MÓNICA
Vi como Felipe se despedía de su familia, su mujer y sus dos críos. Lo observé todo desde la distancia, hacía unos 10 minutos que yo ya había pasado el control de seguridad del aeropuerto y estaba medio oculta al otro lado del control porque tenía la certeza de que la mujer de Felipe sospechaba algo y no quería que me viera.
Felipe se agachó y abrazó a Felipe junior, un hombrecito de 6 años, y a su princesita Maria, de 4 años. Quería a sus dos críos con locura. Luego, se incorporó y dio un beso rápido en la cara a su mujer, Noelia, una rubia de bote de 35 años, con un pecho descomunal para lo delgada que estaba. Según me había contado Felipe, se tuvo que casar con Noelia tras dejarla embarazada por accidente, pero yo tenía la certeza que de accidente nada de nada, Noelia era ese tipo de mujer que harían cualquier cosa por enganchar a un hombre bien situado.
Felipe fue hacia la máquina para pasar su billete, y tras hacerlo, pasó, se volvió, se despidió con la mano y entró en la zona reservada para viajeros. Lo miré atentamente, a sus 45 años se mantenía ágil, delgado, y muy atractivo con su media melena plateada y su cara perfectamente afeitada. Era un hombre muy guapo, con unos ojos grandes y oscuros, que cuando te miraban, veías a un hombre honesto pero duro, acostumbrado a mandar y tomar decisiones.
¿Y quién soy yo? Pues soy Mónica, una chica de 29 años, alta, delgada y atractiva, bastante atractiva aunque esté feo que yo lo diga. Soy rubia pero de verdad, melena por los hombros, con unas piernas largas y seductoras, una figura envidiable con un buen culo, pecho talla 90 y muy guapa según me dicen todos y puedo ver yo a diario en el espejo jajaja. Tengo los ojos marrones y unos labios grandes y tiernos.
Trabajo en una empresa de Madrid como consultora. Llevo casi unos 3 años en esa empresa y desde hace 4 meses soy consultora senior. Me gusta mi trabajo y mi empresa, estoy muy contenta allí. Y Felipe es mi jefe desde que empecé a trabajar y sí, me lo estoy follando, pero no seáis mal pensados, no me ascendieron por chupársela, no, lo del sexo ocurrió hace solo unos dos meses y fue cosa mía, no de él, yo le “ataqué” y lo seduje una noche que estábamos de viaje por trabajo. Y como digo, no fue con intención de ascender, lo hice porque me ponía muy cachonda y quería follármelo.
Felipe siempre ha sido muy correcto conmigo y el resto de empleados, duro pero correcto. Jamás me hizo una insinuación ni una mirada fuera de lo aceptable, ni comentarios… nada, es una persona muy educada. Fui yo la que estaba con ganas de follármelo desde hacía meses y cuando vi la oportunidad, ataqué con todas mis armas en un bar. Estábamos de viaje y habíamos tenido una jornada de trabajo intensa en un cliente y al terminar, le dije de ir a cenar. Me puse un vestido muy sexi que había llevado para la ocasión (sí, lo tenía todo previsto jaja) y estuve tonteando toda la cena, y luego le insistí de ir a un bar y allí, le besé, y él ya no pudo aguantar más y follamos, vaya si follamos aquella noche.
Y ahora, en cada ocasión que tenemos, follamos, incluso lo hemos hecho en la empresa cuando no había nadie. Y es que Felipe es muy buen amante, con una polla no muy grande pero sí algo más gruesa de lo habitual, que me provoca unos orgasmos increíbles. Sin lugar a dudas, está en el top 3 de mis mejores amantes, y he tenido unos cuantos, quizás demasiados.
Vi como Felipe avanzaba mirando alrededor, buscándome. Cuando comprobé que ya no estaba a la vista de la familia, salí de mi escondite y le saludé. Al verme, sonrió y vino hacia mí. En cuanto llegó, le besé con ganas, un morreo en toda regla. Al terminar, me dijo:
Nos volvimos a besar pero ya de una forma más normal y nos fuimos a buscar la sala de embarque que nos tocaba.
Noté a Felipe raro y nervioso. Llevaba así un par de semanas y no sabía por qué. Al principio pensé que era por mí pero luego vi que era algo del trabajo, se metía en reuniones largas con los otros dos socios, discutían a voces y salía con la cara blanca. No había conseguido que me explicara nada. La empresa iba genial así que por problemas económicos no podía ser. Y él se llevaba muy bien con los otros dos socios, los tres se conocían desde la universidad y no había puñaladas ni traiciones entre ellos, al menos eso me decía siempre él, que confiaba al 100% en sus socios.
Otra posibilidad es que fuera cosa de su matrimonio. Sabía que no estaban bien. Según Felipe, llevaban años casi sin sexo y nunca se habían querido de verdad. Seguían juntos por los niños. Pero si fuera por su matrimonio, no estaría así durante el trabajo, con esa mala cara y nervioso ¿no? En fin, que no conseguía que me lo dijera y este viaje era idea mía, para intentar que se relajara. La excusa era la visita a un cliente en Canarias, y aprovechando ese viaje, quedarnos allí 4 días, tomando el sol y follando como conejos.
Íbamos a un chalet que está bastante apartado de todo, y pensaba tirarme los 4 días desnuda tomando el sol y follando, lo tenía clarísimo. Y para que lo sepáis y no penséis que lo de follar con mi jefe es por enganchar a un tío con pasta, ese chalet es mío… bueno, era de mis padres pero me lo dejaron en herencia junto a una buena fortuna. No necesitaría trabajar gracias a esa fortuna pero soy de esas personas que no se puede estar quieta y, aunque tengo pensado tener mi propio negocio en un futuro, ahora mismo quiero aprender.
Nos sentamos mientras esperábamos el embarque. Felipe estaba callado, no es que fuera un gran hablador pero hoy estaba más callado de lo normal. Le pregunté:
Patricia es la secretaría y jefe administrativa de los tres socios. Es una mujer de unos 40-45 años que dirige con mano de hierro todos los pormenores de la empresa. Es el brazo derecho de los socios, y me llevo genial con ella, pero eso no quiere decir que sepa que me estoy follando a Felipe así que nos había reservado dos habitaciones en el hotel aunque no pensaba ni abrir mi habitación. La idea era pasar allí la primera noche, ir al cliente por la mañana y luego irnos al chalet. Oficialmente, yo me había pedido 4 días de vacaciones y Felipe también pero para irse a Marbella con su familia. La realidad era que Felipe se quedaba conmigo, y su familia (que creía que tenía que trabajar toda la semana en Canarias) se irían solos al chalet que tenía Felipe en Marbella. Luego, en el fin de semana, él se iría a Marbella un par de días y yo volvería a Madrid.
Nos pusimos a hablar sobre la reunión de trabajo hasta que embarcamos y nos sentamos en nuestros asiento de primera clase. Estaba un poco preocupada porque notaba a Felipe distraído y con la cabeza en otra parte, y eso no podía ser. Mientras hablábamos, lo había pillado varias veces mirándome el escote y las piernas, cosa que me encantaba, pero no pasaba de ahí, de miradas rápidas, sin tonteo ni tocamientos, y eso me tenía ofuscada. Yo iba monísima y bastante ligerita de ropa ya que estábamos a finales de junio y ya hacía bastante calor. Iba con una chaquetita delgada, que siempre llevo por los aires acondicionados, una camisa con bastantes botones abiertos para que se viera escote y una minifalda cortita, rematando con unas sandalias con algo de tacón. Sabía perfectamente que estaba cañón y que llamaba la atención de cualquier hombre, pero Felipe estaba con la cabeza en otra parte.
Cuando despegamos y nos dejaron quitarnos los cinturones, pensé en entrar en acción. Fui al cuarto de baño y valoré la posibilidad de echar un polvo allí pero no, no lo veía posible, demasiado estrecho y Felipe es de esos hombres corteses y educados que no es capaz de montar un numerito así. “Quizás una mamada mmmm” pensé pero tampoco lo veía, y no era por falta de ganas, es que Felipe no querría dar así la nota. Suspiré resignada y entonces se me ocurrió algo. Me quité las bragas y salí. Me senté al lado de Felipe y le dije al oído:
Felipe me miró entre sorprendido y divertido, y se rio de buena gana. Me encantaba su risa, es un hombre que sonríe poco, siempre ocupado y con la cabeza en mil cosas, y por eso, cuando se ríe, destaca más. Noté como me entraba un hormigueo por ahí abajo, se lo había dicho para calentarlo y la que se había calentado era yo, y bien caliente. Le dije al oído:
Felipe me miró ahora con una cara entre vicio y corte. Como era tan educado, nunca hablaba mal ni decía guarradas, pero yo sabía que le ponía. Puse mi mano en su paquete y lo noté duro. Le sonreí y le dije:
Y le cogí la mano y se la puse entre mis piernas. La empujé más adentro y noté sus dedos sobre mis labios inferiores. Me estremecí y Felipe abrió los ojos sorprendido:
Y, sorprendentemente, lo hizo. Me volví a estremecer, totalmente cachonda y encendida. Felipe movió su dedo dentro y luego sobre mi clítoris. Me moría de ganas de sentarme encima de él y follármelo pero eso era imposible. Le dije:
Y le metí la lengua en la oreja mientras empujaba más adentro su mano entre mis piernas. Y, entonces, de repente, Felipe quitó su mano, carraspeó y se removió en su asiento. Abrí los ojos y vi que la azafata estaba preguntando al de delante si quería algo. La miré con fastidio y luego a Felipe, que se reía colorado. Me había calentado en un momento, este hombre me encendía en un par de segundos.
El resto del vuelo me tuve que comportar bien, era imposible juguetear con las azafatas por allí todo el rato. Me tuve que contener hasta que entramos en la habitación del hotel y me lancé sobre él como una loba hambrienta. Lo desnudé rápidamente, lo empujé a la cama para que viera como me desnudaba. Luego, se la chupé y me monté encima para follarlo rápidamente hasta correrme.
Me derrumbé encima de él, y entonces él cogió la iniciativa y me folló como quiso durante unos minutos más hasta correrse sobre mi vientre y mis tetas. No más de 10 minutos de polvo pero fue fantástico.
Eran ya casi las 9 de la noche y nos vestimos para salir a buscar un buen restaurante. Cenamos, con un Felipe mucho más animado y luego fuimos a dar un paseo. Al volver al hotel, follamos de nuevo pero ya con más calma, tomándonos nuestro tiempo, saboreándonos pero sin perder la pasión. Me quedé dormida totalmente satisfecha.
FELIPE
No conseguía dormir y eso que estaba cansado y exhausto por el polvo con Mónica. Me levanté y miré por la ventana. Hacía buena noche y todo estaba tranquilo. Miré a la cama donde ella dormía boca abajo y desnuda, mostrando su magnífico culo.
Recordé la primera vez que la vi. Era su primer día en el trabajo y apareció vestida de oficina, con pantalones, camisa y chaqueta, muy profesional. La chica era un bombón, rubia, guapa y con una figura super atractiva, y todos la miraban al pasar, no era para menos. En cuanto la vi, la catalogué de forma superficial como la típica niña pija, y más cuando Patricia me dijo “esos zapatos que lleva cuestan casi medio mes de mi paga” y Patricia tenía un buen sueldo. Así que, aunque muy mona, ni me planteé trabajar con ella, pensé que sería la típica niñata pija insoportable, seguramente niña de papá que le había pagado unos estudios carísimos y aprobado casi sin dar un palo al agua, es decir, pensé que sería una rubia tonta y pija, y la asigné a realizar prácticas en documentación, que molestara poco.
Y unas semanas después, un buen día entró en mi despacho después de llamar y pedir permiso. Levanté la cabeza del ordenador y me la encontré delante mía con unos papeles. Me dijo:
La miré sin comprender y entonces vi, detrás de ella, a Adolfo y otros del equipo descojonándose e imaginé que le estaban gastando una broma con el jefe. Ese día estaba con mucho lío y no tenía ganas de tonterías. Me quedé mirándola sin decir nada, pero ella no se amedrentó y dijo:
No dije nada. La miré a los ojos y me sorprendió ver que la chica tenía una mirada viva e intensa, pensé “esta chica no es nada tonta”. Entonces, Mónica puso los papeles en la mesa y dio la vuelta a la mesa y, poniéndose casi pegada a mí, buscó entre los papeles y me mostró varias páginas mientras explicaba lo que pensaba que estaba mal. La chica se desenvolvía con desparpajo y seguridad aunque imaginaba que debía estar nerviosa. La escuché atentamente mientras me invadía el olor de su perfume, un perfume que ahora conozco perfectamente.
Mónica terminó, se enderezó, volvió al frente de mi mesa y esperó. La miré durante bastantes segundos, no para asustarla sino porque estaba pensando en como actuar. Le dije:
Mónica se sentó y le dije:
Y aquí le cambió la cara
Se dio cuenta que no debería haber venido directamente a mí, que primero debería haber pasado el filtro de Adolfo. Le indiqué que se callara y llamé a Adolfo que entró muy seguro. Le dije:
Adolfo cambió de cara al escuchar mi tono. Me miró, miró a Mónica y se levantó a coger los papeles y los leyó rápidamente. Luego dijo:
Se puso blanco. Le pregunté:
Los dos me miraron sin comprender. Les dije:
Miré a Adolfo muy serio, y le dije:
Entonces, Adolfo salió rápidamente y miré a Mónica que se estaba levantando para irse. Le dije:
Vi que dudaba y le dije:
Y se puso a explicármelo. La miré y asentí. La verdad es que me tenía impresionado. Nos quedamos en silencio unos segundos y le dije:
Y Mónica se rio y noté como se relajaba. Me encantó su risa y como le brillaban los ojos. A partir de ese día la incorporé al equipo pero no por su físico, es que la chica era muy inteligente y no se dejaba amedrentar fácilmente, y esas dos cualidades me gustaban. En ningún momento me planteé tener algo con ella, ni de lejos, solo la admiraba y ya está. En los siguientes meses incluso llegamos a hacernos amigos con tantos viajes, horas extras… La sorpresa fue hace unos dos meses que, en un viaje, salimos a cenar y ella se presentó con un vestido muy sexi y se puso a tontear conmigo. Al principio, me resistí, no quería líos en la oficina con una empleada, sabía que esas cosas pueden acabar muy mal, pero Mónica no era como otras chicas, ella ni iba a enganchar a alguien con dinero ni a intentar conseguir favores para ascender ni nada por el estilo, Mónica tenía más dinero que yo y tampoco necesitaba ascender, ella solo quería sexo conmigo y claro ¿Quién se podría negar a acostarse con un bombón así? Al final caí y esa noche tuve el mejor sexo de toda mi vida.
La miré y sonreí al recordar aquella noche, lo sorprendido que estaba con sus ganas y lo buena que era. Y aún me seguía sorprendiendo con esas ganas de sexo conmigo, a todas horas, pero sin atosigar ni exigir nada que no fuera sexo.
Suspiré y pensé “Y ahora podía ser el tío más feliz del mundo si no fuera por aquellos putos correos con las amenazas y chantaje”. Esos correos habían empezado a llegar hacía 3 semanas. Al principio, no le hicimos caso pero entonces empezaron a llegar con algunos datos que no debía conocer nadie. Y Paco, Alfonso (mis socios) y yo nos empezamos a poner muy nerviosos, y ahora estábamos cada dos por tres discutiendo sobre aquello, si pagar o no, si solo se quedaría en eso o iría a más, porque aquello nos podía llevar a prisión, o peor, a la muerte como habían amenazado en el último mensaje. Suspiré de nuevo. Pero tenía un plan, teníamos que averiguar como ese tipo había conseguido la información, y creía saber como podía hacerle caer en una trampa, así que la había activado y ahora solo quedaba esperar a que cayera en ella y ver quien era.
Miré de nuevo a Mónica y sonreí pensando “Y la espera va a ser dulce, 4 días con Mónica, sin nadie más… veremos si soy capaz de aguantar el tipo”. Fui al baño y luego me acosté.