tocar sus glúteos redondos y firmes elevó mi temperatura. Los apreté con fuerza y aprecié su dureza. ¡Que envidia me daban lo que habían podido follar su culazo de diosa!
Metí la verga entre sus piernas y mi madre rápidamente la cogió y la colocó entre sus carnosos y húmedos gajos. Presioné muy despacito y disfruté la maravillosa sensación de comprobar como su sexo se abría y mi polla se colaba en su interior.
Empecé a moverme lentamente y mi madre se abandonó a mis caricias, entraba y salía de ella y cada vez que lo hacía disfrutaba oyendo sus apasionados gemidos.
Se giró para mirarme y vi su cara viciosa, las mejillas sonrosadas y el pelo que le caía por la cara le daban un aspecto tremendamente sensual, pero ya no fingía ser la niña inocente, ahora estaba desatada y era una fiera deseosa de sexo.
- Como está mañana, cariño, métemela como esta mañana. – me rogó entre susurros -
Estaba claro que la suavidad no iba con ella, deseaba que la follara con la misma pasión de la vez anterior.
Saqué la verga y me lancé contra sus nalgas enterrándola en su sexo. Al chocar contra su cuerpo vi como resoplaba y se agarraba al sofá esperándome de nuevo.
- Así, mi vida, así me gusta, métemela hasta el fondo.
Separé sus nalgas con las manos y la penetré de nuevo como ella me pedía. Al hacerlo, comprobé como su oscuro anillo marrón se abría y cerraba con un movimiento hipnótico y provocador.
Ver su ojete abierto me excitó tanto que metí los dedos entre sus piernas y los lubriqué con los flujos que resbalaban de su sexo.
- Fóllame, hijo mío. – repetía ella sin parar.
Puse el pulgar sobre el esfínter y lo acaricié lubricándolo con sus jugos, con una mínima presión vi como se abría permitiendo que la yema de mi dedo penetrase en su interior.
Mi madre suspiró al notarlo y acomodó la cara en el asiento.
Agarré su pelo y me impulsé con fuerza contra sus nalgas penetrándola a lo bestia. Mi madre resopló y yo aproveché para enterrar mi dedo en su ano. Notar como el esfínter palpitaba me estaba llevando al éxtasis y quería ir más allá.
Oí como un quejido y saqué rápidamente el dedo de su recto, pero mi madre se giró sofocada rogando que siguiera.
- Mételo otra vez, mi vida. Fóllame el culo con los dedos.
Estaba desenfrenada, con el pelo cayendo sobre su cara y la respiración acelerada, movía las caderas buscando mi verga y me miraba suplicante esperando que mi dedo la penetrara.
Escupí en su rabadilla y vi como la saliva se deslizaba por el surco entre los cachetes, lubriqué los dedos en ella y se los metí de golpe como me pedía.
Mi madre se retorció de gusto y se volvió para mirarme. Ahora no era la mujer de antes, su cara mostraba vicio, deseo y lujuria.
- ¿Te gusta mi culo? Bebé.
- Bufff. Me vuelve loco, mami.
- ¿Te gustaría follarlo?
Joder. ¿Estaba ofreciéndome lo que hacía unos minutos me negaba? Me lancé contra sus nalgas penetrándola con fuerza y enterré los dedos en su recto.
- Ummmm. Me vas a matar de placer, hijo mío.
Tiene que ser ahora – pensé – Estaba tan caliente que tenía que hacerlo ya.
Saqué la verga de su sexo y apreté el glande contra su esfínter. Se giró de nuevo para mirarme pero no dijo nada, respiraba agitada y se movía nerviosa esperando que la penetrara.
- ¿Te gusta que te follen el culo?
No respondió a mi pregunta y presioné ligeramente, el esfínter se abrió y mi glande penetró en su culo mientras ella se encogía emitiendo un sonoro gemido.
- ¿La notas?
- Ummm. Si, mi vida.
- ¿Te gusta?
- Siiii, hijo mío, pero no debemos… – dijo casi justificándose.
- Tócate como antes, mami.
Apreté su cabeza contra el asiento y vi como ella obedecía y comenzaba a pajearse. En ese mismo instante supe que ya era mía, pero quería oírlo de sus propios labios.
Empujé un poco mis caderas y se la metí más a fondo.
- Ummm. ¿Tanto deseas metérmela por detrás? Hijo mío
- Es lo que más deseo. ¿Tú quieres que la saqué?
Los movimientos de sus caderas echándose hacia atrás me decían claramente que no, pero deseaba su respuesta.
- Métemela entera, cariño. ¡Fóllame el culo!
Di un golpe de cadera y se la metí hasta el fondo. Resopló, se agarró al sofá y se lanzó en busca de mi verga que ya ocupaba todo su recto.
- Ummm. Así mi vida, no pares.
Viéndola tan entregada, y en esa postura tan obscena, supe que quería más, deseaba escuchar de su boca lo mismo que había dicho a Sergio y a Rafa.
- Pídeme que te rompa el culo.
Se giró y me miró extrañada.
- ¿Por qué dices eso? Cariño.
- ¡Vamos! Pídemelo ya.
Su respuesta fue inmediata.
- ¡Rómpeme el culo! Vida mía
La sujeté con fuerza y me lancé estrellándome contra sus nalgas.
- ¡Joder! Vas a romperme el culo de verdad, hijo mío.
Mi madre se balanceaba adelante y atrás y yo la empotraba con fuertes golpes de cadera. Con una mano retorcí sus pezones y con la otra cogí el móvil y comencé a grabar como lo hacía. Ver en primer plano como su esfínter se dilataba tragándose mi verga era una auténtica delicia. Enfoqué su cara y pedí que mirara a la cámara, se giró y me miró con una lascivia que era toda una provocación.
- ¿Te gusta follar el culo de mamá?
- Si, mami. Es lo que más deseaba
- Métemela entera, mi vida.
No sé si por la novedad, o por el morbo de lo prohibido, pero ambos estábamos fuera de control y nos buscábamos como desesperados. Con el móvil aun enfocando su cara pedí que me lo dijese de nuevo.
- ¡Repítemelo! Dime qué quieres que haga.
- Si, cariño. – acalorada y excitada repitió lo que yo tanto deseaba - ¡Méteme la polla! ¡Rómpeme el culo!
Di un golpe de cadera que la obligó a sujetarse con fuerza al sofá.
- ¿Así te gusta? ¡Dímelo!
- Ufff. Mucho, mi vida. Fóllame duro, me encanta.
¿Cuántos se la habrían follado antes que yo? ¿A cuántos le habría dicho lo mismo que a mí? Mi madre estaba descontrolada y pensé que era buen momento para tirarle de la lengua.
- Joder que culazo tienes, mami.
- Ummmm. ¿De verdad te gusta? Mi vida.
- Mucho. Y seguro que te lo han follado un montón de veces. ¿No es cierto?
- Uffff. Si, mi amor, muchas.
Estaba entrando al trapo como yo quería.
- ¿Te gusta que te la metan por el culo?
- Ummm. Si, hijo mío, muchísimo. Me encanta. Así, como lo haces tú es como más me gusta.
Estaba excitadísima y había entrado en el juego, volví a lanzarme contra sus nalgas golpeándolas con fuerza y al oír como jadeaba le hice otra pregunta.
- ¿Y cuántos te han follado el culo?
- Uffffff. No sé, cariño, qué más da.
- Responde ¿Cuántos tíos han follado ese culazo de puta que tienes?
Vi como se calentaba con mis palabras y por fin respondía a la pregunta.
- Ummm. Muchos, mi vida, muchos.
- Muchos, no. Dime cuantos. ¿Cuántos tíos te han metido la polla por el culo?
- Uffff. No sé, cariño, treinta, quizá más, no lo sé. Pero tu polla es la mejor, mi vida. ¡Clávamela bien adentro!
Su respuesta me jodía y me excitaba al mismo tiempo, saber que más de treinta hombres habían follado su culo me jodía enormemente, pero ver como se retorcía de placer con mi polla dentro, y además como me lo decía, eso me ponía a cien.
Vi como lanzaba el culo hacia atrás y sus nalgas chocaban contra mi pelvis, y sin poder contenerme levanté la mano dejándola caer con fuerza sobre ellas, se escuchó una sonora nalgada y ella se volvió para mirarme.
- Ummmm. ¿Te gusta darme? Bebé ¡Dame fuerte!
Di una nueva nalgada más seca que la anterior y comprobé como se retorcía de placer.
- ¡Dios! Me encanta, fóllame duro, hijo mío.
Era igual que mi hermana, disfrutaba con el sexo que rozaba lo perverso y penetré su culo con insistencia hasta ver como se corría.
Sus gemidos eran tan fuertes que tuve que tapar su boca con la mano para evitar que se enterasen los vecinos. Poco después tuve un orgasmo bestial y descargué mi leche en su culazo mientras ella no paraba de moverlo.
- Córrete mi vida, córrete. No me habían follado así en la vida.
- ¿De verdad te ha gustado?
- Muchísimo, cariño. Con ese aparato que tienes vas a volverme loca.
Nos tiramos en el sofá y entonces vi algo que me había pasado desapercibido, mi hermana estaba escondida tras la puerta grabando la escena con su móvil.
Me levanté y fui a buscarla. Al ver que me acercaba, ella se marchó de puntillas hasta su habitación para que mi madre no la viera. Entré y me miró muy cabreada.
- Lo sabía, sabía que estabas planeando follarte a mamá sin decírmelo. Eres un hijo de puta.
- No, Dianita, te juro que no quería hacerlo a tus espaldas.
- Menudo cabrón, acabas de romperla el culo y no me habías avisado, menos mal que me he olido algo y he salido detrás de ti cuando te has marchado de la oficina. Y ahora te jodes porque lo tengo todo grabado.
- Diana, escúchame por favor.
- Ni por favor ni pollas, este viernes te follas a tu puta madre, conmigo no cuentes.
El cabreo era monumental y veía peligrar la estupenda relación de folleteo con ella, así que tenía que arreglarlo como fuera.
- Diana, déjame hablar. Esta mañana no sabía si mamá querría follar conmigo o no, así que no quería hacerte venir para nada.
Diana iba replicar pero yo no la dejé.
- Shhhh, Calla por favor, déjame que te cuente.
- Habla, venga.
- Cuando he llegado y he visto que mamá estaba receptiva, lo he grabado todo para ti, míralo en mi teléfono.
Me miró sorprendida.
- ¿De verdad lo has grabado para mí?
Puse el vídeo y la enseñé los primeros planos de mi madre, se la veía mamando mi verga con voracidad.
- Joder como chupa la cabrona, no me extraña que estos estuviesen encantados con ella, casi se traga hasta lo huevos.
Avancé el video y oyó su petición “¡Méteme la polla! ¡Rómpeme el culo!”
- ¡¡¡Que Cabrón!!! La tienes entregada, ya te lo dije. Puedes follártela cuando quieras. Con mis amigos se comportaba igual, no paraba de pedir verga.
- Joder, pues me ha confesado que han follado su culo más de treinta tíos.
- ¿No me jodas? Si al final me va a ganar.
- No mientas, seguro que tú llevas más.
- No te creas, me he follado a muchos, pero que me la hayan metido por el culo no hay tantos.
Se quedó unos instantes pensativa. Cuando hacia eso me preocupaba porque algo estaba tramando.
- ¿En qué piensas? Dianita.
- Ummm. No sé, tengo varias ideas pero ninguna clara. Lo que si se es que ya tienes otra putita a tu servicio.
- ¿Otra?
- Claro, tontorrón, a mamá y a mí.