Mi tía me acaba de hacer la mejor mamada de mi vida e iba a ser nuestro secreto. O eso pensaba, hasta que, todavía con la polla en su boca, levanté la vista y pude ver a Leire mirándonos tras la puerta entreabierta.
Mi primera reacción cuando nuestras miradas se cruzaron fue llevarme un dedo a la boca, como pidiendo que se callase. Con la otra mano le agarré la cabeza a mi tía para mantenerla ahí. Leire dio un paso atrás y desapareció tan en silencio como había llegado, incluso pensé que me lo había imaginado. Cuando solté a Catalina tenía los ojos llorosos.
—Uff, pero si te acabas de correr. ¿Ya te estás poniendo duro otra vez, vicioso?
Lo cierto es que ver a Leire espiándonos me había calentado bastante. Mi tiempo de recuperación pasó de “poco” a “prácticamente nada”.
—Ya ves tía, es que esa mamada ha sido espectacular.
Ella me pajeaba despacio, con cara de viciosa. Había despertado a la bestia.
—Deberíamos salir —tuve que pararla—, el tío debe estar a punto de llegar.
—Si, tienes razón —añadió con cierta resignación.
Se hizo un silencio incómodo. Mientras se arreglaba el pelo y se subía el tanga, dije lo que ambos deseábamos oír.
—Esto tiene que repetirse…
—Sí, sé que está mal, pero estoy deseándolo.
Me abalancé sobre ella y la besé. Nuestras lenguas en la boca del otro, calientes.
—Dame tu tanga —dije mientras se lo bajaba— lo quiero de recuerdo.
—¿Y me vas a tener todo el día con el coñito al aire en la oficina? Voy a estar empapada…
Me metí su tanga en el bolsillo, y nos volvimos a nuestro sitio. Al rato me llegó un email de Leire.
“Joder con el sobrinito. De ella me podía esperar algo así, pero a ti no te vi venir. Con la carita de bueno que tienes. Te espero a las 5 en el aparcamiento y vemos a qué acuerdo llegamos para que no le cuente nada al jefe.”
Mi tía se fue antes de comer (solo trabajaba por las mañanas) y durante la tarde no le quitaba ojo a Leire. Los clientes que no vinieron por la mañana ahora venían todos de golpe y ella los iba atendiendo uno tras otro, lo que no me dejaba margen para bajar a hablar con ella. Tendría que esperar hasta las 5. A veces nuestras miradas se cruzaban. ¿Iba a chantajearme aquella morenita con cara de no haber roto un plato? Desde luego no le pegaba, pero no sería la primera vez que las apariencias engañan. Decidí no darle más vueltas y esperar hasta mi hora de salida.
Ella se fue 5 minutos antes. Como todos los días me saludó desde abajo y me lanzó un beso. Sabemos que mi tía miraba las cámaras por las tardes así que imagino que Leire quería aparentar normalidad. Empecé a recoger mis cosas y a en punto ya estaba saliendo por la puerta. Ella me esperaba dentro de su coche, sentada en el asiento del conductor. Me subí al copiloto.
—¡Así que con tu tía eh, pervertido!
—Va venga, Leire, déjate de tonterías y dime que quieres a cambio de no decir nada.
—Chico, relájate un poco, con la mamada que te acaban de hacer no sé cómo estás tan tenso…
—¿Dinero?
—¡Por favor, no me insultes! ¿Me ves cara a mí de chantajear por dinero? Además, tampoco te veo a ti muy sobrado de pasta que digamos… Yo solo quiero divertirme un poco…
—Pues yo no le veo la gracia, sabes que nadie puede enterarse de lo que viste.
—Y nadie tiene por qué enterarse. ¿Sabes que soy bisexual?
Su respuesta me descolocó por completo. Sí, lo sabía porque una compañera me lo había contado, pero me hice el loco.
—No, ni idea ¿Y eso a qué viene?
—Seguro que sí lo sabías, en esta empresa nada les gusta más que un cotilleo. Bueno da igual, tampoco es algo que vaya yo ocultando a estas alturas. El caso es que Catalina me pone mucho. Muchísimo, sobre todo cuando se enfada y nos habla de esa manera…tan borde, digamos. ¿Puede llegar a ser una auténtica zorra con nosotras, sabías? A ti no te va a hablar así nunca. Primero eres su sobrino y segundo eres un hombre. Ella solo nos habla así a las mujeres, con vosotros se hace pequeña.
—Si, eso ya lo he notado. ¿Enserio te pone cuando te habla así?
—Me mojo como no te imaginas. A veces meto la pata a propósito solo porque me caiga una buena bronca de la jefa.
No era yo el único morboso de la empresa que tenía al resto engañados.
—Vale, genial, pero sigo sin saber a dónde quieres llegar.
—La conozco muy bien, llevo varios años trabajando aquí, fijándome en ella. Se le nota lo salida que está, que su marido no se la folla desde hace meses. En realidad, creo que jamás le han echado un buen polvo. Pero nunca me imaginé por su forma de ser que se atrevería a cumplir alguna de sus fantasías. Y contigo ha dado el paso… seguro que tú la puedes convencer de lo que sea. Incluso de estar con otra mujer.
—A ver a ver... ¿Quieres que convenza a mi tía para estar contigo? ¿Tú estás loca o qué?
Leire puso su mano sobre mi paquete, y con la otra se rozaba los pezones.
—No tiene por qué ser solo las dos —empezó a bajar la cremallera, desabrochó mi cinturón y me frotaba la palma de la mano por encima del bóxer. Era de día y cualquiera podría vernos
—Tú también podrías estar. En realidad, tendrías que estar. La única forma de que te haga caso es que piense que ella lo hace por ti.
Leire liberó mi polla que para esas alturas palpitaba con vida propia.
—Me tomaré esto como un sí —dijo sonriendo y mirándome a los ojos mientras se agachaba. Se metió mi polla hasta el fondo y empezó a succionar. Se notaba que tenía más experiencia que mi tía y al poco me corrí por sus labios, cara y tetas. La puse perdida. Saqué el tanga negro de mi tía del bolsillo para limpiarla
—¿Eso es de quien yo creo que es?
Me las arrebató y las olió, casi en éxtasis, empezó a tocarse con ellas. Pareció olvidarse de que estaba en un garaje en la vía pública y tenía la cara llena de lefa. Estaba claro que mi tía era quien la ponía más cachonda de los dos y yo iba en el pack por casualidad.
—¿Puedo ponérmelo?
No me dio tiempo a decirle que sí, ya se estaba quitando sus bragas y poniéndose el tanga mojado de mi tía. Al subírselo, cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás y se empezó a frotar a saco sobre las bragas. Se le tensaba todo el cuerpo
—Me corre, joder me corro…
Tuvo un squirt que el tanga negro apenas pudo contener. Sus muslos estaban chorreando Al abrir los ojos tenía cara de haber alcanzado el nirvana.
—¿Te llevo a casa?
-
Los días siguientes fue complicado coincidir a solas con Catalina. No sé si mi tío se olía algo o fue pura casualidad, pero empezó a venir a la oficina más que nunca. Mi tía y yo hablábamos por el móvil incluso estando uno frente al otro. Ella me decía las ganas que tenía de quedarnos a solas. que lo estaba planeando todo para poder pasar una noche entera juntos. También noté un cambio en su vestuario, mucho más sensual, minifaldas, escotes pronunciados, vestidos demasiado arreglados para ir a trabajar.
Empecé a verme con Leire a solas. Ella también se daba cuenta de estos detalles. Después de un polvazo nos encendíamos un cigarro y comentábamos el modelito del día de mi tía, o yo le contaba como me pasaba su pie por la polla bajo la mesa, o como se acercaba a la escalera si sabía que yo estaba abajo, con falda y sin bragas para que viese lo que me estaba esperando en cuanto tuviéramos un rato a solas. Estos detalles le encantaban a Leire, que no paraba de preguntarme.
—Hoy crucé dos envíos, no veas como se puso, vaya gritos. Cuando se fue para arriba me tuve que ir al baño a tocarme de lo mojada que estaba.
—Si, la escuché desde arriba. Hoy se pasó un poco, te llamo inútil.
—Eso fue lo que más me calentó. Ojalá me hubiera cruzado la cara. En fin, que bonito es soñar… Toma, lleva esto mañana al curro, le dices que se lo meta por el coñito y tú lo haces vibrar con este mando.
—Y querrás que te avise cuando lo tenga puesto para no perder detalle de como disfruta con tu juguete dentro.
—Ya empiezas a conocerme
Al día siguiente le propuse el juego del vibrador a Catalina, pero le dio vergüenza. En lugar de eso me dijo algo mucho mejor.
—Tu tío se fue a Barcelona por trabajo 3 días, y los niños están con los abuelos en el pueblo. ¿Tienes planes?
—Bueno, consultaré mi agenda y te digo algo... —La llevé a un punto ciego de las cámaras y le comí la boca contra la pared. ¿A qué hora voy?
—Vente al mediodía, te doy la tarde libre. ¿Te gusta el risotto?
Al llegar a su casa la puerta estaba entreabierta “pasa, pasa” me gritó desde la cocina, donde me la encontré atareada en los fogones. Solo llevaba un tanguita blanco.
—Es por no mancharme, iba a subir a cambiarme, pero has llegado antes de tiempo
—Así estás perfecta, tía —le dije mientras me acercaba a ella por detrás y la rodeaba con mis brazos— Vaya pinta tiene eso.
En realidad, ni me fijé en los fogones. Solo podía mirar sus tetas desde atrás asomándome por sus hombros. Empecé a manosearlas y jugar con sus pezones. Ella gemía mientras removía la olla.
—Para, se me va a quemar todo.
—Me da igual, pedimos unas pizzas. Le di la vuelta y nos besamos. Ella se subió a mí y me rodeó con las piernas. Yo apagué los fuegos con una mano porque soy una persona responsable, y con la otra palpaba el coño de mi tía sobre el tanga blanco…sujetándola por ese punto el propio peso provocaba fricción y la hacía gemir,
—¿A dónde me llevas?
—A tu cama, quiero follarte donde duermes con tu marido.
Me arrepentí nada más decirlo, pero lejos de cortarle el rollo pareció encenderla aún más
—Sí, joder, así me acuerdo de ti cada noche cuando me acueste con él.
La tire sobre la cama, boca arriba. Ella se arrastraba hacia atrás mientras abría más las piernas y me miraba con cara de deseo. Le bajé el tanga hasta los tobillos, pero en vez de quitárselo, lo dejé ahí. Separé sus piernas lo máximo que las gomas del tanga permitían y se las eché hacia atrás. Mi tía era muy flexible, y aunque ahora no hacía deporte salvo ir a correr veces contadas, todavía era capaz de doblarse como a los 20 años. Empujé tanto que sus las puntas de sus pies llegaron al cabecero, y quedo súper expuesta. Me bajé el bóxer lo justo y se la metí. Estábamos tan mojados que me costaba no salirme de ella de lo que resbalábamos. Tuvo el primer orgasmo a los pocos segundos, como si llevara días conteniéndolo. Le quité el tanga y seguí empujando son sus piernas en mis hombros.
—Este me lo quedo también, de recuerdo — a Leire le iba a encantar el regalito.
Ella se corrió otra vez en cuanto le dije eso.
—Quédatelo…es tuyo. Soy tuya, fóllame como si fuera tuya
La embestía una y otra vez. Me rodeó con ambas piernas y las apretó como haciendo una llave de judo. Note que su coño me aprisionaba, sus paredes vaginales me encerraban y cada vez me daba más placer la fricción.
—No aguanto más, tía
—¡Corretee! ¡Córrete dentro de mí!
Me dejé llevar y la leche empezó a salir, llenando el coñito de mi tía y mezclándose con su orgasmo. Nos besamos hasta que salí de ella y me tumbé a su lado. Ella fue la primera en hablar.
—No te imaginas lo que necesitaba esto. Gracias.
—Lo dices como si te hubiera hecho un favor. Yo también lo he disfrutado mucho, tía.
—Lo sé, y por eso me ha gustado tanto, he visto como me deseas. Estos 3 días voy a cumplir todas tus fantasías, haré lo que desees.
—¿Todas? ¿Estás segura de eso…?
—Lo estoy, ponme a prueba sobrinito.
Cogí el huevo vibrador que me había dejado Leire y se lo introduje despacio. empecé a estimularla presionando el mando a distancia, desnudos ambos en cama. Yo boca arriba y ella boca abajo con medio cuerpo sobre mí. Iba aumentando la potencia del juguete de manera muy gradual. Catalina se mordía el labio y se puso mi muslo entre las piernas.
—Entonces mi tía va a cumplir todas mis fantasías durante 3 días…
—To…todas. Lo que desees.
—Son muchas…
—Cuéntamelas por favor. Quiero…—le costaba hablar cuando yo aumentaba la potencia, y disfrutaba mucho haciéndolo— quiero cumplirlas todas.
—Siempre he querido hacer un trío…
—Yo he fantaseado mucho con que dos hombres me follan a la vez, pero seguro que tú estás pensando en un trío con otra mujer y eso no sé si me llama tanto la atención.
—Sí…tú y otra mujer.
—¿Nunca lo has hecho?
—No, nunca. —puse el vibrador al máximo— Es mi mayor fantasía.
—Vale, entonces te la cumpliré, pero con dos condiciones. Te encargas tú de buscar a la otra, y obviamente no la traeremos a esta casa. Y ahora sácale este juguete a tu tía y follátela como es debido.
Por supuesto, ya tenía a la otra, pero para eso todavía teníamos dos días más. Saqué el huevo vibrador de su coñito empapado y la puse a 4 patas.
Esa tarde tenía que dedicarme en cuerpo y alma a satisfacer a mi tía Catalina.