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MÓNICA
Ana me acompañó a la ceremonia por Felipe. La habían organizado los socios. No quise ir al entierro en sí porque no podía, no tenía ningún ánimo ni de salir de casa ni para enfrentarme a su ataúd. Además, temía un enfrentamiento con la familia de la mujer de Felipe porque tenía casi la certeza de que ella sabía algo de lo nuestro y podía habérselo contado a su familia y que me la liaran cuando me vieran, y eso no lo iba a poder soportar.
La ceremonia fue tristísima, no solo por el hecho en sí sino porque casi no fue nadie. Solo estábamos los dos socios, Patricia, un par de compañeros del departamento de Felipe, unos cuantos familiares de él, Ana y yo. La gente no quería saber nada de un asesino y pensaban que no merecía una despedida.
Vi a los dos socios muy mal, con ojeras y llorando sin parar. Patricia igual, intentando controlarse pero me abrazó y lloramos juntas. Y mis dos compañeros estaban destrozados, eran Adolfo y Fran, las personas en las que más se apoyaba Felipe. Nos hinchamos de llorar casi sin hablar. Habíamos asistido los que más lo queríamos. Y solo podíamos repetir “esto no puede ser verdad, no puede ser”. Los que peor estábamos éramos Adolfo y yo, que prácticamente no paramos de llorar. Fue muy duro para todos.
Al terminar la ceremonia, nos quedamos los de la empresa y Ana reunidos. Paco sollozaba, con Patricia abrazándolo para consolarle. Alfonso quiso decir unas palabras, con mucho esfuerzo. Consiguió calmarse unos segundos y dijo que no entendía nada, que Felipe siempre había sido el mejor de los tres socios, el más honesto, el más generoso, siempre dispuesto a escuchar, a apoyar, que era la mejor persona que nunca había conocido, un amigo de verdad y rompió a llorar, no pudo seguir.
Nos fuimos cada uno por nuestro lado, sin decirnos nada más, el dolor era demasiado profundo para todos.
ANA
Lo pasé muy mal durante la ceremonia, las caras de todos eran un poema. Ver a esos amigos del difunto, tan destrozados, llorando sin parar, me encogía el corazón. Eran pocos pero se notaba que eran sus amigos de verdad.
Al menos, le puse cara a ciertos nombres que Mónica no paraba de repetir cuando hablábamos. Los primeros, los dos socios. Alfonso el más serio e intentando siempre ocultar sus sentimientos bajo una fachada que, en realidad, estaba totalmente resquebrajada.
Luego estaba Paco, mucho más abierto a mostrar sus sentimientos, llorando sin parar, abrazándose a todos… No conseguía decir dos palabras seguidas sin ponerse a llorar.
Luego, Patricia, aunque a ella la había conocido la tarde que fue a ver a Moni. Era como me la había imaginado cuando Mónica hablaba de sus compañeros. Patricia era igual de alta que Mónica, pero era morena y con una bonita figura a pesar de tener algo más de 40 años. Era bastante atractiva aunque tenía una cara que denotaba que le gustaba mandar, controlar, y así me lo había dicho Mónica, llevaba un control férreo de las cosas de la empresa. Era la que estaba más atenta a los dos socios, todo el rato consolando y abrazando a ambos.
Y luego estaban los dos compañeros de Mónica, Adolfo y Fran. Adolfo era como un jefecillo, el que le había intentado gastar una broma cuando ella entró pero que, desde entonces, hacía caso a todo lo que decía Mónica. Vi como la miraba, estaba colado por ella. Tendría unos 35 años y estaba algo regordete y empezaba a clarearle la cabeza. En cambio, Fran tendría la misma edad pero se conservaba mucho mejor, totalmente tieso, se adivinaba un buen cuerpo debajo del traje. Era atractivo aunque ese día estaba hecho un flan. Según Mónica, era un chulillo que se sabía listo y guapo, pero que le caía bien. Y que no paraba de entrarle a Mónica cada vez que salían en grupo o de viaje. A Adolfo lo ví totalmente afectado. A Fran no tanto y me pareció que estaba allí por compromiso, no me pareció que estuviera tan afectado como el resto. Con él hablé un rato e incluso intentó flirtear conmigo.
Eran los únicos que habían aparecido para dar el último adiós a Felipe.
Nos volvimos a casa de Moni en un taxi, en silencio. Me preocupaba ella, sabía que la ceremonia había tenido que ser muy dura para ella. Cuando llegamos, dijo:
Creo que me voy a echar un rato (eran las 6 de la tarde)
Vale, voy contigo y te acompaño
No, no… llama a Gus, por mi culpa estáis separados y…
Anda ya, no digas tonterías, Moni, sabes lo importante que eres para mí
Lo sé pero… el pobre Gus…
Él lo comprende, está también muy mal por ti, lo sabes, ya lo has escuchado (Gus había hablado con ella varias veces durante estos días)
Lo sé, es un amor pero… es que también necesito estar sola un rato
Ah, vale
Y se metió en su dormitorio. Me eché en el sofá y llamé a Gus. Estuvimos un buen rato hablando del trabajo y de esto y aquello. Terminé casi dos horas más tarde, me encantaba hablar con él, siempre estábamos hablando de todo. Miré el reloj y me levanté para ver como estaba Moni. La vi sentada en la cama, aún con el mismo vestido. Me senté a su lado y le pregunté:
¿Qué tal?
Pensando
Ya
¿Cómo está Gus?
Bien
¿Se las apaña sin ti?
jeje, poco, ya lo conoces
Ya, pobre
Nos quedamos calladas, mirando al suelo. Entonces dijo:
Necesito no pensar durante un rato, no paro de pensar en… necesito descansar de eso durante un rato, lo necesito
La miré. Ella me miró y dijo:
¿Te has planteado alguna vez engañar a Gus… conmigo?
Nos miramos a los ojos. No nos acostábamos juntas desde que empecé en serio con Gus. Entonces, me incliné y la besé en los labios. Nos quedamos unidas por los labios durante unos segundos y luego, me retiré. Le dije:
No sería engañar, él lo sabe
Y la besé de nuevo pero esta vez buscando su lengua. Nos besamos mezclando nuestras lenguas y la empujé suavemente para que se tumbara en la cama. Seguimos besándonos unos minutos, con pasión, y la fui desnudando poco a poco. Llevaba una camisa oscura y una falda larga y también oscura. Le desabroché la camisa y besé su cuello y luego el escote. Le abrí totalmente la camisa y pasé mi lengua por su vientre hasta su ombligo. Mónica gemía bajito, dejándose hacer. Seguí lamiéndola mientras pasaba una mano por su espalda y le abría el sujetador. Le quité la camisa y el sujetador. Miré sus pechos, que se movían al ritmo de su respiración agitada. Abrió los ojos y me miró, viéndome como me recreaba con su cuerpo.
Me incorporé y me quité mi blusa y mi sujetador. Luego, me volví a echar sobre ella para besarla mientras acariciaba sus tetas, para luego bajar y lamerlas, mordisquear sus pezones, chupar… estuve un buen rato, los gemidos de Mónica ya eran altos, agitados.
Luego, le quité la falda, los zapatos, besé sus piernas, muslos, le quité las bragas y me metí entre sus piernas. Lamí y chupé, jugué con mis dedos, le provoqué varios orgasmos pequeños hasta que explotó en uno grande. Me tumbé a su lado, la besé y ella me abrazó muy fuerte, diciendo “menos mal que te tengo, menos mal que te tengo”... se durmió entre mis brazos, agotada por el día tan angustioso y relajada por el sexo.
Y mientras la tenía en mis brazos, recordé como nos habíamos conocido. Había sido en un bar. En aquel momento, llevaba casi dos años sin tocar la droga. Me había costado mucho pero al final lo conseguí. Terminé los estudios y conseguí una beca para la universidad, para periodismo. Me mudé a Madrid, dejé todo atrás. Iba a clase y trabajaba a la vez en un restaurante. Vivía en un pequeño cuarto, compartiendo piso con otras alumnas. No salía nunca, no me atrevía, por las tentaciones de la droga. O trabajaba o estudiaba o me ponía a leer. El sexo era mi mano unas 4 o 5 veces a la semana, antes de dormir, sin pensar en nadie concreto. Casi no tenía dinero nunca, no me compraba ropa excepto la imprescindible, ni maquillaje, ni hobbies. Los libros que leía eran de la biblioteca. Miraba cada céntimo.
A Mónica la veía de vez en cuando por la zona de la universidad. No iba a mi facultad pero la chica era tan llamativa y bonita, que se hacía notar. La miraba con envidia, siempre riendo, siempre rodeada de gente. La había visto en un coche caro, con bastantes tíos siempre. Y siempre que la veía, pensaba lo mismo “ahí está la rubia pija” pero sentía envidia de su vida sin problemas.
Entonces, un jueves me cansé. Sabía que los jueves todo el mundo salía por una zona de la ciudad, y quise salir a ligarme a alguno y follármelo, estaba harta de pajas, necesitaba polla. Me vestí con lo más provocativo que encontré en mi escaso ropero, unos shorts ajustados, una camiseta escotada, y salí.
Entré en un bar y me puse a bailar sola, esperando a que alguien me entrara, me pagara unas copas, y si estaba bien, follármelo, ese era el plan. Se me acercaron bastantes pero se me habían quitado las ganas de ligar, quería bailar, olvidarme de todo, y pasé de todos. Al final me cansé y me fui al WC a refrescarme, estaba sudando tras un buen rato bailando sola, sin parar.
Al entrar, vi a la rubia pija delante del espejo, retocándose. La reconocí inmediatamente, la chica era espectacularmente guapa. La miré unos segundos, demasiados, y ella se dio cuenta. Me miró y dijo:
Hola
mm hola
Me gusta como bailas
¿Qué?
Te he visto ahí bailando sola, sin importarte una mierda la gente, a tu bola
Ya
Yo soy incapaz de hacer eso
¿Por qué? es solo moverse y cerrar los ojos
jaja, es verdad jajaja
Y me gustó su risa. Me eché agua en la cara y nos vi reflejadas en el espejo. Ella perfecta, con el pelo perfecto, la cara perfecta, la ropa perfecta. A su lado, yo parecía una vagabunda, la ropa un desastre, sin maquillaje, el pelo de cualquier forma, sudada… Sentí vergüenza. Me sequé las manos e iba a salir cuando dijo:
¿Fumas?
¿Qué?
Que si fumas
A veces
Yo igual, pero ahora me apetece ¿Quieres salir?
mmmm bueno, vale
Y salimos fuera. Me dio un cigarrillo y fumamos. Dijo:
Me llamo Mónica
Yo Ana
Creo que te he visto en los bancos de la uni, leyendo ¿no?
La miré sorprendida. Dije:
Puede ser
Es que siempre te veo tan concentrada, leyendo… tengo curiosidad ¿Qué lees?
De todo, lo que pillo
¿Qué lees ahora?
Y nos pusimos a hablar de libros. Y me sorprendió, ella había leído muchos, y se sabía frases y párrafos enteros de muchos, tenía muy buena memoria. Y no solo leía, analizaba lo que leía y me hacía comentarios que ni me había planteado. Fumamos varios cigarrillos sin parar de hablar. A la media hora, tras terminar los últimos cigarrillos, sacó una pequeña cajita de metal de su bolso, diciendo:
¿Quieres?
Mire la caja, de metal, redonda, muy bonita y llena de pastillas. Me mareé y di dos pasos atrás, asustada. Mónica me miró extrañada y dije:
No… no… no tomo drogas
¿Qué? ¿Drog.. jajajaja
Y se rió, con una frescura que me encantó. Dijo:
Noooo, yo no tomo de eso, paso… son de menta, para el aliento, siempre tomo después de fumar, es costumbre, mi madre me mata si se entera que fumo jajaja
Ah
Que carita has puesto
Ya es que...
mmmm ¿Tienes hambre?
Pues, no sé
Yo sí ¿Me acompañas?
¿No estás con gente?
Sí, pero paso, eres más interesante, vamos
Y me cogió de la mano y fuimos a buscar algún sitio abierto. Encontramos una pizzería y nos metimos. Pedimos una pizza y seguimos hablando. Me contó que estudiaba teleco, que no tenía novio, que había salido con ganas de enrollarse con alguno pero que ahora se le habían quitado las ganas, que se lo estaba pasando bien hablando conmigo. Luego, me llevó a una tetería donde seguimos hablando, contándome sitios que había visitado, viajes… pero no lo contaba como restregándomelo por la cara, no, lo contaba de forma natural, como si fuera algo normal, y lo sería para ella, no para mí que había nacido en una ciudad del centro de España y solo había ido a Madrid. Cada dos por tres, alguien nos interrumpía, era muy conocida y la saludaban mucho.
Esa noche nos despedimos sin más, sin darnos teléfonos ni nada. Pero, a partir de ese día, cada vez que me veía en la uni, se acercaba a saludarme. Y una vez me invitó a ir con ella y su grupo. Otro día me pidió el móvil y me empezó a llamar para salir. Nos hicimos amigas, muy amigas. Ella sabía de mis problemas económicos y nunca me llamaba para nada caro, siempre para cosas que no fueran un gasto imposible para mí.
Y empecé de nuevo a follar. Mónica siempre estaba rodeada de tíos buenos, y también me entraban, y a veces, me los follaba, igual que ella. Y hablábamos de tíos, nos reíamos de ellos, babeábamos por otros…
Y un día, unos meses después, me llamó para salir y le dije que no, que no tenía ganas. Ella se extrañó, me insistió, le dije que no y me despedí. Ese día mi madre me había llamado para pedirme dinero, y habíamos discutido porque sabía que el dinero lo quería para comprar droga. Me había insultado, yo a ella. Cuando colgué, lloré amargamente, esa era mi vida real, y deseé tomarme algo, para olvidar, y la tentación llegó con tanta fuerza que hasta me puse a temblar. Y estaba tumbada en mi cama intentando controlarme cuando llamaron a mi puerta y entró Mónica. Una compañera la había dejado entrar. Me miró y dijo:
Sabía que te pasaba algo
Se sentó sin decir nada, esperando. Y le conté todo, mi pasado, mi mierda de familia, mi adicción, como conseguía el dinero… todo. Sabía que la iba a espantar, ¿Cómo iba ella a ser amiga de una drogata y puta? Pero me abrazó, me abrazó fuerte y lloró conmigo. Luego, le dije:
Ahora te doy asco
No, mierda, no… ahora te admiro
Ja,he sido puta y estoy que me muero por un chute y olvidarme de todo, y me admiras, ya
Sí, joder, eres una tía con un buen par de ovarios, yo en tu situación uff, ni de coña salgo de ese agujero y, mírate, luchando tú sola, joder tía, eres mi heroína
Seguíamos abrazadas y entonces, se levantó, me cogió de la mano para levantarme y me sacó fuera de la habitación, cogiendo mi abrigo de paso. Le dije:
No, Moni, no quiero salir
No te vas a quedar aquí
Que no, en serio
Pero me arrastraba. Nos metimos en el ascensor. La miré, iba estupenda, como siempre, con una minifalda, pantys, tacones, una blusa preciosa… y yo iba con unos vaqueros, una sudadera, el pelo sucio recogido en un moño descuidado. Le dije:
No tengo ánimos para salir, y mira que pintas
Estás guapa, como siempre, déjate de tonterías
Ya, claro
Y me metió en su coche. Estaba tan mal de ánimo que ni me esforcé en intentar no dejarme llevar. Arrancó y empezó a conducir. Y mientras lo hacía, me iba contando los sitios que tenía que ver, de España y de fuera. Ella sabía que yo quería viajar, que nunca lo había hecho, e iba contándome que ver en cada sitio. Era una enciclopedia, con esa buena memoria que tenía. Y condujo durante horas, distrayéndome con sus comentarios, anécdotas… le preguntaba dónde íbamos y ella se reía sin decir nada al respecto. Y después de 4h, lo olí y me quedé callada. Y Moni se dio cuenta y se calló. Y condujo y al poco lo escuché… el mar. Ella sabía que yo ansiaba ver el mar, que nunca lo había pisado. Aparcó en un paseo marítimo y salí corriendo. Eran casi las 4 de la noche de una fría noche de febrero en Valencia, un frío húmedo y horrible, pero me daba todo igual. Me quité los zapatos, los calcetines, pisé la arena, corrí al agua, metí mis pies en un agua helada pero todo me daba igual. Y lloré, pero esta vez no por tristeza sino de emoción, y corrí hacia Moni que me esperaba en la arena, con los tacones en la mano, sonriendo. Y me abracé a ella, llorando. Y ella me dijo:
Este es el primer viaje de los muchos que vas a hacer porque tú eres de esas personas que consigue todo lo que se propone
Sollocé riendo. Fuimos andando por la arena, charlando y riendo. Nos sentamos en la arena y, muertas de frío pero emocionadas, vimos amanecer. Ese día me enamoré de ella, o más bien, acepté que estaba totalmente enamorada de ella porque en realidad lo estaba de antes. Pero no me atreví a decirle nada, no quería asustarla, que se alejara de mí, me lo guardé dentro, con solo tenerla a mi lado y ser su amiga, me valía.
Tras enterarse de mi pasado, Moni no cambió en su forma de tratarme, no me miraba diferente ni me trataba con algodones o pasaba de mí, no. Me llamaba como siempre, quedábamos como siempre… no me rechazó por mi pasado.
Y llegó junio y con ese mes, el final del curso, un curso radicalmente distinto al resto, ahora me sentía viva, como no me había sentido nunca, y todo gracias a Mónica. Y un día, me llamó:
Anita, haz las maletas para una semana, que nos vamos de vacaciones
¿Qué? Ya sabes que no puedo, tengo trabajo
Pide una semana, por favor
¿Para qué? No puedo pagarme un viaje
Te lo pago yo, es a Mallorca, al chalet de mis padres, la semana que viene no están, lo tendremos para nosotras solas, ya verás, allí se liga un montón
No, Moni, no puedo
¿Me vas a rechazar mi regalo de fin de curso?
Es que…
Es que nada, vente, por favor, por favor
mmmm
Dí que sí
No puedo aceptar eso, lo sabes
Sí, puedes aceptarlo, es un regalo, no una limosna, es muy diferente
Ya pero…
En solo unos meses te has convertido en mi mejor amiga, no puedo irme de vacaciones sin ti, así que te vienes y ya está
¿Tu mejor amiga?
Sí, y yo la tuya, así que déjate de tonterías… una maleta, vestidos cortitos que enseñen mucho, y un par de bikinis… además, tienes que probar el mar a una temperatura normal, no helada jeje
Me quedé callada, ni siquiera tenía bikinis. Mónica seguía hablando, sobre qué podíamos hacer allí, donde comer… a todo me quería invitar, cosa que no podía aceptar. Pero al final le dije:
Vale, voy, acepto tu regalo, pero nada de ir a sitios caros a comer, nos vamos de mcdonalds y cosas así, que yo pueda pagar
jajaja, vale, vale
Y Moni…. muchas gracias, de verdad
Anda, anda… venga, te recojo en un rato y vamos a comprar bikinis, que seguro que no tienes ni uno
Que cabrona jajaja
Iba a ser un palo a mis pobres finanzas, pero es que nunca me había ido de vacaciones, ni montado en un avión, me apetecía un montón. Y estaría con Moni, que eso ya era importante para mí.
El viaje en avión fue todo un acontecimiento para mí pero para Moni era algo normal. La seguí todo el rato, fijándome en todo. Me sentía una cateta total, pero aproveché para enterarme de como iba todo. Lo pasé mal en el despegue pero durante el vuelo, Moni no paró de hablarme. Y me dijo:
Y para el curso que viene, te vienes a mi casa
¿Qué? Pero ¿Qué dices?
Tengo una habitación que no uso, te vienes y compartimos piso
Pero… tu piso costará… uffff, sabes que no puedo pagar algo así
El piso es de mis padres, no tienes que pagar nada
No, Moni
Que sí
No, esto ya es demasiado
A ver ¿En serio me estás diciendo que prefieres compartir piso con unas desconocidas que conmigo? Tía, menudo insulto, bien empiezas las vacaciones jajaja
Sabes que no es eso… es solo que… mmmm sería como aprovecharme de nuestra amistad
Ya, claro, que has sido tú la que me lo ha propuesto, anda, anda… te vienes y verás que bien lo pasamos
Pero te pago algo
Vale, tú pagas internet ¿Contenta?
jajaja, nooooo
Y me invitas a cenar un día
Que noooo, jajaja
Pero te advierto una cosa, cocino genial, ya verás, no vas a querer más tus hamburguesas y pizzas cuando pruebes mis platos
¿Sabes cocinar?
Claro
Jo, yo no, soy un desastre
Que bien, te enseñaré, ya verás que divertido jajaja
Vale
Y nos pondremos de acuerdo en limpiar ¿eh?
¿Tú limpias?
Pues claro
¿No tienes a alguien que te limpie?
jajaja y mi madre me mata jajaja, que vaaaa, dice que cuando tenga mi trabajo y mi sueldo, que me gaste el dinero en lo que quiera, pero que mientras viva de ellos, me tengo que limpiar mi mierda jajaja
¿En serio?
Y tanto, no la conoces, no quiere una hija mimada… aunque luego, no para de hacerme regalos jajaja
jeje
Ahhh, ya sé como me vas a pagar… te va a tocar planchar, eso lo odio jajaja
Vale, a mí me gusta
¿En serio? Mira que eres rara jajaja
jajaja
Te tengo que presentar a mis padres, te van a caer genial y tú a ellos… mmm nos podríamos quedar otra semana más, así coincidís ¿Vale?
Ufff, Moni, que tengo que currar
Vale, vale… lo iremos viendo, pero al menos un día sí, que te conozcan, no paro de hablarles de ti, se mueren por conocerte
¿A mí?
Claro
Y seguimos hablando, y hablando, y ni tuve tiempo de asustarme hasta el descenso. Luego, salimos, cogimos las maletas y buscó un taxi que nos llevó en un largo viaje hasta un chalet que me dejó con la boca abierta, precioso y enorme. Estaba aislado por un alto muro, con una casa principal y otra más pequeña que era la de invitados. Moni me lo enseñó todo pero no me llevó a la de invitados sino a una habitación al lado de la suya. Eran las 8 de la tarde y dijo de salir a dar una vuelta y enseñarme el pueblo.
Sacó un coche del garaje y fuimos al pueblo donde paseamos, comimos, fuimos de bares… esa noche no íbamos de ligue, solo salir y reirnos. Nos volvimos a la casa y nos fuimos a dormir. De tantas emociones, me dormí enseguida.
Al día siguiente, nos levantamos temprano, nos preparamos unos sandwiches y fuimos a la playa, mi primer día de playa, estaba deseándolo. Nos lo pasamos genial, el sitio era fantástico y la compañía inmejorable.
Volvimos por la tarde a su casa, muy cansadas y nos fuimos a la piscina. Tras darnos un baño, nos tumbamos para seguir tomando el sol. Entonces, Moni se quedó en topless. Me quedé mirándola con cara de tonta. Se tumbó y dijo:
Mejor que también te quites la parte de arriba
mmm
¿Te da vergüenza? Aquí no te va a ver nadie, solo yo jiji
No, ya… es que…
Con lo blanquita que estás vas a coger color pronto, si te dejas la parte de arriba, tus tetas van a resaltar por la noche cuando estés follando jeje
jajaja
Entonces me quité la parte de arriba y escuché:
Vaya, que tetas tan bonitas, Anita, son perfectas
Ya, bueno, como si las tuyas no lo fueran
Son algo más pequeñas pero sí, también están muy bien, lo sé jajaja
Y nos tumbamos. Y no podía evitar mirarla de vez en cuando aunque me ponía muy nerviosa. Pensaba “pero ¿Cómo me puede poner tan cachonda?”. No me lo explicaba, nunca me habían interesado las mujeres, me había acostado con alguna pero solo por “trabajo”, en alguna fiesta o algún trabajito especial, siempre colocada, sin pensar nada, solo en tocar, besar y chupar, sin sentimientos ni ganas, y solo por espectáculo, sin llegar a follar de verdad.
Al final, me tuve que echar al agua, para intentar tranquilizarme, pero Moni también se tiró y se puso a juguetear en el agua, la notaba tan cerca, tan atractiva… me salvó su móvil, que sonó y ella dijo:
El tono de mi madre
Y salió rápidamente de la piscina y se puso a hablar con ella. Pensé “esta noche o me follo a un tío o me hago una paja, de otra forma imposible que me duerma, fijo”. Llevaba ya un tiempo masturbándome pensando en ella así que tocaría eso, seguro, no me apetecía nada follar con un tío.
Tras estar un rato charlando con la madre, Moni se volvió a tumbar y me tranquilicé. Pasamos la tarde tumbadas como lagartos y charlando. Luego, Moni dijo de ducharnos y salir fuera a cenar, bailar, ligar… Dijo:
Ponte algo sexi, esta noche follamos jajaja
Y me quedé pensando “Ya quisiera yo”. En la ducha no hacía más que repetirme que no hiciera ninguna tontería, que no podía perderla como amiga, que era la única que tenía, que si le entraba la asustaría… Me puse un vestido con una falda y un poco de escote, muy veraniego. Me miré al espejo, se me había pegado bastante el sol y me veía bien, guapa y sexi. Recordé a la chica demacrada y con la piel horrible de hacía unos años, y sobre todo recordé aquella mirada perdida, sin esperanza… Sacudí la cabeza, ahora parecía otra y esa otra me gustaba, y era gracias a Moni. Sonreí ampliamente.
Fui al dormitorio de Moni. Estaba maquillándose un poco delante del espejo. Me quedé mirándola, estaba preciosa, con un vestido ajustado, muy cortito, mostrando sus bronceadas piernas y hombros. Tras unos segundos, le dije:
Me tienes que enseñar eso
Giró su cabeza y me miró sin comprender. Le dije:
A maquillarme bien, sin que se note, que cuando lo hago, parezco una puerta mal pintada jeje
Ah jeje, pero es que tú no necesitas maquillaje, tienes belleza natural
Ya, jajaja
Sí, mira, quizás solo un poco de pintalabios de mmmm este color (cogiendo una barra de su mesa)
Y se me acercó y me pintó los labios, lentamente, con cuidado. Luego, me miró y dijo:
Que guapa eres, tienes unos ojos preciosos
Y me apartó un poco el pelo. Nos quedamos unos segundos mirándonos a los ojos y no pude aguantarme más y la besé, un beso rápido, y enseguida me arrepentí y me aparté. La miré, su cara de sorpresa, y aparté la mirada avergonzada. Entonces, empezó a reírse y dijo:
Jooooo, días planificándolo y me lo fastidias
¿Qué?
Que esta noche te pensaba seducir jajaja, llevo días nerviosa perdida, al fin me había decidido pero me daba miedo, por si te asustaba
¿Cómo? ¿Qué?
Y entonces ella me besó, al principio con miedo, nerviosismo, pero luego apasionadamente, con su lengua buscando la mía. Se separó y me dijo:
Estaba deseando hacer esto desde que te vi aquel día bailando sola, tan sexi
¿Sí?
Sí, tenías a todo el bar pendiente de ti, estabas ufff, pero no me atreví esa noche ni… bueno, nunca… es que es mi primer beso a una chica
No tenía ni idea de que estabas interesada en mí de esa forma
Ufff, mucho jajaja
Nos callamos, nerviosas y entonces dijo:
¿Y tú? ¿Has hecho esto antes con… una chica?
Sí
¿Sí? Genial, así me enseñas
Y me cogió de la mano y me llevó a su cama. Nuestro primer polvo, el primero de muchos.
Sonreí como una tonta ante ese recuerdo, esos miedos iniciales, como me dio una vida. Cerré los ojos y sentí su calor, su cabeza en mi hombro, su olor… y me dormí.