3
ANA
“Pom, pom, pom” se escuchaba en la habitación del motel junto a mis jadeos y los de Gus mientras me follaba rápidamente y el cabecero de la cama no paraba de golpear la pared. El colchón también protestaba ante el traqueteo de las rápidas embestidas de Gus, que, encima mía, me penetraba constantemente llevándome al quinto cielo. Clavé mis dedos en su musculosa espalda, intentando retrasar el orgasmo que estaba a punto de llegarme. Le miré, estaba totalmente excitado, aguantando como un campeón. Eran las 9 de la mañana y ya hacía mucho calor en la habitación. Ambos estábamos sudados, brillantes y jadeantes, llevábamos 20 minutos follando y, aunque ya me había corrido un par de veces, notaba claramente que se acercaba el gran final.
Le puse la mano detrás del cuello y lo acerqué para besarlo, nos entrelazamos en un beso guarro, intentando alargar la llegada del orgasmo pero ya no aguanté más y me corrí con una gran grito en su boca. Gus aumentó aún más el ritmo mientras yo notaba las oleadas del gran orgasmo que estaba experimentando. Siguió durante unos segundos más para terminar en otro gran grito de ambos al correrse dentro de mí.
Nos besamos lentamente mientras lo retenía encima mía, no quería que se saliera aún. Pero al final, aquello decayó y se salió poco a poco. Gus se tumbó a mi lado resoplando:
Vaya polvo mañanero, la idea era echar uno rapidito ¿no?
Eh, que lo de alargarlo ha sido cosa tuya jeje
Porque estás muy buena y me pones muy cachondo
Tú tampoco estás mal
“Estás cañón, mucho” pensé mientras acariciaba su pecho sudoroso. Dije:
A los vecinos los tendremos contentos, menuda forma de despertarlos con los porrazos
Que va, se fueron hace un rato, ni te has enterado
Estaba concentrada en otras cosas jeje
Pero tus gritos los han escuchado en todo el motel, eso seguro
Idiota jajaja
Nos quedamos callados, recuperándonos. Entonces dijo:
Nena, tu móvil no paraba de sonar
¿Qué?
¿No lo has escuchado?
Para eso estaba yo, para hacerle caso al puto móvil
Era muy insistente, he estado a punto de parar
Y te mato jajaja, que le den por culo a quien sea, no me vas a dejar a medias con el polvazo
Ya, ya, pero mira a ver quien era, y mientras, me pido prime en la ducha
No, no, primero yo
Noooo, tarde (riéndose y saltando de la cama)
Y lo vi meterse corriendo en el pequeño cuarto de baño, y disfruté de las vistas de su culo y espalda desnudas. Suspiré y me quedé tumbada. Entonces, me estiré en la cama todo lo que pude, para desentumecerme, el polvo había sido bestial y ahora me notaba muy floja. Alargué la mano y cogí el móvil. Me extrañó ver que quien llamaba era Mónica y pensé “¿Para qué me llama un lunes a las 9 de la mañana?”. Entonces me di cuenta que tenía 8 llamadas perdidas de ella y me alarmé. Me incorporé y la llamé. Tras unos tonos, descolgaron y solo escuché sollozos. Me entró algo por dentro y me costó hablar:
¿Moni? ¿Qué pasa?
Ahora escuchaba llorar y me levanté sintiendo mucho pánico. Le dije:
Moni, por favor ¿Eres tú? Dios, háblame, me va a dar algo
Más lloros y entonces la escuché:
A...a...a... Ana (entre hipos y sollozos)
Me alivió escucharla, había empezado a pensar que le había pasado algo y quien me llamaba era alguien para contármelo desde su móvil. Dije:
Moni, dios ¿Qué ha pasado?
Es… es… está... muerto
¿Qué? ¿Quién?
Felipe
Y rompió a llorar. Me quedé de piedra y comencé a llorar también, tanto que al poco salió un alarmado Gus por la puerta del baño, totalmente mojado pero con cara de susto. Se acercó preguntando que pasaba. No pude decirle nada, solo lloraba junto a mi amiga.
Gus me abrazó y me consoló hasta que conseguí tranquilizarme. Le dije al oído “se ha muerto el chico de Moni”. Gus puso cara de sorpresa total, sin comprender nada. No conocíamos a Felipe más allá de lo que nos contaba Moni pero sabía perfectamente como se encontraría en estos momentos Moni y sentía todo roto por dentro, por ella.
Nos sentamos en la cama y puse el manos libre. Le dije a Moni:
Nena, lo siento muchísimo, dios, cuanto lo siento
Gus dijo:
Mónica, no… no tengo palabras, lo siento mucho
Moni seguía llorando. Al final consiguió decir:
Por favor, Ana, ven, no puedo con esto, no puedo
Sí, sí, claro, voy, pero estoy en Melilla, tardaré un poco
Ven, por favor
Sí, sí… ¿Dónde estás?
En el trabajo
Vete a casa y espérame, tardaré unas horas pero llegaré, salgo ya, de verdad
Gra… gracias
Me levanté y cogí la maleta, empecé a meter ropa. Gus, por su parte, cogió su móvil y se puso a ver horarios. Entonces, Moni dijo:
Se ha suicidado
Nos quedamos con la boca abierta, mirándonos. Pero aún era peor, Moni dijo:
Dicen que ha matado a su familia y luego se ha suicidado
Me tuve que sentar de nuevo. Moni rompió de nuevo a llorar. No sabía que decirle, solo miraba a un Gus tan sorprendido como yo. Entonces, entre sollozos, Moni dijo:
No puede ser, no puede ser, él adoraba a sus niños y era la mejor persona que he conocido, no puede ser
Conseguí sobreponerme ante tal noticia y le dije:
No pienses en eso ahora, ya se verá, vete a tu casa y espérame
No puede ser, no puede ser...
Ya, ya, ¿Te puede llevar alguien a casa?
No… no… no lo sé
Toma un taxi, no conduzcas
Entonces Gus me dijo flojito:
¿No es mejor que se quede con compañía?
mmm
Es que, por lo que veo, no vas a llegar allí hasta la noche, no hay buenas combinaciones
Lo miré cabreada, no con él, sino por las circunstancias. Inspiré y le dije a Moni:
Nena ¿Te puedes quedar con alguien?
No.. no sé
Es que voy a llegar tarde, aquí las combinaciones son muy malas y…
¿Cuándo?
Por la noche
Nooooo, no puedo pasar por esto sin ti, no, ven ya, por favor
Es que no hay combinaciones, nena, no puedo…
Coge un vuelo privado, yo te lo pago, pero ven ya, por favor
Miré a Gus y afirmó con la cabeza y se puso a mirar de nuevo en el móvil. Le dije a Moni:
Lo está mirando Gus, tranquila, si puede ser, cojo un avión privado
Yo te lo pago, pero ven, por favor
Olvida eso, tranquila
Gus afirmó con la cabeza y dije:
Moni, Gus dice que hay, me voy a duchar y salgo corriendo ¿Vale?
Gracias
Tú tranquila, en cuanto sepa algo más, te llamo, pero voy ya, Gus está contratándolo mientras me ducho y salgo
Me quiero morir
No digas eso, tú tranquila
Y me fui con el móvil al cuarto de baño, para seguir con ella mientras me daba una ducha rápida, me vestía y salía corriendo. Le dije a Gus que se quedara, estábamos allí por unas reuniones importantes de nuestro trabajo, que fuera él a esas reuniones y yo volvería cuando pudiera. Le besé, agradecida por su buena disposición y apoyo, y me metí en un taxi.
Tras varias horas de vuelo, conseguí llegar a Madrid y fui a la casa de Mónica. Allí me la encontré, totalmente derrotada. Nos pusimos a llorar abrazadas. Me estuvo contando entre sollozos lo poco que sabía, que habían encontrado sus cuerpos ayer noche, que la policía quería hablar con ella porque sabían de su viaje a Canarias y querían conocer su estado de ánimo o si había dicho algo pero que ella no había podido hablar porque había tenido un ataque de ansiedad y se había derrumbado. Conseguí que se tomara un tranquilizante y la llevé a su dormitorio, nos quedamos dormidas juntas, en su cama. Me desperté unas horas después y la miré dormir, no tenía un sueño tranquilo. Me llegaron recuerdos de cuando murieron sus padres, lo mal que estaba, con una depresión que costó meses que levantara la cabeza. Me dolía todo por dentro de verla así, ella no se merecía estos palos de la vida.
Me levanté y llamé a Gus. Me descolgó rápidamente y estuvimos hablando un buen rato. Cuando colgué, pensé en él. Gus era mi amor, mi fuerza, mi apoyo. Me salvó la vida hacía unos años, pero ya antes de eso estaba enamorada de él. Pensé en qué sería de mí si lo perdiera y me desesperé, pero luego meneé la cabeza y borré esa horrible idea de la cabeza. Me volví a la cama con Mónica. La desnudé, me desnudé, y me metí en la cama con ella. No había comido nada en todo el día, pero ni ganas. Estaba exhausta de tantos nervios y angustia. Me quedé dormida abrazada a Moni.
A la mañana siguiente, desperté a Moni y la llevé a la ducha, estaba como ida y me metí en la ducha con ella. La enjaboné y la lavé. Luego, le puse una bata, me puse otra y nos fuimos a la cocina. Le preparé algo de desayuno pero solo tomó café, distraída, casi sin hablar. Entonces, llamaron a la puerta. Fui. Era la policía. Querían hablar con ella por el viaje a Canarias.
La entrevista fue penosa, con Moni llorando cada dos por tres. Les dijo la verdad, lo de la semana juntos, que eran amantes, que ella se había despedido de él bien, que no notó nada raro, que lo notó muy feliz. Al terminar, los acompañé a la puerta y les pregunté:
¿Es verdad que ha sido un suicidio?
Lo siento, no podemos hablar de eso
Pero ¿Mató a la familia? ¿Eso es verdad? ¿Cómo?
Le digo que no podemos hablar de eso, se está investigando
Se fueron sin que pudiera sacar nada en claro. Pasé esa semana con Moni, ella muy afectada, como era normal. Gus quería venir pero estábamos en plena negociaciones con gente local para que nos pusieran en contacto con gente de las mafias de la inmigración ilegal, para nuestro siguiente libro. Lo hablamos y, al final, le dije que se quedara, que siguiera preguntando y negociando. Era un mal momento para echarnos para atrás, perderíamos meses de trabajo.
La semana siguiente pasó más o menos igual, aunque Moni ya iba saliendo de su sopor. Llamó al trabajo y pidió una excedencia, pero me dijo que en realidad no pensaba volver a trabajar allí, que sería insoportable para ella trabajar con el recuerdo de Felipe. Los días se me hacían eternos, con Moni llorando sin parar o super triste, y yo echando de menos a Gus y con el corazón roto por verla así. Del trabajo no la llamó nadie pero una tarde se pasó una jefecilla de allí, Patricia, que había hecho buenas migas con Mónica. La pobre estaba también muy mal, conocía a Felipe desde hacía mucho, desde el inicio de la empresa. Le contó a Mónica lo afectados que estaban los otros dos socios y toda la empresa en general.
Una noche, mientras Moni dormía tras un largo rato llorando, me fui al salón, llamé a Gus y estuvimos hablando más de dos horas sobre el trabajo y nuestras cosas. Se estaba viendo con gente que no era de fiar o incluso que eran peligrosos, y me ponía muy nerviosa, me gustaría estar allí con él, y si pasaba algo, que nos pasara a los dos. Para poder escribir el nuevo libro, teníamos que entrevistar a gente de “los buenos” y de “los malos”, y la idea era hacer esos contactos entre los dos, pero ahora, con esto de Moni, todo se había trastocado.
Me quedé sentada, nerviosa, pensativa. Luego, fui al dormitorio y, tras desnudarme, me metí en la cama. En verano, siempre dormía desnuda, al igual que Moni. La miré, dormía profundamente, se había tomado un Valium y estaría fuera de circulación hasta media mañana, pero así repondría fuerzas, el día siguiente era la ceremonia y sería duro, muy duro. Intenté dormir pero no lo conseguía. Al final, me levanté, me puse una camiseta y me fui a la cocina. Me hice una manzanilla y me quedé pensando mientras la tomaba.
Al terminar, me fui al salón y llamé a Gus, que contestó con voz adormilada:
Ana ¿Qué ocurre?
Nada
¿Nada?
Que te hecho mucho de menos, muchísimo
Ah, que susto, jeje, yo también
Lo sé
Nos quedamos callados. Me tumbé en el sofá y le dije:
Cuéntame algo
¿Del trabajo?
No, algo bonito
¿Bonito?
Sí, quiero escucharte
mmmm esta tarde he paseado por el paseo marítimo, estaba atardeciendo, había gente en la arena aunque ya se estaba poniendo el sol
Era bonito ¿no?
Sí, precioso, pero…
Pero ¿Qué?
No estabas tú
Me estremecí y me empecé a tocar. Le dije:
Sigue
Pensé en que estabas a mi lado, e iba hablando contigo, pero en silencio
¿Qué me contabas?
Lo bonita que eres, que eres lo mejor que me ha pasado en la vida, que llevo 9 días sin poder tocarte y me subo por las paredes
Te entiendo, me pasa lo mismo
Que sin ti, no soy nadie, no sé que hacer, que necesito tu guía, que estés a mi lado
mmm
Necesito tocarte, acariciarte, besarte
Y empecé a gemir. Gus sabía que estaba pasando y me detalló lo que quería hacerme, como me besaría, como me tocaría… no tardé casi nada en correrme. Nos quedamos callados. Al final, le dije:
Necesitaba escucharte
Lo sé
¿Te has corrido también?
Sí
Habrás puesto todo perdido jeje
Claro jeje
Nos callamos de nuevo, recuperándonos:
¿Cuándo volverás?
mmmm
Sabes que ya mismo no podré hacer nada más, que eres tú la que piensa y decide
Pensamos y decidimos entre los dos
Ya, claro, jajaja, lo que tú digas pero ya mismo no voy a saber qué más hacer, te voy avisando
No sé cuando Moni estará en condiciones, con sus padres fueron semanas
Ya
No la puedo dejar sola
Lo sé
Nos callamos de nuevo, entonces él dijo:
Ana, si ocurre algo entre vosotras...
¿Algo?
Sí, ya me entiendes… que si ocurre algo, no lo consideraré cuernos
¿No?
No, sé como es vuestra relación y si, bueno, si pasa algo, no me enfadaré
mmmm
Me contaste que cuando sus padres, volvisteis a…
Sí, fue un sexo extraño, pero sí, lo hicimos, fue nuestra reconciliación y para ella fue como una forma de evadirse de todo el sufrimiento
Pues eso, que lo entiendo, no me tienes que dar explicaciones ni contarme nada
Gracias, Gus
Nada, nena, pero que eso no quiere decir que te puedas ir tirando a cualquiera ¿eh? que estás muy buena y ya quisieran muchos jeje
jeje, tonto
Por ti, estoy tonto por ti
Lo sé jeje
Y estuvimos un rato más charlando hasta que nos despedimos. Me quedé tumbada en el sofá, pensando. Gus era especial, muy especial. Recordé el día que lo conocí, 3 años atrás. Estaba recopilando información para mi libro sobre las drogas. Fui a la Línea, en Cádiz, buscando informantes. Vi a un grupo de chavales tirados en la playa y me acerqué para preguntarles y obtener información. Inmediatamente, me fijé en él. Un chaval de 19 años, alto, muy delgado, algo desgarbado, rubio desaliñado, unos sorprendentes ojos muy azules, herencia de a saber que extranjero que visitara esas playas en el pasado. No era especialmente guapo pero sí muy atractivo. Y una sonrisa canalla, chula, que me encantó.
El chico se me acercó con total desparpajo, hablándome como si me conociera, riendo, gastando bromas. Me dio algo de información, sobre donde ir, por quien preguntar. Me pasé por allí varias veces más, para hablar con él. Le conté que buscaba y para qué. Él se sorprendió por mi trabajo e intentaba ayudarme. Me gustaba estar con él, era divertido, ocurrente, y la información que me daba me ayudaba. Pero a la vez, cuando estaba con él sentía tristeza porque veía en sus ojos algo que me traía recuerdos, malos recuerdos. El chico estaba muy enganchado a la droga, y sabía que hacía de todo por conseguirla, cualquier cosa, robar, sexo… me reconocía en él, con su edad yo estaba igual de enganchada y hacía las mismas cosas por conseguirla.
Cada vez quedaba más tiempo con él, charlando. Me contó el desastre de familia que tenía, desde cuando se drogaba, los chanchullos que tenía para conseguir algo de dinero, y que cuando no lo conseguía, tenía que poner el culo o la boca para conseguirlo. Era como si tuviéramos vidas paralelas. Y al final, ocurrió lo inevitable, me acosté con él. Y resultó sorprendente, era un gran amante, con una polla grande y gruesa que me descolocó totalmente y me hizo disfrutar como una loca. A los pocos días, me fui, tenía que empezar a trabajar con el material que había conseguido.
Volví unos meses más tarde, con la excusa de cerrar algunas ideas y algún dato que me faltaba. Me lo encontré más demacrado, la droga seguía su curso. Volvimos a follar, me enamoré de él aunque no quería reconocerlo. Sabía que no era buena idea, él un drogata, yo una ex drogata. Él con 19 años, yo con 26. Él sin futuro y yo intentando hacerme uno. Y cuando lo veía tomarse algo, ahí estaba la tentación, que nunca se va del todo. Sabía todo eso, pero no podía dejar de verme con él.
Y entonces, un día me consiguió una entrevista que estaba buscando desde hacía tiempo, hablar con uno de los jefes. Era peligroso pero merecía la pena. Fui con él a una nave industrial abandonada. Era de noche y estaba acojonada, pero me fiaba de Gus. En cuanto entré, vi que había cometido un error. Nos esperaban dos tipos que reconocí. Los había entrevistado pero eran unos mindundis y no les hice mucho caso. Además, todo su interés era follarme. Aquella vez, los dejé plantados de mala manera. Y ahora, ahí estaban y en sus miradas vi problemas. Me giré y eché a correr. Me alcanzaron y me dieron un golpe en la cabeza que me dejó aturdida. Me ataron a una columna de metal de la nave.
Cuando despejé la cabeza, miré a Gus. Le estaban dando unas bolsitas de droga, en pago por llevarme allí. Se me llenaron los ojos de lágrimas, había sido una imbécil, había confiando en un drogadicto, sin recordar que yo fui una y que sabía que se hacía cualquier cosa por esas bolsitas. Y sabía lo que me esperaba, pero me sentía peor por la traición de Gus que por lo que sabía que me iban a hacer.
Miré a Gus llorando. Él solo miraba las bolsitas, ya no existía nada más. Entonces, uno de los tipos se me acercó y dijo:
Menuda monada la zorrita, esta noche nos vamos a divertir bien contigo, y mañana, te vas de viaje, te vamos a vender, putita
Le escupí pero sin darle. El otro, vino y me dio un puñetazo en el estómago que me dejó sin respiración. El primer tipo protestó diciendo:
Coño, no estropees la mercancía, que ya sabes que la revisan
Esta zorra se cachondeó de nosotros en el bar, delante de todo el mundo
Ya, ya
Se va a llevar una paliza, además de follárnosla
Vale, pero no la golpees en la cara, ni en las tetas, que eso es lo que más miran
Entonces, me subió la camiseta y me bajó el sujetador de un tirón, diciendo:
Mira que tetas, joder, nos vamos a forrar con esta puta
Ya te digo
Miré a Gus, con la vista empañada por las lágrimas. No solo me iban a violar, me iban a vender, me drogarían, me llevarían a saber donde… lloré de impotencia. Entonces, escuché como Gus decía:
Me habéis engañado
Chaval, te he dicho que te largues
No va a venir el jefe
Eres gilipollas, chaval, ¿Te crees que va a venir para charlar con una puta? jajaja
Y entonces, vi como Gus cogía un cuchillo de la mesa y se lo clavaba a uno en el cuello y al otro en el pecho, todo muy rápido. Los escuché agonizar mientras miraba sorprendida.
Gus vino a mí, me bajó la camiseta y me abrazó, pidiéndome perdón, que no sabía nada, que lo habían engañado. Lloraba. Me desató, y me sacó de allí rápidamente. Me fijé que no había tocado la droga, la había dejado tal como estaba.
Me lo llevé a mi casa en Madrid. Al principio, estuvimos muy asustados, mirando las noticias y esperando a la policía o, incluso peor, a amigos de esos dos mierdas. Pero los asesinatos se clasificaron como ajustes de cuentas entre bandas, y ahí quedó. Gus pensaba que había sido una idea de solo esos dos, que no se lo habían contado a nadie. Nos equivocamos al pensar que aquello se iba a quedar así, pero sacudí la cabeza, no quería recordar aquella parte.
Gus se desenganchó pero pasándolo muy mal durante semanas. Fue muy jodido pero lo consiguió. Luego, se enganchó a otra cosa, al gimnasio. Cogió peso, músculo, y con el tiempo, se puso cachas. Ahora está obsesionado con eso, pero mucho mejor que las putas drogas, claro. Escribimos el libro entre los dos, y lo publicamos, y tuvo un relativo éxito que nos dio una buena reputación en el sector. Me salvó la vida y nos dio una nueva vida a ambos.
Suspiré y me fui a la cama. Esta vez me dormí de inmediato.